Ella

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Mi queridísima Ella:

Aún recuerdo el día en que nos conocimos, era la peor de la épocas pues mis padres habían muerto algunos meses atrás de la fecha. Era Navidad y yo me encontraba en la calle, viendo el escaparate de golosinas que se me antojaban un montón.

Y entonces llegaste tú.

Traías puesta una blusa morada, con unos jeans azul cielo. El cabello lo tenías suelto y bajaba en pequeñas ondas por tu espalda.

Me miraste inquisitiva, pero no dijiste nada. seguramente te llamo la atención mi aspecto, tan desaliñada y con la ropa dos tallas grandes que me habían dado en caridad. Estaba hecha un completo desastre.

-¿Quieres unos dulces?- me preguntaste con una voz entre tímida y firme. Fue algo extraño. Asentí tímidamente con la cabeza y entramos a la tienda.

Dentro no había solo golosinas, también había cupcakes y cosas por el estilo. Olía delicioso. Te acercaste al mostrados y al cabo de cinco minutos ya tenía mis dulces.

Nos sentamos en un parque (creo que era una parte del Hyde pero tomando en cuanta lo grande que es Londres ya no me acuerdo) y comenzamos a platicar. Me contaste anécdotas graciosas con esa chispa cómica que siempre has tenido.

Por mi parte, te conté una parte de mi vida. No te conté del accidente ¡apenas y te conocia! Se hizo de noche y tuvimos que regresar, cada quien por nuestro lado. Creí que ya nunca íbamos a encontrarnos, y sentí un poco de tristeza, algo que no pude explicar en su momento.

Pero estaba claro. Tu ya eras mi amiga.

Mi primer día de instituto descubrí que estabas en mis clases, no sabes cuanto me alegré, pero conseguí disimularlo.

Desde entonces no nos hemos separado. Hasta ahora supongo.

Te voy a llevar siempre en mi sonrisa, pues tu causaste la mayoría de ellas.

Perdona por todos los dolores de cabeza que llegue a causarte, pero recuerda que te quiero.

(tn) la "Amargada con la sonrisa más bonita"

Eleven LettersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora