nota 5.

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Este capítulo será narrado.

¿Seguro que funcionara? — pregunto curioso aquel niño de bozal. El mayor asintio.

— No puede no funcionar, nunca en mi vida había planeado tan semejante cosa. — Hablo el mayor, orgulloso de sí mismo.

— Quizás por eso algo podría salir mal... - Comento el de la capucha.

— Mas-Masky, yo creo que si... Qu-quieres probar a alguna n-niñita, podrías ir a esos lugares donde, ya sabes... Estoy es muy arriesgado. — sugirió el niño entre-cortado.


El hombre mayor bufo y los fulminó con la mirada.



— No se que hacen siendo Proxys, ustedes deberían trabajar en ayuda al suicida. Estoy seguro que la primera semana les darían un ascenso.

El hombre mayor tiro su cigarro al suelo y lo apago con la suela.

El plan era simple, solo si Lana no se dignaba a correr o si le seguía la corriente. Todo colgaba de un hilo.

Agarro su máscara y la escondió debajo de unas hojas de un árbol que ya conocía para no olvidarsela o perdérsela.



(...)


— Lana, ¿encerio te da miedo un par de árboles? — Se burló Courtney, la pelinegra de pelo por los hombros y flequillo más arriba de las cejas. La última moda de los '99 en los adolescentes.


Lana solo se encogió de hombros.


— Ya déjala, te dije que debíamos juntarnos con las otras niñas. — Susurro la rubia de pelo largo e inflado, Vanessa.



Lana estaba aguantando las ganas de llorar, ella sabía que no debía juntarse con las niñas más grandes por qué eran malas, eran rebeldes y chicas rudas. Y ella era tan tierna, dulce y frágil...


— Claro que iré... Solo que hay que saltar esa vaya y traigo pollera... — Dijo Lana cabizbaja.

— Oh vamos, Lana. Nosotras también usamos bragas, solo que diferentes a las tuyas, pero al final tenemos lo mismo, ¿no, Courtney? — Dijo Vanessa aguantándose la risa.


Courtney asintio ya harta sentada en aquella madera mirando a los adentros del bosque. A ella le atraía lo siniestro, pero había algo que le daba miedo en el fondo.

Si fijabas tu vista en un punto fijo, este parecía más detallado o más oscuro en los alrededores. Pero en ese bosque todo era asi.

Lana sonrió y se animó a atravesar el bosque, trepando la valla, y sin querer, al mover las piernas, su pollera rosa pastel dejo mostrar sus bragas blancas. Y para su muy mala suerte, no las vio un hombre que transitaba por allí, no, las vio el hombre mayor, aquel hombre de la máscara con rasgos afeminados que ahora observaba a la pequeña caminar con soltura desde lejos.



«Oh Lana, deberías cuidar tus movimientos a la hora de llevar falda, no vaya a ser que algun morboso pervertido te vea en esa situación.»



(...)


Las muchachas caminaba tranquilas, el miedo de Lana ya había desaparecido y ahora estaba explorando los adentros del frío y húmedo bosque.


— Oh rayos, está mierda esta buenísima. — Decía Courtney mientras fumaba un cigarro que con tenía marihuana. Vanessa reía por la cara de Courtney, y la única que no entendía lo que pasaba era Lana.

— No deberían fumar, se pueden morir... - Dijo Lana con cara de preocupación, causándoles ternura a las chicas.

— Es verdad, se pueden morir... - Apareció el gran hombre mayor que hizo estremecer al grupo de chicas. Ambas quedaron boquiabiertos y arrojaron el cigarro.


Lana se quedó boquiabierta con la presencia del hombre .Ahora, no sabía que decir ni como reaccionar.


— Señor, lo sentimos. No le valla a decir esto a nuestros padres, por favor. - dijeron las drogadas chicas al unísono haciendo irritar al hombre con las voces chillonas de estas.

— Ya.. No diré nada, vayanse... - dijo poniendo sus manos en su cadera.
El grupo de chicas se estaban por perder, pero el hombre mayor sujeto del brazo a Lana para detenerla, pero ella no hizo ningún ruido, por lo tanto se quedo sola con aquel hombre.


Sola con un hombre.

Sola con un pervertido.


— Oye, no deberías juntarte con ellas, son muy grandes para ti. ¿Como te llamas? - Le hizo a un lado un mechón de su cabello y le sonrió. Lana le devolvió una sonrisa tímida.

— Me llamo Lana, ¿y usted? - el hombre se estremeció por dentro al escuchar tan dulce voz.

— Tim, me llamo Tim. - Dijo sin saber que más agregar, haciendola sonreír a la pequeña Lana.

— Un gusto, Tim.

— El gusto es mio... - Dijo el sonriendole. - Oye, ¿por que te juntas con ellas? Son muy grandes para ti. - pregunto curioso para ganar confianza.

— Es que no tengo otras amigas... - respondió ella haciendo una carita triste.

— Entonces, ahora tienes otro... - dijo el sonriendole y ella le devolvió la sonrisa.





— Pobrecita... - comento el chico de bozal observando toda la escena desde lejos acompañado de el chico triste.


Su acompañante se limitó a encogerse de hombros.

ManzanillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora