Era tan hermosa. Eso fue lo primero que pensé cuando la conocí. Empecé a compararla con cualquier flor existente, pero ninguna estaba a su altura.
Conocer al pequeño Luffy fue una oportunidad para acercarme a ella, para entablar una amistad, un terreno sobre el que asentar lo que el futuro depararía para nosotros.Tiempo después de que Luffy se fuera del pueblo, yo volví a su bar. Volví para verla, para seguir suspirando por ella a sus espaldas, para seguir soñando con nuestro futuro juntos mientras ella intentaba que bajara de mi mundo y atendiera a las palabras que salían de sus hermosos labios.
En fin, que me empalago y no sigo.
Como iba diciendo, volví a la aldea y fui a verla. Estaba limpiando la barra con un trapo, sonriendo y tarareando una canción. Me acerqué y ella elevó su mirada; sus ojos comenzaron a brillar cual estrellas y su sonrisa se ensanchó.
-¡Capitán!- exclamó, saliendo de detrás de la barra y lanzándose hacia mis brazos. La abracé, riendo- Hace tiempo que no le veo, ¿qué le trae por aquí?
-Bueno, quería probar tu comida otra vez, Makino. Me tienes enviciado- contesté, con tono burlón- Además, te quería decir algo, pero prefiero dejarlo para el final- añadí. Ella asintió y fue a prepararme su deliciosa comida.
Me senté en un taburete, quitándome la capa. Me quedé mirando la manga atada donde debería estar mi brazo derecho, frunciendo el ceño. No me arrepiento de lo que hice- salvarle la vida a Luffy me pareció algo que se merecía tal sacrificio- pero las dudas me corroían: ¿Makino querría a un pirata manco como yo? Porque por muy poderoso que me consideraran, seguía siendo lo que era: un pirata que perdió su brazo en pos de la nueva Era.
Suspiré, justo cuando Makino dejaba el plato con comida frente a mi.
-¿Estás bien, capitán?- me preguntó. Yo cogí la cuchara y empecé a comer, asintiendo.
Entre cucharada y cucharada, entre trago de sake y trago, nos fuimos contando nuestras peripecias y hablando sobre Luffy y su viaje.
-He oído que está por Alabasta. Tiene que hacer un calor horrendo allí- comentó Makino. Yo sonreí.
-Es Luffy, estará bien. Además, ya tiene nakamas.- dije, terminando el plato.
Seguimos hablando sobre él, y entre risas y sentimientos de nostalgia, se nos fue el día. Ya era por la noche y yo tenía que volver a zarpar al día siguiente.
-¿Qué era aquello que quería decirme?- preguntó Makino, entonces. Yo tragué saliva, maldiciendo en el silencio de mis pensamientos.
-Pues verás...- “Sé fuerte, Shanks. Sé fuerte”, pensé- Hace tiempo que nos conocemos, bastante tiempo, y no puedo negar que te he estado observando. Tu comida me tendrá enviciado, pero tú misma me tienes obsesionado. No puedo parar de pensar en ti y, sinceramente, no quiero. Formas parte de mis sueños y también de mis pesadillas, en las cuales te pierdo y no vuelvo verte. Me frustro al pensar que estarás con otro que no sea yo, viviendo tu vida lejos de mis brazos y mi cariño. Sé que te mereces ser feliz, pero quiero ser yo quien te ofrezca esa felicidad. Sé, también, que soy un pirata, que mi lugar está en el mar y mi barco es mi hogar, y sé que tu sitio está aquí porque así lo quieres, pero son cosas que no me importan. Porque pararía mi viaje, una y mil veces, si sé que al volver aquí tu estarás esperándome, con esa sonrisa dulce tan tuya y esos ojos más brillantes que todas las estrellas del firmamento. ¿Para qué alargarme más? Te quiero Makino y deseo que estés siempre a mi lado.
Makino se quedó estática, con la boca entreabierta y los ojos como platos. Estaba claro que había sufrido una impresión. “Maldita sea...”, pensé.
Iba a preguntarle si estaba bien, cuando saltó y se enganchó a mi cuello, llorando y riendo al mismo tiempo.
-¡Makino!- exclamé. Ahora el sorprendido era yo.
-Shanks...- susurró, entre lágrimas, enterrando su cara en mi cuello- Oh, Shanks... esto... esto es como un sueño. Dime, por favor, que es real. Que tú estás aquí y que me has dicho lo que me has dicho...
-Esto es real y te confesado mis sentimientos- le dije, sonriendo. Ella se separó de mi cuello y me miró. Su mirada era más brillante que nunca, y no solo por las lágrimas que recorrían su rostro. En sus orbes oscuros habitaba la felicidad más grande y pura que jamás había visto.
Entonces, dijo algo que sentenció- para bien- mi vida:
-Yo también te quiero, Akagamine Shanks. Te quiero demasiado como para haber podido confesártelo antes.
La miré, asombrado y feliz, y no esperé más. Cogí su pálido y hermoso rostro con mi mano y la besé con suavidad y ternura. Ella respondió, volviendo a llorar de alegría.
No tenía que preguntarle si aceptaba a un manco como yo. Ya sabía la respuesta. Me la acababa de dar. Y yo podía decir que era el hombre... no, el pirata más feliz del mundo.
Podía decir que había encontrado el mejor tesoro del mundo, más importante que el One Piece incluso: el amor verdadero y, por si fuera poco, correspondido.¿Qué os pareció? Ya tenía ganas de hacer un one-shot.
Pensaba en un Mihawk x Shanks... pero me dio la santa pereza 😁. Esto, admito, está mejor.El capitán pelirrojo se merecía un fanfic y este es el resultado... me puse súper empalagosa escribiendo esto, lo confieso. Pero ha valido la pena.
Y, bueno, espero que os haya gustado.
Chau~♥
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"I wanna tell you something..."
FanfictionYa se lo advirtió Roger: «Cuando caes en algo así, es difícil volver a levantarte». En aquel entonces no había entendido lo que su capitán quiso decir, pero ahora sí... ------------------------------------------------------------- One shot Shanks X...