Capítulo 4. Día de los Recuerdos

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Es sábado, un dia donde podré descansar el tiempo que no he descansado en toda la semana, ésta vez decidí caminar alrededor del centro de la ciudad para ver los puestos y algunos puntos turísticos que son muy interesantes, caminé enfrente de una tienda de diseño de interior y miré con detalle los diseños de algunas habitaciones que estaban detrás del cristal, vi que había un jarrón blanco para flores.

<FlashBack>

-¿Y LUEGO QUE? Te vas a ir y ahí te vas a quedar a hacer tus joterías, ya te lo he dicho antes... parece que te encanta que te regañen. -Repetía mi papá por milésima vez, observé a mi mamá llorar en silencio mientras recogía un jarrón de flores del piso, quien mi papá arrojó al suelo por decirle lo que anhelaba hacer.

-No papá... -Le suplicaba, en ese entonces tenía trece años, no tenía aún la menor idea del porque reaccionaban así cada vez que les decía que quería hacer eso. -Desde hace un par de años que quiero practicar eso y no le encuentro nada de malo, se supone que deben apoyarme como tu hijo, no entiendo por...

-¿Eres gay o no? -Me interrumpió y yo me sorprendí por tremenda pregunta en una situación inesperada para mi.

-No... pero, ¿Y si lo fuera, qué?

-Si lo fueras, te me largarías de ésta casa, yo nunca en mi vida voy a tolerar a un hombre que rechaza lo que es, así que, si no eres gay... -Me tomó bruscamente del brazo y me jaló a mi habitación, yo hacía mis intentos inútiles de soltarme de su agarre. -No irás a ningún curso de esa rueda, ni aunque lo fueras. -Terminó cerrando la puerta en mi cara una vez que me dejó en mi habitación.

Ahí fue la última vez que lloré por eso, la última vez que ya no seguí llorando por el hecho de que no me dejaran practicar una actividad común, la última vez que derramaría lágrimas por culpa de que mi papá fuera un hijo de puta.

</Flashback>

Compré aquel jarrón que me traía recuerdos de mi hermosa juventud, el color blanco solía ser el color favorito de mi mamá y también el mío, me relajaba en momentos de tensión y sentía algo de paz interior. Nueve dólares gasté en el.

Tenía algo de miedo imaginar que alguien de ahí me vea como si fuera un bicho o algún tipo de virus infeccioso, como solía pasar en Rusia.

Solía caminar en las calles de Rusia, pero muchos me gritaban "Joto" "¿Qué pasó contigo pues? ¿Dónde están tus huevos?" "Le mordió una mariposa" ¿La razón? Mi papá me humillaba enfrente de todos, regañándome en público por el mismo motivo, pedía las opiniones de otras personas y esas palabras salían de sus bocas, sólo por mencionar unos... ¿Qué clase de papá humilla en público a su hijo y lo presume en lugar de protegerlo y defenderlo? Si, así es Rusia.

Llegué a la plaza más conocida de la ciudad, me percaté de que había una galería de arte al aire libre y me llamó la atención, así que no dude en acercarme para conocerlo bien. Conforme me acercaba varias voces de mujeres se me hacían terriblemente conocidas, tanto que me dieron ganas de huir.

-¡Vlad! ¿Vienes solitario por aquí? -Oh no, giré mi rostro hacía la dirección de donde venía la voz y vi que era la persona a quien me encantaría apartarla a cambio de cualquier cosa... Aniston, la mujer más puta e hipócrita junto su grupo de amigas, quienes seguían sus pasos. No le respondí y vi que se acercaba a mi. -Puedes venir con nosotras, no hay problema. -Me sujetó del brazo apretandolo suavemente y solté un bufido.

¿Por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora