Hinata despertó aquella mañana con la boca seca, un hambre voraz y el cuerpo resentido, como si hubiera hecho un gran esfuerzo físico, pero aparte de eso, un dolor de cabeza que parecía que le taladraba el cerebro, era la sensación más horrible que había tenido nunca, aquella conocida como la resaca.
-¡Ugh! No vuelvo a beber nunca más.
Miró con la vista borrosa alrededor de su habitación; no recordaba cuándo se había cambiado de ropa o cuando se había duchado, notaba aún el cabello húmedo. Ni si quiera recordaba casi nada de anoche, incluso cómo había llegado a casa.
Se levantó pesadamente de la cama, dirigiéndose a la cocina para devorar la primera cosa que se le pusiera por delante, rezaba porque Hanabi hubiera hecho tortitas, eso sería algo genial y que le sentaría a las mil maravillas.
Bajó las escaleras al dirigirse a la cocina, pero no encontró a nadie, ni si quiera había tortitas, lo cual era raro, porque Hanabi llevaba toda la semana dando la tabarra con que las haría para el fin de semana.
-¿Hanabi?- llamó Hinata mientras la buscaba por toda la casa.
Llegó al salón, encontrándose a su hermana dormida en el sofá, abrazando a... ¿Naruto?
¿Qué hacía Naruto ahí? ¿Por qué Hanabi le abrazaba?
Dejó que durmieran, porque se les veía que estaban agotados. Hinata dedujo que Naruto no quería ir a casa porque había discutido con su madre, y se había quedado viendo la tele con Hanabi hasta las tantas.
Se dirigió a la cocina, con gran pesar de que no hubiera tortitas para desayunar... podría hacerlas, pero seguramente Hanabi se enfadaría diciendo que quería hacerlas ella.
Miró el reloj, y se sorprendió de que fueran las dos de la tarde, por lo que desayunar estaba descartado... así que decidió comer un poco de arroz que había en la olla eléctrica, que había decidido dejar hecha con su hermana la tarde anterior, y aderezarla un poco... quizás con pollo, o con bacon.
Un rico olor inundó las fosas nasales de los bellos durmientes, quienes se despertaron con mucho esfuerzo.
-Naruto-niisan... ¿qué hora es?- preguntó Hanabi mientras se estiraba y trataba de tener una vista enfocada.
-Pf... las tres menos cuarto de la tarde, peque- Naruto sentía su estómago rogando por comida, todo por ese delicioso olor.
Ambos se miraron, significativamente, y se dirigieron a la cocina, para encontrar a Hinata preparando un excelente manjar: arroz con mantequilla, huevos y bacon... especialidad de los Hyūga... bueno, del tío Hizashi y sus mezclas extrañas.
-Buenos días chicos- dijo Hinata mientras colocaba los platos en la mesa- ¡hora de comer!
Hanabi la miró de mala gana, y se fue de la cocina muy enfadada con ella, encerrándose en su habitación, escuchándose el portazo desde la cocina.
Naruto miraba hacia las escaleras por donde se había ido Hanabi.
-¿Qué le pasa?- preguntó extrañada
Naruto dirigió sus ojos azules hacia ella, y no sabía cómo responder... por un lado estaba enfadado con ella, por haberle mentido, por el otro estaba decepcionado por su repentino cambio, y por lo que estuvo a punto de hacer en la fiesta, de no ser porque él la detuvo.
-¿No recuerdas nada?- el tono de Naruto era... inexpresivo.
-No, ¿por qué?
-¿No recuerdas lo que le dijiste a Hanabi?- el tono de Naruto empezó a tener tintes de ira.
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A mi estilo
RomanceHinata es una chica peculiar: no le interesa lo que a la chicas de su edad y eso incluye el tener novio, pero todo cambia con la llegada de Toneri, un chico al que se le califica de príncipe. Hinata empieza a cambia su manera de ser y de vestir para...