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-Es la última vez que te advierto sobre andar merodeando por los pasillos a estas horas, Sota-dijo el pelinegro de brazos cruzados intimidante ante el rubio por más de que solo se llevaran dos años de diferencia.

-¿Y por que tu si puedes estar aquí?-Renegó el rubio de una forma burlona.

-Yo si tengo permiso. Ahora vuelve a tu cama si no quieres meterte en más problemas.

Sota suspiró con un notable fastidio y dio media vuelta directo a los dormitorios de su casa.

-Slytherin, ¿cuando vas a aprender?- Se dijo a si mismo sobando su cabeza y estrujando su varita con su otra mano.

-Señor Masuta.

-Diga profesora Mcgonagall.

La profesora bajó sus lentes para poder apreciar más detalladamente al chico. Parecía querer intimidarlo, pero para Budo, quien conocía perfectamente a la profesora, sabía que esa no era más que una normal costumbre de la anciana para llamar su atención.

-¿Se ha enterado de la reunión de magos en el Caldero Chorreante?

-No profesora. ¿Debería?-preguntó el chico guardando su varita bajo su túnica y posicionandose firme ante la señora.

-Me temo que si. Se los han encontrado husmeando a unos estudiantes de su clase de Quidditch, metiendo sus narices en asuntos que no les corresponden. El departamento de seguridad mágica amenazó con cancelar las actividades de la casa de Gryffindor. Digale a sus amigos que dejen de entrometerse y no se metan en asuntos peligrosos.

-S-Si profesora- Budo se hizo a un lado para que Mcgonagall siguiera su paso para dejarlo solo en los pasillos.

¿Qué tanto querían averiguar esos mocosos? Siempre metiendolo en problemas con los profesores... Si no fuera por que eran como su familia para él, ya los hubiera hechado a todos del equipo de quidditch.

Budo acomodó su túnica ya listo para volver a su habitación a dormir. Él tenía derecho de merodear por los pasillos hasta tarde asegurándose que los de cursos menores no andaran dando vueltas haciendo travesuras fuera de la cama, pero él como alumno también debía respetar ciertas reglas.

Caminó rumbo a su dormitorio bajo la luz de la luna, y alguna que otra antorcha encendida. Jamás se cansaba de ver los retratos encantados del castillo por la noche. Era gracioso verlos dormir o roncar. Hubiera jurado escuchar al retrato de Brian Gagwilde III pronunciar frases obscenas a media noche. Recuerda que una vez unos alumnos lo escucharon decir obsenidades mientras dormía, fue un escándalo. Es por eso que lo transfirieron al despacho del director.

Budo ya agotado deseando recostarse en su cama y por fin dormir, iba a subir las escaleras que daban a los dormitorios cuando escuchó un resbalón del otro lado de la sala. Le resultó sospechoso considerando que la profesora Mcgonagall era la encargada de hacer guardia en ese salón, y dudaba que a su edad andara correteando por ahí.

Tenía dos opciones; la primera era fingir no haber escuchado nada y por fin recostarse en su linda cama. O la segunda, que obviamente era averiguar de donde vino ese ruido.

Su moral era más grande que su cansancio, no podría dejarlo pasar por alto. Tomó un suspiro silencioso y caminó directo hacia donde había escuchado ese sonido, alejándose cada vez más de las habitaciones de los estudiantes.

Caminó intentando provocar el más mínimo ruido posible adentrándose a la oscuridad del salón donde se dictaba la clase de pociones intentando agudizar su sentido del oído para detectar de donde provenían esos ruidos.

Los sonidos, como golpes contra madera hueca se convirtió en pasos que caminaban lentamente hacia él. Algo que lo sorprendió al creer que había sido muy silencioso.

Yandere Simulator en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora