Estimado Im JaeBum

10

ÉL

— Okay. Esto me está dando un miedo de puta madre.

JinYoung arrastró la silla desde el comedor y se sentó a su lado.

— Bueno, es otra nota y ya. —Despreocupado, volvió a su libro y bebió un pequeño sorbo del té caliente.

— No, no es otra nota y ya. Tienes que leerla. —Alargó el brazo para que viera la nota, pero JinYoung le ignoró. Entonces pellizcó su brazo hasta conseguir un chillido de su parte—. ¡Que leas, hombre!

— ¡Ya, la leo entonces! —JaeBum le soltó, contento ahora. JinYoung le arrebató la nota y luego de tres segundos leyéndola, se la devolvió con desinterés—. Habla de la universidad de Houston.

JaeBum asintió, esperando más.

— ¿Ajá?

Un sorbo al té. Jinyoung miró la taza con tristeza. Ya no estaba tan caliente como le gusta.

— Por favor, Jin, no pienses en el té. Piensa en esto. —Hizo revolotear el papel en sus narices.

— Dice que podría cambiar de decisión.

Jaebum esperaba todavía más de él, pero cuando le vió girar la cabeza y beber más té, exhaló bruscamente.

— Tal vez necesitas leerla otra vez.

— Tal vez tú necesitas dejar de ser tan paranoico.

Cruzó los brazos.

— Muy curioso, ella usó esa misma palabra.

— Porque no hay otra que te describa en este momento.

— No soy un paranoico. Tienes que admitir que esto no es normal. O dime, ¿no es sospechoso que vaya a cambiar de universidad justo cuando sabe a cuál iré yo?

— Por favor, Jae, no es como si hubiera muchas opciones buenas aquí. Tal vez sí vaya a Houston al igual que tú, pero no puedes ser la única razón por la cual haya tomado esa decisión, deben ser los amigos, la distancia, incluso su familia, no lo sé. —Blanqueó los ojos cuando dijo lo último. Ya le tenía harto de eso, francamente—. Relájate un poco, ¿quieres?

Jaebum, por el contrario, guardó silencio un momento.

Nop. No estaba cómodo aún.

— ¿Y si lo hace para seguirme?

— Oh, Por Dios...

— Es que... No me siento tranquilo. Ella no es una chica normal, Jin, si leyeras todas las notas que ha dejado entenderías que... ¿Jinyoung? ¿A dónde vas?

Jinyoung estaba abriendo la puerta.

— A charlar de lo bueno que es este libro con las plantas.

— Yo no tengo plantas... —Un portazo le hizo callarse.

Ya entendió.

Se dejó caer en el sofá. Su vista en el techo. La nota aún estaba entre sus dedos, y sus ojos volvieron a esta. Su expresión fue igual que la primera al verla en su locker; un ceño fruncido.