THIRD

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DÍA TRES

Miércoles


—¿Acaso no te dije que limpiaras las mesas? —HoSeok se quejó detrás de él, sin moderar el tono de su voz.

Había gritado sin quererlo y algún que otro consumidor se había volteado en consecuencia. TaeHyung abrió los ojos al instante y su cuerpo dio un saltito involuntario y muy poco masculino debido al susto.

—No estaba dormido, ¡no estaba dormido! —balbuceó, apresurándose a pasar el dorso de su mano por su cara, quitando cualquier posible rastro de baba. El mayor observó con los brazos cruzados en su pecho y una ceja alzada cómo el castaño se enderezaba con adormilada torpeza.

—Por supuesto que no, ¿sólo descansabas los ojos, o querías imaginar la vida del ciego? Vamos, que escuché todas las excusas existentes en el mundo salir de YoonGi. —se burló el de cabello dorado, arrojando hacia TaeHyung un trapo húmedo. El pobre chico aún seguía algo dormido y no pudo detener el pedazo de tela a tiempo, éste chocó con fuerza contra su pecho.

—Estaba... rezando.

El rostro de J-Hope se relajó con lentitud, y como un giro inesperado, acabó soltando una carcajada; ni del gran Min YoonGi se hubiese imaginado tal respuesta. Le ordenó a TaeHyung que cumpliera con lo que le había ordenado anteriormente y retomó su camino a la cocina. El castaño no protestó y casi corrió hacia las mesas, deslizando el trapo sobre la madera como si fuese su propósito de vida. Una sonrisa aliviada iluminaba su rostro; se había salvado.

Siete veintidós y contando, TaeHyung había acabado con las mesas y ahora anotaba el pedido de una amable y contenta señora. Arrancó la hoja de la libreta para alcanzársela a SeokJin, quien se las arreglaba para lavar y preparar varias tazas de caliente bebida al mismo tiempo.

El castaño se preguntó si quizás debía ir con él y darle una mano. Pregunta que se perdió en alguna parte de su confusa mente cuando la puerta del café dejó entrar a quien había estado esperando durante todo el día. ¡JuHee! TaeHyung sonrió complacido. Oh, quería verla.

HoSeok golpeó con leve fuerza su hombro, obligándolo a voltear. Él le tendía la pequeña libreta con una sonrisa descarada, moviendo su cabeza de forma extraña; más que claro quedaba hacia donde señalaba. Esa mesa. El castaño abrió exageradamente los ojos de forma instantánea, mirando la libreta como si se tratara de la cosa más tenebrosa del universo.

—¿Qué? No hagas esa cara, vamos. Atiende a la clientela, es tu trabajo. —HoSeok sacudió la libreta frente a él, claramente divertido con toda la situación.

TaeHyung tragó seco, su mano acercándose con duda a la libreta. No se sentía preparado para verla de cerca, ¡por supuesto que no! Quería seguir observándola desde la lejanía, ¿como un acosador? Tal vez; pero un acosador refugiado en la seguridad del tomar distancia.

Impulsado por un pequeño empujón -cortesía de J-Hope-, hizo su camino hacia aquella mesa junto al ventanal. JuHee ya se encontraba dibujando fluidamente, y una vez más parecía estar en otra dimensión. De repente se sintió nervioso. ¿Estaría bien siquiera interrumpirla? ¿Y si le clava su lápiz en los ojos? ¡No quería que ella lo odiara en su primer encuentro! El castaño, boqueando como un pez, buscó a HoSeok en busca de ayuda. Éste no hizo más que apuntarle con su dedo índice de forma amenazante.

Suspiró. Ahora o nunca. Caminó lo poco que lo separaba de la mesa número doce, e incluso una vez estando junto a ella, JuHee parecía no estar consciente de su presencia. Seguía inmersa en la hoja frente a ella. El castaño intentó distinguir algo del dibujo, pero no lo logró.

Aclaró su garganta: —Eh, buenas tardes, ¿o noches? ¡Oh! Uhm, ¿podría tomar su orden?

JuHee alzó el rostro para mirarlo, segundos después le sonrió. TaeHyung quedó perdido unos segundos, diablos, ¿qué le estaba sucediendo? Ella era incluso más bonita desde cerca. Sus pómulos se alzaban cuando sonreía, su pequeña nariz y sus mejillas estaban sonrojadas por el crudo invierno, y traía un gorrito de lana blanca adornando su cabeza. Eran pocos los mechones violetas que alcanzaban escapar de éste. Le quedaba genial, vaya.

—Un café cortado, por favor. ¡Oh! Y un croissant, sí, tengo hambre.

TaeHyung no pudo evitar sonreír antes de garabatear la orden sobre la libreta.

—Claro.

Definitivamente era bonita, y agradable, ¡muy agradable! Diablos, cada vez le agradaba más.

Ignoró la mirada burlona de J-Hope mientras escribía con su mejor letra en un pequeño trozo de papel que había arrancado de la libreta. No quedó conforme con su desordenada caligrafía, pero ya más no podía hacer. Colocó la nota bajo la taza antes de volver a acercarse a la mesa doce.

—Que lo disfrutes. —dijo él, ganándose una nueva sonrisa de parte de ella. TaeHyung podía asegurar que ambas habían quedado grabadas a fuego en sus retinas.

"me gusta tu cabello :)"

Lo último que vio TaeHyung antes de que JuHee abandonara el Et Café fue su linda sonrisa, ésta mucho más brillante que las dos anteriores.

Y cuando se acercó a la mesa para recoger su propina, sonrió al notar que la nota ya no estaba, se la había llevado con ella.

—Oh, realmente deja buenas propinas.

Sept et caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora