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Sin duda esa tarde había logrado sacarme de mi modo zombie totalmente. Me había animado el pasar tiempo con las niñas y con Matías.

A la hora de la cena el Mati pidió pizza, la que comimos mientras veíamos películas en Netflix.

Las cosas parecían ir demasiado bien, y no quería que se terminara esta pequeña felicidad que me habían dado.

Pero a las niñas les dio sueño a eso de las 10 de la noche, así que partimos los dos a acostarlas. Supuse que posteriormente hablaríamos, o simplemente iríamos cada uno a su pieza a descansar. Con Matías era realmente difícil de saber. Me era difícil anticipar sus movimientos, por eso me pilló desprevenida cuando salimos de la pieza y me besó fugazmente.

"Creo que nos debemos una conversación" murmuró con una sonrisa. Asentí algo nerviosa y lo seguí escaleras abajo. Nos sentamos en el sillón y nos quedamos mirando. Al contrario de lo que esperaba, no me sentía tan incómoda.

"Entonces..." dije.

Él soltó un suspiro.

"Lo que te dije en el hospital, lo de estar juntos" empezó. "Es verdad, Pauli... Quiero intentarlo" susurró.

De todas formas no lograba aliviarme, ni responder mis dudas respecto a esto. Una parte de mi deseaba creerle con todas mis fuerzas, pero el simple hecho de que su esposa aún estuviera conectada era lo que me impedía hacerlo. A Matias lo quería con todo mi corazón y estaba encariñada con sus hijas hasta las patas.

"La pregunta es si tú quieres intentarlo" me miró de una manera indescifrable.

"Obvio que quiero intentarlo Mati, pero creo que todo tiene que ir a su debido tiempo" él asintió con el ceño profundamente fruncido. Se levantó del sillón y se agachó a mi costado. Un bostezo escapó de mi boca sin darme cuenta. "Yo creo que-"

"Deberíamos ir a dormir" terminó él por mí. Asentí.

Si bien no habíamos hablado de todo lo que deberíamos me sentía más tranquila, porque sabía que íbamos a tener más tiempo para hablar de ahora en adelante. Presentía que se venía un cambio.

Matías tomó mi mano y tiró de ella, guiándome escaleras arriba hasta mi pieza. Abrió la puerta y entramos los dos. Busqué su mirada, esperando que se despidiera y se fuera a su pieza, pero eso no pasó. Sus labios se estamparon con los míos y yo jadeé en respuesta. Eso no lo veía venir. Me aferré a su cuello, sintiendo como nos encaminaba a mi cama. Rompió el beso al llegar a esta. Me miró unos segundos y sonrió. Se dio la vuelta y caminó al otro lado de la cama, se metió en ella bajo mi atenta mirada.

"¿No vas a venir?" preguntó cuando se hubo acomodado. Sacudí la cabeza y asentí frenéticamente.

Me metí en la cama y me acosté de lado, mirándolo. Él alzó su mano y corrió unos mechones de pelo de mi cara.

"Eres preciosa Pauli" susurró. No pude evitar sonrojarme. Gracias al Dios estábamos a oscuras. Lo sentí acercarse y cerré los ojos por inercia. Sus labios impactaron en mi frente. "Ahora, a dormir princesa" 

¡Me dijo princesa por la chucha!

Mi corazón comenzó a latir de forma arrítmica. ¿Por qué este hombre era tan tierno? Maldita sea. Me acerqué a él y cerré los ojos, dispuesta a entregarme al sueño.

No sabía qué hora era, me giré y encontré la cama vacía. Fruncí el ceño. Tomé mi celular y vi la hora. 3 de la madrugada. ¿Dónde estaba Matías? Bostecé y volví a dormirme, diciéndome que quizá estaba en el baño.

Volví a abrir los ojos y, nuevamente, encontré la cama vacía. Me estiré en la cama y vi la hora en mi celular; 10 de la mañana. Quizá había ido a una práctica, o qué sé yo.

Me levanté, y fui directo al baño para darme una ducha. Hoy se venía un día largo, y planeaba salir con las niñas a pasear o algo, quizá podríamos hasta pasar a ver a Matías a su entrenamiento. Sonreí pensando en lo feliz que serían los tres al verse. Había estado aprendiendo a conocer a Matías últimamente, y a pesar de toda la tristeza y la soledad que sentía, él siempre se las arreglaba para ocultarla de sus hijas, para no preocuparlas supongo. Pero de mí no podía ocultarlo. Tenía más que claro que aún le dolía un poco lo de su esposa, y el saber que aún estaba en una camilla postrada, conectada al ventilador... me enfermaba.

Me terminé de abrochar las zapatillas y salí directo a la cocina a prepararles el desayuno a las niñas. Fruncí el ceño al ver a Matías sentado en una de las sillas, con la vista fija en el mesón. Fruncí el ceño. Se veía triste. Mi corazón comenzó a palpitar con más rápidez.

"¿Matías?" pregunté tímida, él alzó su vista y su rostro reflejaba tristeza. ¿Qué estaba pasando?

"Pauli" su rostro se compuso en unos segundos. "¿Cómo amaneciste?" se levantó de la silla. "Yo... ya me iba" sonrió y besó mi frente. "Te ves guapa hoy" susurró.

Lo miré confundida.

"¿Estás bien?" pregunté. Él asintió.

"Sí, yo... Estoy de maravilla" mintió.

Su celular comenzó a sonar. Lo tomó y contestó apresuradamente.

"Adela" dijo. Lo miré atenta. Su rostro reflejó asombro, emoción contenida. "¿Lo confirmaste ya?... ¿Tú la viste?... No lo puedo creer, yo... Voy en seguida para allá, nos vemos" cortó rápido y me miró con una genuina sonrisa. 

"¿Qué pasó?" pregunté, aunque tenía una leve idea de la respuesta, y esperaba que no fuera lo que creía.

"¡Se movió!, Pauli, ella se movió, está viva, ¡Está bien! Va a despertar" me abrazó y salió corriendo a la entrada. Dejándome en la entrada a la cocina, con un millón de cosas que decir y mi corazón resquebrajándose de a poco.

Me sentí mezquina por no poder ni querer alegrarme de Matías y lo que había pasado con Alejandra, pero simplemente no me nacía hacerlo. Matías había dicho que sentía cosas por mí, que me quería a mí, y sin embargo salió corriendo a la clínica a ver a su señora. Su señora. Yo no era nadie en su vida, y las cosas deberían haberse mantenido así. No debí involucrarme sentimentalmente con este hombre tan impredecible. Matías estaba aún enamorado de ella, su corazón aún latía por y para ella. Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos y sacudí la cabeza con brusquedad. 

Estaba apresurándome, saltando a conclusiones. Quizá... Detuve el curso de mis pensamientos, no sacaba nada con hacerme ilusiones tampoco, y no engañaba ni al más ingenuo pensando que quizá él y yo podríamos tener algo serio, algo en lo que solo seamos él y yo, y no él, yo y el fantasma de su esposa.

"Tienes que ser positiva" me dije. Me tomé un vaso de agua y me puse a hacerle el desayuno a las niñas. Estaba segura de que ellas iban a lograr que me olvidara de todo esto por un momento aunque sea. 

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ayyyyyy, que triste todo vieron?


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