El puerto estaba lleno. Había demasiada gente que me faltaba la respiración. Desearía que mi madre estuviera conmigo, pero lamentablemente murió de hambre y es la razón por la que me encuentro aquí. Viajábamos a Estados Unidos porque la cosecha ya no daba más. Nos estábamos muriendo de hambre.
Un silbato sonó y todos callaron; nos dieron la orden de abordar el buque.
No era la única joven sola aquí. En realidad había demasiados que venían solos. Una de ellas me sonrió.
Mi estómago empezó a gruñir, habían pasado dos días sin comer. Me senté y me empecé a quedar dormida hasta que un ruido fuerte y agudo me despertó. El silbato de nuevo.
-Emprendemos viaje y nuestro destino será la costa este de Estados Unidos - dijo un señor gordo y barbudo. No tenía buen aspecto. Nadie lo tenía.
Me voltee hacia mi bolsillo del pantalón desgastado que llevaba puesto y pude sacar el reloj de bolsillo que me había obsequiado mi padre antes de irse. Al abrirlo podía observar una pequeña fotografía. Mi madre, mi padre y yo. No pude evitar que una lagrima saliera. Y entonces alguien tocó mi hombro.
-¿estás bien? - me dijo una niña rubia de ojos miel.
-Si, lo estoy. - le conteste amablemente.
Se sentó a lado de mi y conversamos un poco, tenía la misma edad que yo e igual venía sola.
-y ¿cuál es tu nombre? -le pregunte después de estar un tiempo hablando.
-Charlotte... Charlotte McCarty.-me dijo seria.
-¿en donde están tus padres?
En realidad por una parte sentí que no debí haber preguntado eso, ya que siento que es algo muy personal que no me incumbe.
-Mi madre está en EU. Mi padre falleció el diciembre del año pasado... -me dijo mirando al suelo.
-Lo lamento, no quise recordarte nada triste. -Me disculpé.
-Está bien, ¿en donde están los tuyos?
-Mi madre murió de hambre hace unos cuantos meses.
-Lo siento.
-Está bien.
[...]
Había pasado una sola semana. Ya había aproximadamente 100 personas muertas. Charlotte y yo nos habíamos echo muy buenas amigas, me había encontrado muy bien con ella, siempre estábamos juntas. Me alegraba no estar sola. Charlotte era una buena compañía.
-¿con quien llegaras a Estados Unidos? -me preguntó sonriendo.
-Creo que con mi abuela. ¿Y tú?-le dije devolviéndole la sonrisa.
-Con mi madre. -me dijo en un tono tierno.
En el poco tiempo que conocía a Charlotte era una chica dulce, tierna y amable.
[...]
Segunda semana. Parecía que Charlotte y yo nos conocíamos desde hace años. Mucha gente se peleaba por agua y un poco de papa. Las cosas se ponían más terribles. Íbamos quedando pocos en el buque.
[...]
Estábamos a una semana de llegar a Estados Unidos. Sentí como Charlotte se junto más a mi ya que estábamos atravesando una fuerte tormenta. El buque se balanceó y nuestras mochilas se fueron hacia el otro lado. Voltee a ver a Charlotte.
-Vamos. -me dijo asustada.
Nos levantamos y fuimos caminando cuidadosa y lentamente al otro lado.
De repente una ola nos golpeó fuerte e hizo que las dos cayéramos. Charlotte se golpeó fuerte en el brazo.
-¿estás bien? -le dije ayudándola a pararse.
-Si. Ya se me para el dolor. ¿Te lastimaste? -me preguntó preocupada.
-Solo me golpeé en la pierna. Nada grave.
Las olas seguían golpeándonos. La gente se empezó alborotar, lo cual me fue separando de Charlotte. La encontré en la orilla del otro lado del buque.
-No te encontraba -le dije cansada.
Ella estaba apunto de contestar, cuando otra ola nos golpeó e hizo que Charlotte cayera al mar. La alcance a agarrar de la mano pero ella seguía colgando.
-¡¡Ayuda!! -les gritaba a la gente.
Parecían ignorarme. En realidad no creía que nadie me fuera a hacer caso. ¿Quien le va a hacer caso a una niña que ni si quiera conocen? Ellos solo quieren llegar a Estados Unidos. No arriesgarían su vida para salvar a alguien que no conocen.
-Suéltame! -me dijo Charlotte con los ojos lagrimosos.
-No! No te voy a dejar caer. -Le conteste llorando
-Caerás conmigo. Te ganará el peso. Tienes que llegar a Estados Unidos con tu abuela. Déjame caer. -Ella ya estaba llorando. -Te quiero demasiado. Y a donde quiera que vaya no te olvidare. Fuiste una muy buena amiga en estos tiempos.
-Te quiero tanto..., tampoco te voy a olvidar, te aprecie demasiado. -Le dije llorando.
Mi brazo me dolía. Charlotte se soltó y pude ver cómo cayó. Las lágrimas salían más y más, gritaba y miraba a todos.
Las amistades en tiempos difíciles son efímeras . Después de que Charlotte cayera al mar, la tormenta calmo y solo llovía. Yo seguía llorando y mi cara estaba hinchada y roja, me ardían demasiado los ojos.
Tomé mi mochila y me colgué, para después tomar la mochila de Charlotte. Aún conservaba su olor. Me seque un poco las lágrimas con el brazo y abrí su mochila. Llevaba una pequeña instantánea de ella y su madre. La guarde en un bolsillo de mi mochila.
Me recargué en su mochila y quede profundamente dormida...
[...]
La semana había pasado demasiado lenta sin Charlotte. Se suponía que hoy llegábamos a Estados Unidos. Ella hubiera estado muy emocionada por ver a su madre. Una lagrima salió.
El molesto sonido del silbato sonó y el señor gordo y barbón habló.
-Estamos llegando a la costa este de Estados Unidos.
Parecía que no había dormido en días. En unos cuantos minutos el buque toco tierra y abrieron las puertas. Lleve conmigo la mochila de Charlotte.
Había llegado a Estados Unidos... sin ella.
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Charlotte
Non-FictionEstá historia está ambientada en los tiempos en donde los Irlandeses se veían obligados a viajar a Estados Unidos por la falta de comida y la gran cantidad de muertes. La historia es narrada por Alana, una adolescente de apenas 14 años y medio que c...