El retumbar de los truenos había ido en aumento hasta hacerse ensordecedor. Los relámpagos rasgaban el cielo trazando numerosos zigzags, seguidos, segundos después, de truenos tan potentes que entraban ganas de taparse las orejas. El aire vibraba los cristales de la ventana, aflojados, castañeteaban con nerviosismo.
La lluvia caía como si se tratasen de largas agujas de hilo que rompían en los techos o llegaba en olas transparentes contra las ventanas.Bajo la difusa claridad de los focos eléctricos en el centro de aquella calle que yacía en penumbra un cuerpo que emanaba dolor y tristeza en el cual sus llantos provocados por una corriente hiriente y desgarradora que la lluvia, ni el viento ni tampoco la noche podían ocultar; era sostenido por unos delicados brazos femeninos que provocarían un acto imperdonable e impuro.
Y de entre la bruma surgió la voz formidable y salvaje hecha para dominar las voces del viento que se propago entre la lluvia, para acallar al pequeño cuerpo del cual las lágrimas no dejaban de brotar.
— ¡No me lo puedo creer!, deja de llorar maldita sea.El hecho de ser su madre debía hacer que al menos una racha de amor y ternura, de arrepentimiento, de plegaria y desolación, anegara su corazón y lograra darse cuenta de el error que estaba por cometer. Sin embargo fue tan desgarradora su angustia que lanzo un quejido ensordecedor y se incorporo tan frenética y furiosa con deseos de acabar con su malestar. Uno de sus brazos se extendió con su mano totalmente abierta hacia el rostro de la pequeña criatura. Sentía deseos de golpear, de matar, de estrangular y a pocos centímetros del fruto de su vida justo detrás de ella se alzo otro grito semejante al de hace un rato.
—¿Piensas acabar con tus problemas de una forma tan cobarde?.
Un trueno retumbó con tanta potencia no muy lejos de la escena.
La mujer abrió los ojos y miro a su alrededor sorprendida de encontrarse con aquella persona justo en ese momento. Sin embargo soltó una risa socarrona y respondió con ironía.— ¿Y con que derecho me lo dices?
Su comentario hizo que el contrario recordará lentamente, todos los razonamientos que lo habían torturado. Cuanto más lo pensaba, menos dudas tenía. Se sentía arrastrado por su lógica como por una mano que atrae y estrangula hacia la intolerante certeza.
—No me interesa lo que hagas con eso. Pero esto va en contra de lo que acordamos y tu ya lo sabes.
Sin embargo, ella se mostraba tranquila y serena. ¿Era posible que una mujer como ella pudiera ser arrastrada hacia el egoísmo y la tentación, sin que más adelante nada translúcida, ningún recuerdo de su conciencia turbada?
—Si tanto quieres salvarle la vida a esta cosa miserable, entonces quédate con el.
Y como si de cualquier cosa se tratase la mujer dejo a su primer hijo sobre el frío y mojado pavimento sin siquiera mostrar remordimiento en aquellos ojos azules que habían perdido su lucero hace ya mucho tiempo y seguidamente giro sobre sus talones para caminar por la extensa calle que parecía no tener fin; y sin mirar atrás prosiguió su camino, no sin antes decir las ultimas palabras que su contrario escucharía.
—No pienses en buscarme ya no te necesito más Damian.
Y sin mas, la silueta de aquella mujer se fue desvaneciendo entre la penumbra de la lluvia dejando solos a el ya mencionado Damian y al pequeño cuerpo de aquella criatura empapándose aun mas.
El mayor dio un ultimo vistazo hacia el suelo donde yacía envuelto en sabanas el pequeño y se dio media vuelta para marcharse de aquel lugar y tratar de olvidar lo sucedido. Sin embargo, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y crisparle el corazón. Un agudo dolor, una angustia inexplicable oprimía su pecho y hacía latir su corazón; parecía como si sus resortes se hubiesen roto y circulara la sangre a chorros, libremente sacudiéndolo con un taqueteo tumultuoso.
Detuvo su andar y dio media vuelta permaneciendo en pié por unos instantes. Quedaron frente a frente, sus siluetas se destacaban nítidamente y parecían estar solas en medio del horizonte. Le asaltó un deseo imperioso de ver a ese bebé, de mirarlo, de saber que rostro se ocultaba tras esas mantas. Nuevamente observó hacia la dirección donde estaba el cuerpo del pequeño y se acercó hacia él, arrodillándose se detuvo para respirar; sus brazos se extendieron hacía el bulto de mantas aun dudando del acto que estaba por realizar.
Y sin mas lo hizo, cargo entre sus brazos aquella criatura y se puso de pie incorporándose para verlo mejor. Podía escuchar aun el llanto desgarrador que provenía del bebé. Y finalmente con una mano se dispuso a retirar la manta que cubría aquel rostro.Al fin lograba apreciar esos ojos llenos de lágrimas. Observó sus facciones detenidamente como si de algo desconocido se tratase. A decir verdad tenia un parecido increíble a su madre, su pelo rubio aun corto, su hermosa piel porcelana, sus rosadas mejillas llenas de lágrimas, sin embargo, lo que mas capto su atención fueron sus ojos; Eran azules, al igual que los de su madre a diferencia de que estos poseían el brillo que ella había perdido. ¿Cómo era posible que aquella mujer que había sido muy hermosa (lo sabia y saltaba a la vista), dotada de un alma delicada, afectuosa y tierna hubiese dejado a su hijo solo? pero Damian conocía perfectamente la razón.
Increíblemente al juntar sus miradas, el pequeño detuvo su llanto y observó a el mayor unos segundos con confiada ternura, hasta el fondo de sus ojos, para después soltar una inocente risa la cual sorprendió a Damian e hizo que su cuerpo entero se estremeciera ante tal acto tan repentino .
De algo estaba seguro y era de que no dejaría morir aquel cuerpo indefenso e inocente, pero, tampoco pretendía hacerse cargo de él.
Aun con el menor en brazos giro a su alrededor intentando encontrar la respuesta. Y como una esperanza caída del cielo logro ver la solución a su problema.
Tras haber dado algunos pasos se detuvo para contemplar aquel viejo edificio "Orfanato Widlood" tenía grabada aquella leyenda en una placa vieja y desgastada empapada por la lluvia.
Esa era la opción mas susceptible que había y por lo visto la única.Sin pensarlo subió hasta el final de los tres escalones que daban a la gran puerta café y sin mas coloco con cuidado el pequeño cuerpo dándole un ultimo vistazo. Entonces sacudió su pensamiento, sacudió su corazón e intento calmarse.
Después de meditar unos instantes dio 3 fuertes golpes en la vieja puerta y apresurado bajo las escaleras ocultándose en la esquina de estas.
Pudo escuchar como en pocos segundos se abría la puerta provocando un rechinido algo molesto dejando ver a una mujer de al menos 50 años vestida con una bata rosa salmón y con algunos de sus cabellos castaños cubriendo parte de su frente.—O mi dios — llevo ambas manos a su boca y acto seguido cargo al pequeño entre sus brazos para después ver su pequeño rostro — tranquilo pequeño todo va estar bien.
Seguidamente beso la frente del menor el cual estaba profundamente dormido. Finalmente la puerta se cerro de nuevo.
<<Nos vemos pronto niño>> pensó Damian al salir de su escondite y caminar sin ningún rumbo mientras las calles quedaban silenciosas nuevamente y la luna se alzaba detrás de la ciudad; parecía un faro enorme y divino encendido en el firmamento para guiar la flota infinita de las verdaderas estrellas. Parecía que ella fue la única testigo de lo que ocurrió esa noche. O al menos eso parecía.
—Parece que esto se pondrá interesante — pronuncio con una sonrisa maliciosa aquella chica de ojos rojizos al igual que su cabello la cual había presenciando toda la escena...
ESTÁS LEYENDO
Pactos [Gay/Ficción]
De TodoUn pacto con el mas allá lo persigue; Un lazo mas allá de la sangre los une; Una historia que conectá sus corazones al igual que un triste recuerdo perdido...