Prólogo

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— ¡Oh, vamos Madison! — gritó ella, interponiendóse en su camino. — ¡No puedes irte a Londres, te necesito conmigo! ¡Aquí! —

  Una gran carcajada salió de los labios de la contraría empujandola para apartarla de su camino y que esta caiga sobre el enorme colchón. La miró molesta soltando un quejido viendo como corría la puerta corrediza de su armario sacando una maleta azul zafiro.

— Emma, Emma, mi pitufa Emma... — negó con la cabeza en forma de desaprobación sonriente. — Sabés que hace mucho no visito a mi tío y lo extraño mucho, además de que necesito esas vacaciones. — dijo la antes nombrada mientras guardaba su ropa en la maleta viendo como la contraría hacía varios pucheros como si se tratara de una niña pequeña molesta porque su madre no le cumplió su capricho.— En verdad quiero ir.

— ¡Pero, con quién hablaré cuándo vos te vayas! ¿A quién le voy a contar las cosas que me suceden? — cuestionó siguiéndole con la mirada observando como la castaña se movía de un lado a otro tomando sus pertenencias y guardarlas en dicho objeto.

Alzó la vista, colocando sus manos en su cintura.

— Pues... Obviamente yo. Duh... — rodó los ojos al cielo riéndose. — Ya para Emma, me vas a volver más loca de lo que ya estoy. — suspiró, llenando sus pulmones de aire y exhalando para sacarlos; tomó una gomita haciéndose una coleta de caballo con algunas mechas sueltas. Caminó hasta su amiga y se agachó frente suyo, dándole un abrazo. — ¿Sabés que siempre puedes contar conmigo, no? — la morena asintió en forma de respuesta. — Entonces, ¿qué te preocupa?

  Tocó el puente de su nariz dando a entender que estaba nerviosa, miró hacía los lados y suspiró.

— Es la primera vez que no pasaré tiempo contigo — susurró. — , eres como una hermana para mí y ahora, no se que voy a hacer cuando vos no estes...

— Podemos hablar por Skype, así te sentirás mejor cuando no este... También tienes a Luke, él es un gran amigo, tendrán tiempo para charlar sobre estos años en el que no se vieron.

— B-bueno. Eso puede ser... — le sonrió un poco y la abrazó. — Te extrañaré mucho, Potter.

— Yo más, pitufa. — ambas rieron por los apodos, para luego comenzar a guardar todo.

(..)

  Señores pasajeros, su destino a Londres ha llegado. Por favor, abrocharse los cinturones de seguridad.

  Rodó los ojos al cielo y volvió con su vista a la ventana, todo era tan magnífico, desde las altas alturas del avión se podían apreciar la hermosa ciudad de Londres; apenas y se podían ver a las diminutas personas haciendo sus deberes del día. Esbozo una sonrisa y cerró los ojos, escuchando como la música de fondo se hacía menos audible.

(..)

— Y ahora dónde esta ese viejo... — murmuró por lo bajo, entre la gran cantidad de multitud de la gente en el aeropuerto de Londres, hace más de una hora habían aterrizado y su tío aún no llegaba. Cosa que le molesto un poco.

Un gruñido escapo de sus labios en cuanto un ejercito imperial de chicas — y uno que otro chico — pasaron como una avalancha de rinocerontes por encima de ella. Varias cosas calleron de sus manos he hizo el mínimo esfuerzo de no perder el control. Tomando una gran bocanada de aire se agacha recogiendo sus cosas cuando de repente una mano ajena aparece en su campo visual, agarrando un cuadernillo de terciopelo azul.

Alzó la mirada y se sorprendió al ver de quién se trataba, los ojos se le humedecen debido a las pequeñas gotas de lágrimas de emoción.

— ¡Jorge! — exclama, saltando a los brazos del señor, siendo correspondida a los segundos.

— ¡Madison! ¿Cómo has estado, pequeña? — le cuestionó, luego de haberse separado del abrazo.— Has cambiado demasiado. Ahora eres toda una señorita. — río al ver como la contraria se sonrojaba con levedad.

— Te he extrañado mucho, tío... — limpió con la palma de su mano las lágrimas, aunque la sonrisa de su rostro se esfumó de un segundo a otro seguido de un quejido. — ¡Te tardaste mucho al venir a buscarme!. Pensé que te habías olvidado de que venía de visitas.

— Bueno... Entre tanta multitud de personas y bastantes chicas que pasaban corriendo se me hizo imposible localizarte. — se frotó la zona golpeada mientras le extendía la mano devolviéndole el cuadernillo.

Bufo tomando el objeto y cruzándose de brazos dijo: — De acuerdo. Pero que sea la última vez. — lo tomó de la mano y comenzó a caminar. — Ahora vamos que no soporto estar aquí.

¡Quiero conocerte, Styles! | H.S | ProximamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora