Travesuras

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__Quita la mano de ahí__protesto de nuevo Elisa, fulminando a su marido con la mirada.

__¿Por qué?__le susurró el al oído haciéndola estremecer a causa de su aliento, cálido y ese toque de provocador que envolvía su tono.

La mano de este seguía subiendo lentamente por la cara interna de su muslo levantando indecentemente la falda que se arremolina entorno a su brazo y caía alrededor como una cascada.

__Por que estamos en una iglesia por el amor de Dios, rodeados de tu familia, ¡que es la comunión de tu sobrina!__protesto sin poder evitar pegarse más a él en el incomodo banco.

Él sonrió de esa forma pícara y descarada restándole importancia a la situación y con la mano libre trazó unos suaves círculos entorno a su nuca descubierta, gracias al recogido y volvió a ensanchar aún más la curvatura de sus labios al sentir como su mujer reaccionaba a su tacto.

Sus rosados pezones se habían endurecido bajo el vestido de seda que dejaba descubierta la espléndida forma de su espalda resaltando su esbelta figura. Así que siguió su camino hasta sentir el calor y la humedad que emanaba desde el centro de su piernas, que desobediente se habían entre abierto para darle mejor acceso. Tanteo la forma de su sexo y su ego se expandió aún más al sentir el siseo de ella.

Miro sus hombres suaves, su cintura estrecha y la turgencia de sus pechos y fijo la vista en el cura mientras sus dedos iban adentrándose entre los suaves pliegues de la mujer que le había robado la cordura, años atrás. 

Se ladeó de nuevo hacía ella dejando sus labios a la altura de sus oído y volvió a provocarla, le encantaba escandalizarla aún a sabiendas, que ella le seguiría el juego a pesar de todo lo que su sentido común le gritase. 

__Vamos, pero si esto te pone, estás tan excitada como yo.

De nuevo su voz era un acicate para Elisa que trataba de controlar su respiración para no llamar la atención de ninguno de los invitados mientras el padre iba procediendo con la lectura de los salmos.

Aquello debía ser pecado y en cualquier momento caería un rayo para fulminarlos por blasfemos, eso es lo que hubiese creído ella si creyese en eso.

__Pero pueden vernos__susurró con la voz entre cortada.

__Nadie nos presta atención, además ¿desde cuando te importa eso?__la observó por el rabillo del ojo, sus mejillas era dos resplandecientes manzanas rojas.

Era tan hermosa...

__Estoy seguro de que podría introducirme ahora mismo dentro de ti y follarte a placer y nadie se daría cuenta a menos que empezases a gritar.

__Dani__jadeó ella presionando más contra esos dedos que tan bien la conocían y la atormentaban haciendo aumentar el deseo de que siguieran hasta aliviar la tensión que se estaba acumulando alrededor de su zona íntima. 

El cosquilleo de ese placer prohibido y perturbador recorría cada poro de su pile y ya no podría detenerse hasta liberarse. Necesitaba correrse y tuvo que morderse el labio para no gritar cuando otro dedo entró dentro de ella apartando la amarada tela de sus braguitas de encaje.

Dani tiró de su nuca hacía atrás conteniendo las ganas de devorar su boca y sus erizados montículos y se fijo en el brillo de sus ojos entornados.

__¿Y si sigo en el restaurante?

Elisa se quedo sin aire ¡Como dejase de tocarla en ese mismo instante era capaz de tirarle lo primero que encontrase a la cabeza!

Dani dejo escapar una risita bajo la nariz entendiéndolo perfectamente y empezó trazar círculos alrededor de su sexo, evitando el sensible manojo de nervios que clamaban por su atención. Elisa siseó tratando de buscar, provocar y marcar su propio ritmo.

__Quieta...__ordenó con esa acerada voz suya.

Ella se aferró al banco con todas sus fuerzas deseando que la penetrara y dejase ya de torturarla, de intensificar aquel juego o se volvería loca. Necesitaba calmar el fuego que el se había encargado de encender bien dentro de ella. Quería que la besara, que la llenará y la hiciese estallar. Necesitaba notar esa falange atendiendo los puntos exactos, que entrasen en ella para apretarlo entre sus paredes...

Dani, inspiro el olor de su mujer y cerró los ojos, olía a primavera, a limpio y a excitación, a lujuria y pecado... conocía demasiado bien el aroma y el sabor de ésta como para no percibirlo. Sus muslos cuando se levantase estarían brillantes y húmedos, tendría las piernas temblorosas y se aferraría a él como si le fuera la vida en ello. Si Elisa supiese todo lo que le tenía planeado para ese día... estaba seguro de que desearía matarlo, de buenas a primeras hasta que de nuevo, ese pequeño secreto que compartían y los convertía en un solo ser se revelase tempestuoso y destructivo como un huracán. Fricionó más la palpitante zona y presionó más dejando atrás las suaves y sutiles caricias para acabar introduciendo además un dedo en ella que se derramó por completo en su mano.

Sonrió complacido y tras chuparse los dedos, le paso un hombro por encima de los hombros justo a tiempo para levantarse y aplaudir, la ceremonia había terminado.

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