Capítulo 1

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8:50 a.m., miro por séptima vez el reloj colgado en la pared del salón de clases, apenas van diez minutos desde que la profesora empezó a hablar y ya me estoy durmiendo. Apoyo mi cabeza en el puño de mi mano derecha contra el banco y observo nuevamente el reloj, apenas pasaron cuatro minutos y no creo poder salir despierta de esta clase.

Vuelvo a mirar a la Señorita Bendless, nos hace llamarla "señorita" para sentirse más joven según dice, por lo visto no está preparada para que la llamen "señora", como si sus 50 años no le hicieran justicia al apodo. Está explicando el tema mientras no deja de escribir en la pizarra, ni siquiera me molesto en prestarle atención mientras comienzo a pensar en el nuevo libro que compré, no tuve tiempo de empezar a leerlo ayer ya que estuve haciendo tarea para esta asignatura, lo cual no sirvió de mucho ya que nunca me preguntó si lo había hecho. Maldita. Cuando me dispongo a hacer la tarea no la pide, pero cuando no la hago, ya me esta poniendo ese asqueroso uno, lo típico.

Tampoco es que me caiga mal la "Señorita" Bendless, es una buena mujer. Y tampoco es que me vaya mal en esta asignatura, ni mucho menos en el colegio en general, solo me distraigo mucho en clase, además de siempre tener sueño, pero me esfuerzo en llegar a buenas notas, no siendo la más inteligente del salón, pero pasando con lo justo, y estoy bien con eso.

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Se me cierran los ojos por quinta vez consecutiva, cuando de repente escucho el llamado de un ángel dirigiéndome a la libertad. Sonó el timbre, a eso me refería. Guardo mis cosas, y salgo al pasillo, de pronto me acuerdo del libro, que tonta, como lo olvide. Descuelgo una de las correas de mi mochila y dejo que todo el peso caiga sobre mi hombro izquierdo mientras busco el tan preciado libro, al no encontrarlo se prende una lamparita en mi mente, y me doy cuenta que lo había dejado en mi casillero. Voy refunfuñando para mis adentros.

Al llegar lo abro y ahí esta mi bebé, dejo los cuadernos que no tengo que utilizar por el resto de la mañana, cierro el casillero y no pierdo el tiempo en abrir el libro y perderme entre sus páginas. Empiezo a andar por el pasillo sin saber por donde miro, cuando siento mi frente siendo golpeada y luego mi trasero impactando contra el duro suelo, pero lo más doloroso de todo es que perdí la página por donde iba, balbuceo una maldición, agarro el libro y empiezo a intentar encontrar la página desesperada, cuando por el rabillo del ojo veo una mano tendida hacia mí, frunzo el ceño, y observo a la persona que está delante de mí. Comienzo desde sus zapatillas negras, seguido de sus jeans oscuros, luego a su torso y brazos, dándome cuenta que está tonificado pero no exageradamente, lo justo, además de que esa camiseta le queda extremadamente bien; sigo por su mandíbula, paso por sus labios carnosos, los auriculares reposando en la curva entre su cuello y su hombro, su nariz perfectamente esculpida, ojos cafés mirándome con una mezcla de sorpresa y curiosidad, y finalizo por su cabello castaño claro desordenado. Cuando vuelvo a fijar mi vista en su cara, el chico desconocido me sigue observando, y noto algo que no había visto antes, un ligero rubor cubre sus mejillas.

-Oh, em... Discúlpame venía escuchando música y no ví por donde iba -se excusa, mientras me vuelve a tender la mano de la que ya me había olvidado por completo.

-No hay problema, la culpa es mía por ir leyendo un libro por el medio del pasillo sin ver -sonrío y acepto su mano para levantarme, siento una chispa de electricidad y la suelto incómoda, veo que el sintió lo mismo porque se observó la mano -. Supongo que tengo que trabajar sobre mis adicciones -tuerzo el gesto y él se ríe con una pizca de vergüenza-.

-Sí, supongo que yo también -me mira por unos segundos a los ojos, cuando pienso que va a decir algo más sacude la cabeza y luego agrega- bueno, nos vemos -se despide.

-Si, adiós -respondo con una pequeña sonrisa mientras se aleja. 

La verdad es que al chico lo conocía de vista, es un año más grande, tiene pinta de no ser muy sociable porque nunca me lo crucé con ningún compañero o amigo, siempre solo, además sus auriculares no me contradicen en cuanto a mi teoría, también el hecho de que se ruborizaba... Já. ¿Qué chico a los diecisiete años de edad se ruborizaba, y más en el siglo XXI? Aunque me parece muy tierno de su parte... Sí, tierno, creo que esa es la palabra.

El timbre me saca de mis pensamientos, tiró la cabeza hacia atrás y ahogo una maldición, eso significa, otra hora de tortura.

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¡Hola! Espero que les guste esta nueva historia y le den mucho amor, soy nueva escribiendo así que iré aprendiendo a medida que la vaya siguiendo. Si tienen ideas o cosas para corregir les pido que lo dejen abajo en los comentarios. La verdad es que ni siquiera sé que va a suceder en el capítulo siguiente, no es que yo llevo a la historia, si no que la historia me lleva a mí. Bueno, espero que les guste y me cuenten que les pareció. Besos <3

Eres todas mis primeras vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora