3:Oscuridad

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"Ciertas personas, en el afán de construir un mundo donde ninguna amenaza externa pueda penetrar, aumentan exageradamente sus defensas contra el exterior y dejan su interior desguarnecido"

No siento nada.

Debería sentir algo pero por más que hago mi mayor esfuerzo...es inútil. Cierro los ojos, trato de concentrarme pero mi mente está absolutamente oscura. Quisiera decir que esta en blanco, pero no. Hay una oscuridad interminable, cómo mirar en una noria y sólo ver un vacío infinito.

Decido abrí los ojos, pero únicamente miró superficialmente los objetos de la habitación sin reparar en ninguno, solos oscuras y borrosa siluetas. En silencio contempló la nada.

¿Que me hizo ser tan fría? Trato de mirar hacia el pasado y me pierdo en los recuerdos. Nunca he sido una persona entrañable, es parte de mi personalidad. Y a decir verdad, esto nunca me generó un conflicto. Las personas por lo general se sienten intimidadas al estar cerca de mí y no me sorprende.

Simplemente soy fría. Como un témpano de hielo.Como un frió cadáver. No existe explicación, las personas son lo que son. Me molesta la gente que a toda las actitudes humanas encontrarle un detonante.Tuve una infancia normal, una familia normal, y nunca pase por ninguna tragedia. Soy algo fuera de lo común.

Encuentro irritante a las personas que sonríen sin razón aparente.Mujeres con personalidad alegre, positiva y burbujeante...me ponen los nervios de punta. Nada me conmueve, por más que lo intente. Es parte de mí, vivo la vida de una manera simple y poco comprensible para el mundo.

Hay sólo una cosa que me apasiona y eso es mi carrera. Amo pintar. Un lienzo en blanco es el único lugar en donde puedo expresar lo que en realidad pienso de la vida sin ser juzgada.

Las personas denominan mis obras como "arte oscuro" y, para ser honestos, no me va nada mal. Los críticos me describen como  "una extraña y fría máquina artística"

A simple vista la gente podría pensar que soy una persona rebelde, incomprendida. Pero si algo he hecho en mi vida es vivir siguiendo las reglas. Para la mayoría de gente soy compleja, pero para mi soy quien soy.

Soy maniática de la limpieza, me la paso desinfectando todo con frenesí. Limpiando, fregando, desempolvando, blanqueando. Soy exageradamente obsesiva

No soy religiosa, pero estoy completamente convencida de que el ser humano vino al mundo a aprender, y para esto debe seguir ciertos pasos: nacer, crecer, estudiar, trabajar, casarse y morir.

En el fondo me daba igual, nunca sentí esa sensación cálida en el pecho que la gente describe como estar enamorado. El enamoramiento es solo un sentimiento banal que te aleja de la realidad y hace  que olvides utilizar el cerebro.

Pero mi marido me miraba con ojos de admiración, como si yo fuera un animal extraño en peligro de extinción.

De alguna manera encontraba fascinante mí oscura mente y, a decir verdad, creo que le deslumbraba el simple hecho de observarme, cómo sí fuera una mariposa entraña atrapada en un frasco en manos de un científico. Tenía la manía de querer “arreglar“ todo lo que se le pusiera enfrente. Tal vez yo era su proyecto personal, esperaba encontrar dentro de mí esa tuerca o cable que faltaba.

No quiero que nadie me malinterpreten. No fui una mala esposa, fui leal. Estuve a su lado, muy a mi modo, pero estuve ahí. Soporte todas y cada una fe sus manías, acepte a su hija en nuestra casa, fingía interés cuando él me contaba con detalles su aburrido día.

Mi recompensa: una vida llena de lujos. Mi ex marido era un famoso hombre de negocios a quien le iba exageradamente bien. Esto me pareció lo suficientemente razonable como para unir nuestras vidas.

Tres años de matrimonios y no pude derramar una sola lágrima cuando murió. Escuche a la gente susurrar en el velorio que me encontraba en estado de shock. "Pobre mujer, debe estar impactada por perder a su marido de esa forma tan trágica."

No estaba en shock. No estaba en depresión lamentando mi "perdida" silenciosamente, ni estaba haciéndome la fuerte. Mi alma estaba anestesiada por completo. No sentía dolor, no sentía tristeza, no sentía pena. Es cuestión de física, para mi cuerpo es simplemente imposible. Hoy dos meses después de este incidente, sigo sin sentir nada.

No estoy de luto por qué me parece hipócrita que alguien con indiferencia emocional, como yo, tenga que aparentar que aparentar que la pérdida le cambió su existencia. Mi vida sigue casi igual, Sólo con trámites y papeleo que me quitan el tiempo. Hoy eso quedará en el pasado y podré seguir sin ningún tipo de responsabilidad social.

Después de hoy podré continuar viviendo en abundancia sin sentir la carga del compromiso de que alguien está a mi lado. No necesitaré a nadie que me venga a proveer. La lectura del testamento me librerará de cualquier atadura y dejará que viva con mis acostumbrados lujos.

Con el reloj en mano planeo el día en mi mente minuto a minuto, detalle a detalle. Detesto las fallas y los imprevistos. Tomo mi café en silencio mientras reviso que en mi agenda no falte nada.

La mesa del comedor está tan limpia que claramente puedo ver mi reflejo en el cristal. Mi cabello oscuro y largo severamente atado a la altura de la nunca deja al descubierto mi inexpresivo rostro.

Sombras púrpuras bajo mis ojos contrastan en mi eterna palidez.

La mayoría de las personas encuentran aterradoramente atractiva. Puedo leerlo y sus expresiones. Mentiría si dijera que nunca he utilizado mi apariencia para lograr mis objetivos. Soy una mujer que sabe perfectamente lo que quiere y a dónde quiere llegar.

Mis ojos color violeta están enmarcados por cejas delgadas y arqueadas que llaman la atención de cualquier hombre. Mis labios gruesos color carmín han sido la envidia de mujeres, quienes constantemente me preguntaron qué tono de labial utilizo.

Mi atuendo es siempre impecable y sofisticado. Mi guardarropa, en su mayoría está compuesto de sacos, faldas estrechas a la altura de la rodilla y zapatos de diseñador. Todo color negro.

Tomando el último sorbo de mi amargo café cierro los ojos, sólo faltan dos horas para mí absoluta libertad. Una vida ostentosa sin deberle nada a nadie.

Disfruto de mi soledad escuchando atentamente los sonidos de la casa. El tic tac del reloj en la sala, el crujido de la vieja escalera de madera, las hojas secas escapando de las ramas de los árboles del jardín.

Con un fuerte suspiro me pongo en pie y decida camino hacía el teléfono. Debo llamarla y decirle que venda casa.

Me contesta una voz nerviosa y vivaz que me pregunta si quiero algo de la cafetería. Ignoro la pregunta y sólo le digo: " Ya viene el abogado leer el testamento, no llegues tarde". Corte antes de que pudiera protestar.

Soñando despiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora