El inicio

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Creí que todo era temporal, y no me equivoqué. Divago en las canciones de mi teléfono mientras observo las gotas caer en la ventana del carro, por un segundo siento que también caen en mi, pero solo son las lagrimas de rencor, ... yo no quería irme; ¿o si?

Recuerdo algunas cosas antes del accidente, pero todo está tan borroso, algunas sonrisas y algunos golpes, aún lucho por ordenar mis pensamientos. Mi madre dice que no debería preocuparme demasiado por recordar, que, al final, las estrellas me dirán que paso y que no debo apresurarlas o me lastimare.

-Cariño, ya estamos por llegar a la nueva casa, ¿no estás emocionada?.- dice mi madre desde el asiento del copiloto.

-No, quiero regresar.- me quito un audífono para escuchar mejor, ella siempre se molesta si no la escucho.

-Ya deja de estar de depresiva, ve el lado positivo, es un nuevo inicio, un nuevo amanecer- dice mi hermano mayor con un ademán de burla. Samuel siempre quiso salir de ese pequeño pueblo fantasma, lo que no sabe es que no cambiaremos tanto de ambiente como el quiere.

Ahora viviremos en una pequeña ciudad del sur de Inglaterra, casi nada comparado a nuestro pueblito a las afueras de Grecia; para nuestra fortuna, nuestro padres decidieron educarnos totalmente con el inglés ya que en el pueblo ese era el idioma principal.

-Sam, ...ya cállate.- dije para luego ponerme el audífono dando a entender que ya no escucharía a nadie y así pasamos el resto del viaje.

Sonaba "Axolotl - doon kanda" cuando sentí que mi Sam me cargaba hasta uno de los cuartos de la casa. Me dejo en la cama esquivando todas las cajas de mudanza con mi nombre, el cuarto era bastante amplio por lo poco que pude ver, apenas toque la cama volví a caer en el profundo sueño.

-Descansa, pequeña Paw.- fue lo último que escuche ese día, probablemente de Samuel.

...

Mi sueño estaba distorsionado, había una casa azul, el cielo se veia de un rojo intenso y los árboles parecían ser totalmente negros. Una persona de traje y máscara de teatro me abrió la puerta.

-Bienvenida, aquí es donde los niños ricos vienen a morir. Disfruta tu estadía, pequeña.- dijo el enmascarado, a través de la máscara de podía ver una sonrisa cínica.

Entre y había gente por todos lados, la misma canción de la tarde sonaba en todo el lugar, era un ambiente funebre y bastante tétrico, aún así me adentré más en el lugar, las personas bailaban y otras yacían en el suelo en posiciones extrañas. Atravesé un pasillo en donde el final había una puerta verde con mi apodo y una estrella fluorescente de color lila.

Al entrar al cuarto lo observé detenidamente, tenía luces ultravioleta en las orillas del techo y había un tapiz que simulaba un bosque en una de las paredes. En una esquina había un balde de pintura fluorescente, me acerqué a el y sumergí mis manos en aquella mezcla, manche una de las paredes, estaba pintada de color negro así que la pintura quedaba increíble, deje que mis manos de movieran al ritmo de la música y cuando se acabo la pintura mire lo que había pintado, era un cielo estrellado, había una silueta observando las estrellas y muchas otras siluetas encapsuladas lejos de la principal. Las estrellas parecían salir de la pared.

Luego entro una persona bañada completamente en pintura fluorescente, sus ojos me veían con asombro y miedo a la vez, justo cuando me iba a decir algo, desperté. 

Mire a mi alrededor y solo habían cajas, mi padre había abierto la puerta y parecía muy enojado.

Me quite uno de los audífonos que al parecer llevaba puesto.

-¿¡Que demonios te ocurre?!, llegarás tarde a la escuela Paw, mas te vale que te apresures.- cerró de un portazo y decidí moverme rápidamente, las cortinas estaban cerradas y estaba todo oscuro, algo brillaba igual que en mi sueño, mi collar...

-¡Paw, sal ahora o no llegarás a clases!- grita Samuel desde el otro lado de la puerta.

-¡Ya voy!..., demonios- me paro rápidamente y abro las cortinas para que entre un poco de luz para poder vestirme, afortunadamente el primer día todos iríamos con ropa normal.

Salí para desayunar pero solo estaba mi hermano menor, Nicolás de apenas 10 años desayunando con su uniforme para la primaria.

-Buenos días paw paw- dice con una tostada en la boca.

-Buenos días Nico, y papá?- justo cuando lo mencione escuche el claxon sonar en la cochera.

-Debemos irnos,...ya!- dije justo cuando agarre una tostada y mi mochila, para así ambos correr al coche.

-¡Retrasados!- dijo Sam cuando ambos entramos al coche.

-¡Samuel! Esta es la primera llamada, una más y tu lavaras los trastes de la cena de hoy.- dice papá mientras conduce.

-¡Pero hoy le toca a Nico!-dice Samuel haciendo un berrinche como si fuera él el de 10 años.

-Ya deja de quejarte y mejor comete una tostada- dice Nico dándole una tostada al mayor, este la acepta refunfuñando mientras mira por el espejo.

-Llegamos chicos, ¡tengan un lindo día, amores!- dice papá mientras Sam y yo salimos del coche, Nico irá a otra escuela.

-¿Lista, Paw?- dice Sam burlón para luego entrar a la escuela.

-No, definitivamente no lo estoy...- digo para mí mientas entro por las puertas de mi nuevo colegio.

Paw:  El espíritu de la estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora