La alarma de mi celular sonó, eran las 5:40 de la madrugada, me levanté de mi gloriosa cama y me dirigí al cuarto de baño, mis músculos tensos se relajaban a medida que el agua salía « por qué es tan complicado levantarse temprano» pensé, todo tiene una razón de ser, me respondí a si misma. Al llegar a mi habitación me coloque el uniforme y salí del cuarto , para cuando llegué a la cocina ya eran las 6:15, así que me despedí de mi madre lo más rápido que pude y salí a esperar el autobús que me llevaría a la escuela. Cuando por fin llegué, me reuní con mi mejor amiga.
–Abby – la llamo.
–Nena donde andabas, llevo horas buscándote– me dice casi en susurro.–Necesito contarte algo.
En el momento en que pronuncia la última palabra, entra el profesor de arte y al verlo tomamos asiento de inmediato.
–Luego te cuento.
–Vale.Este día no es el mejor que digamos, los minutos se me hacen horas y tengo mucha curiosidad por lo que Abby me va a decir, mi mente se imagina demasiadas cosas que ni siquiera entiendo la clase, tampoco es que me guste mucho arte pero al menos trato de prestar un poco de atención. Cuando por fin termina esta clase me reúno con mi mejor amiga.
–Ahora si, cuéntame.
–Relajate amiga, no es algo tan importante.
Al escuchar eso, siento un peso menos, pero al igual tengo mucha curiosidad.
–Está bien, pero dime ya por favor.
–Te acuerdas de aquel chico que me presentaste hace una semana aproximadamente? me pregunta con esperanzas de que mi respuesta sea un si.
–Claro amiga cómo olvidar tu cara de nervios cuando lo viste– me río a carcajadas.
–No te rías, significa mucho para mí, desde ese día, no he hecho más que recordarlo.
–Entonces te alegraría saber que el y yo ahora somos mejores amigos– Le espeto sin más.
Al darme cuenta que no respondió al instante me asusté un poco, pero al ver que de un momento a otro me abrazo, se me quitaron los nervios –Eres la mejor. Me dijo.
–Tú igual. Le contesté.