お帰りなさい; Okaerinasai

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Welcome home.


—Jamás he estado tan nerviosa antes —consolidó Chaerin, quien veía atenta por la ventana de su hogar.

NamJoon, por su parte, negó levemente y tomo lugar junto a su esposa, viendo a la misma dirección que ella.
Sonrió porque ante sus orbes estaba la nueva cura que ambos necesitaban. Que anhelaban más que nada.

—No mientas cariño, ¿qué hay de Jimin? —al decir aquello, NamJoon buscó contacto visual con su esposa.

Rápidamente el aura cambio a uno más denso, gris y frío.
Jimin era un punto sensible.

—No, no hablemos de eso ahora —trató de aligerar Chaerin, sin dirijir la mirada a NamJoon, viendo con un nuevo amor a lo que parecía su bendición.

—Chaerin, amor, debimos quitar todas las fotos. ¿Qué hay si JungKook las ve?

Los cabellos rubios de Chaerin se vieron afectados por una rápida pasada de manos entre el cuero cabelludo, suspiro con pezades y con determinación en su mirada, se traslado con firmeza hasta la entrada de su casa.

—JungKook sabrá lo que quiera saber, no hay nada que ocultar.

Y finalmente los rayos del sol entraron de yendo en la casa, Chaerin sonreía de una manera tan radiante que, NamJoon juro no haber visto esa bella sonrisa durante un largo periodo de tiempo.

—¡SoRa! —exclamó la rubia con bastante alegría.

La nombrada sonreía mientras llevaba de la mano a un pequeño pelinegro con unos ojos tan enormes que lo hacían parecer del extranjero.
Y ni hablar de sus pequeños dientecitos que le daban un aura tan tierna haciéndolo lucir como un conejito recien salido de su madriguera.

—Adelante JungKook, ya hablamos de ellos —se apresuró a decir al niño—. Son tus nuevos padres y esta vez todo será distinto, cariño, no pasara nada malo... Te lo prometo mi pequeño Kookie.

Las promesas se rompen si soy yo él que está de por medio —murmuró apenas, casi inaudible para los presentes.

—¿Qué fue lo que dijiste campeón?, yo no logre escucharlo.

Los orbes negros de JungKook conectaron inmediatamente con los de NamJoon.

—Nada, no es nada, cosas de niños. JungKook aún esta afectado por sus otros padres, sólo hay que tener paciencia —adelantó SoRa con una sonrisa tan falsa que, fue ignorada.

—¿Sabes quién soy yo? —Chaerin se acuclillo a la altura del pequeño de ocho años y lo miro atentamente, esperando la respuesta.

—Mi... m-mami, perdón, madre.

—Oh no JungKook, eres muy pequeño para las formalidades, soy tu mami, nada más —sonrió estrujando levemente la mejilla izquierda del menor.

ドリーミング;VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora