XXVII

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Alma herida, navegante de océanos sin piedad que arrematan contra tu ser, en algún momento encontraras la isla que tanto anhelas.

La paz entrará por tus paredes y vivirás el resto de tus noches junto al medicamento que sana la ruptura de corazón.

Yo a gritos me quedare en silencio, pues mi susurro se verá con el eclipse de mi sonrisa cuando el 'pastor pregunte si alguien se opone...




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