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Uno de los profesor había faltado y se nos dejo tener hora libre; varios aprovecharon, ya sea estudiando, haciendo tareas o jugando un rato con sus celulares.
En mi caso, disfrutaría este momento hablando contigo.
Tu mirada se notaba distraída mientras conversábamos y no podía evitar sentirme extraño cada vez que veía como te alejabas para poder ir a verlo en su salón, con esa sonrisa plantada en tus labios y esa mirada llena de amor.
Seguramente pensabas que no me daba cuenta de la situación, pero soy muy bueno fingiendo que no entiendo.
Al tocar el timbre te vas en silencio, buscándolo; y yo me quedó aquí, siendo el único alumno que continua en el salón, escribiendo en este trozo de papel para poder desahogar mis estúpidos sentimientos.

Me duele solo ser su reemplazo.

ReemplazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora