Pity Party

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Tell me what to do to make it all feel better.

Maybe it's  a cruel joke on me.

whatever, whatever.

Just means there's way more cake for me,

forever, forever...

-¿Vendrán mañana, verdad?

-Oh, Minghao...

-Ya envié las invitaciones, por si llega a ser algo complicado llegar a casa. –sonrió amablemente, acomodando las correas de su mochila. Bajó la vista –Aunque vives a dos calles de mí.

-Tu fiesta, sí. Iremos. –aseguró uno de los muchachos, mechones oscuros tapando su frente. Una sonrisa falsa dibujada en su rostro, una de incomodidad, como las que lo rodeaban. Pero Minghao no lo notaba, su inocencia era demasiado grande.

-¡Está bien, los esperaré! –chilló feliz, antes de dar media vuelta y agitar su mano, comenzando a caminar por el sendero que le llevaría a su casa.


Compró harina, vainilla, azúcar y huevos. Compró todo lo que necesitaba para su fiesta de cumpleaños, a la que había invitado a todos sus amigos. Bueno, tal vez... no a todos.

-Hoshi. –se mordió la esquina del labio al pronunciar ese nombre, casi arrepintiéndose, después de estirarse a alcanzar los confites de colores del estante más alto. Un hilo de voz era todo lo que tenía en ese momento, al pensar en él. Era la única invitación que aún no había enviado.

Miró la hora en el reloj del supermercado. El cartero pasaría a las seis y entregaría la última ronda. Eran las cuatro, si se apresuraba, tal vez podría llegar a tiempo. Aquel pensamiento lo animó, mientras se acercaba rápidamente con el carrito lleno hacia la caja registradora, donde una mujer fumaba cigarrillos y pasaba por un lector la larga lista de productos que el joven ponía sobre la cinta.

Apenas llegó a casa, se sentó en el sofá y comenzó a escribir con cuidado cada una de las palabras en letra cursiva, palabras que ponía en las invitaciones para su fiesta, pero esta era la más especial. Era para Hoshi. Y él a Minghao le gustaba mucho. ¡Muchísimo!

Tuvo cuidado en no derramar ni un grano de purpurina demás en la fina hoja color pastel en la que trabajaba con esmero. Colocó con cuidado cada pegatina en las esquinas, las más bonitas, con los colores más brillantes, las había guardado para él. También fue cuidadoso al escribir la dedicatoria, el nombre de quién la recibiría en letras claras, parejas de tamaño y grosor del trazo. Suaves curvas le daban un acabado más bonito. Al terminar, la admiró por unos segundos, y con lo que pudo reunir de valor, cerró el sobre y corrió al buzón. Justo a tiempo, escuchó al cartero acercarse, y huyó con vergüenza al interior de su casa.

Estaba tan feliz haber podido invitar a Hoshi. Él era un chico tan lindo, tan amable con él siempre. A pesar de los demás, él siempre lo saludaba en los pasillos. A pesar de que nadie más lo saludaba, o fingían que era invisible, pero seguramente era un juego. Seguramente un juego que Minghao no conocía y no jugaba, y los demás chicos de la escuela sí jugaban con él. Por eso no le molestaba, sabía que a pesar de todo eran sus amigos; por eso estaban invitados a su fiesta de cumpleaños. Habían prometido ir, y él les había contado del gran pastel que habría y las decoraciones hermosas que adornaría su casa esa tarde. Todos ellos lo sabían, sin duda alguna esa sería la mejor fiesta.

¡Más aún si Hoshi iba!

Colocó la harina en el recipiente de cristal de su madre, junto con todos los ingredientes, siguiendo la receta. Coció la masa los minutos indicados, ni uno más, ni uno menos. Lo partió en dos y lo rellenó de crema con fresas, y preparó cobertura de colores pastel para adornarlo. Era color cielo, con lindos detalles en rosa claro llenándolo en los costados. En blanco y con cursiva, llenando una manga de repostería, escribió "¡Feliz cumpleaños, Minghao!". Tomó un poco extra en sus dedos, y con alegría probó la sustancia. Era suave y dulce dentro de su boca.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2018 ⏰

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