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Era un asco estar metido en ese agujero del cual sólo salía si algún cliente soltaba la suficiente cantidad de dinero para tenerlo pero, al menos era el asco dónde había aprendido a sobrevivir.

Además, que El Emperador tratara a los pelirrojos como mercancía exótica le había ayudado bastante pues, los primeros años si que la paso mal pero después de ser adquirido sólo en un par de ocasiones fue tomado con brusquedad.

De ahí, sólo personas raras.

Cómo el obsesionado con el horóscopo que lo hizo sostener su lucky ítem mientras se lo hacía, hasta un gigante que comió dulces encima suyo.

Odiaba ser rentable pero lidiaba con ello, hasta que fue vendido.

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-Reo. - llamó al encargado de cuidar a los rubíes. -¿Cómo es él?

El joven le sonrió divertido, sabía que tarde o temprano preguntaría con respecto a su nuevo destino.

-Te diré Tai-chan. - se acercó para hablarle entre susurros. -Él ha comprado de todo y todo, incluye a niños pequeños.

En ese momento el pelirrojo lo supo, odiaría a ese maldito con toda el alma.

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Y ahí estaba, gruñendole sin causar reacción a un Nebuya que seguía plantado a su lado después de darle una nalgada con la tonta excusa de ver rebotar su trasero y con este, la cola esponjosa que llevaba.

Porque sí, no había sido suficiente la humillación de ser llevado dónde un depravado cualquiera sino qué, también había sido disfrazado como un conejo de revista erótica.

-¿Por qué no te has largado de una buena vez? - una voz ronca lo hizo girar sobre si.

Un moreno algo mayor, descendió por las escaleras, tenía un cabello bonito pero una cara de fastidio que detesto enseguida.

-Sólo cumplo órdenes, tengo que entregar el paquete personalmente. - el moreno más fornido empujo al de mirada rubí donde el peliazul.

Este lo sostuvo de la cintura apegándolo a su cuerpo, Kagami se quedó prendado ante la gentileza del agarre.

-Odio que sean bruscos con mis cosas. - entonces gruñó bajo al escuchar esas palabras. -Tal vez debería hablar con El Emperador sobre sus empleados.

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Después de que Nebuya se marchara deshecho en disculpas, por fin Aomine Daiki tuvo la oportunidad de pasar tiempo de provecho con su nueva adquisición.

Al menos eso había intentado hasta que fue tacleado al llegar a la alcoba donde lo había dejado.

-Así tal cual te imaginé tigre. - sonrió burlón mientras Kagami yacía sentado encima suyo. -Todavía no entiendo el porqué un conejo cuando es obvio la especie que eres.

-¡Cállate maldito! - le gritó. -Se de los niños, monstruo.

Aomine ahora serio se impulsó para cambiar las posiciones en las que estaban, Kagami se vio sorprendido ante el veloz movimiento.

El moreno observó para su regocijo como el sonrojo embargaba su rostro. Ahí estaba la razón de escoger un disfraz adorable, todo él era una combinación excitante de fiereza y ternura.

Se fue acercando lentamente, el chico cerró los ojos con fuerza y encandilado ante ese gesto decidió torturarlo un poco más paseando su nariz por la tersa piel de su mejilla.

-Si compré niños. - declaró haciendo que una lágrima se le escapara a Kagami. -Pero para devolverlos a sus familias.

Orbes rubíes y zafiros se encontraron.

-También te llevaré con los tuyos. - y no supo que decir. -Si me hubieras dejado hablar antes Bakagami. - entonces sólo respondió cómo sabía hacerlo, cómo quería hacerlo.

Sus labios se encontraron con los del moreno, con ese que no le había dado pruebas de que decía la verdad pero a quién sólo le restaba por creer.

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¡Hola! :) paso de nueva cuenta a torturarles con uno de mis acostumbrados drabbles relámpagos pero ahora, con la justificante de que es para el quinto reto de "Es de fanfics" ❤ el tercero donde yo participo.

El asunto fue que según mi edad me tocaron los clichés del "Millonario" y el de "se odiaban pero luego se amaron" la verdad, no sé si lo hice bien pero es la OTP así que me esmere, eso que ni qué. xD en fin, espero les gustara.

¡Nos estamos leyendo! ❤

"Nada le costaba creer."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora