[Capitulo 50]

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Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo. Justin era hermoso, en todo sentido que pudiera verle; su voz, su rostro, su cuerpo incluso, así usara el atuendo más ridículo del planeta. De pronto, un pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la posibilidad de que él me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí? Tenía que haber una razón por la que en este momento estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que me llenaban el alma, ese "por siempre" que agregó a su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era, ¿acaso no seguiría siendo malo? El recuerdo desgarrador que aun no me abandonaba, era aquel en el que veía los ojos hinchados y rojos de Sharon, la tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para terminar de arrebatarle lo que más amó?

Miré de nuevo a Justin y otra lágrima corrió por mi mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si él me quería y yo lo amaba más que a mi vida misma, ¿cómo podíamos estar juntos? ¿El dolor de Sharon era el precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para estar con Justin, no podía ser tan egoísta, ¿o sí? Era verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante. En dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que nunca podría llegar a estar con Justin? ¿Ser feliz con él? ¿Tenía que conocerlo? Pero tampoco podía ignorar todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en el corazón o en el cuerpo entero.

Sentí a Chaz a mi lado.

- Dile que no es demasiado tarde –me susurró y la gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad.

Di una rápida mirada a Chaz y luego la volví a Justin; el murmullo de la gente me hizo perder las voces en mi cabeza, mientras la de Justin continuaba metiéndose por mis oídos y llegaba a mi corazón. El suspiro angustiado que solté se hizo visible al empañar el cristal de la ventana, ¿por qué tenía que pensar demasiado las cosas? ¿Volver a escapar sería muy cobarde?

La música paró y junto a ella mi corazón estrepitosamente colapsó en nuevos latidos. Justin miró hacia mí y aun a tal distancia, pude sentirme abrigada en el calor de su mirada.

- ¿Qué esperas? –me instó Chaz, pero ni siquiera yo lo sabía.

Justin no se movía, pero el par de músicos detrás de él comenzaron a retirarse, haciendo que la escena pareciera viva. Era hora de aclarar las cosas con Justin y conmigo misma, también.

Comencé a mover los pies hacía atrás y despegué las manos del cristal, dejando la huella de mis palmas. Justin notó mi movimiento y en cuanto me di la media vuelta, dio un salto hacia atrás y se echó a correr. No supe qué más hizo, porque caminé hasta las escaleras y bajé a grandes zancadas medio desequilibradas hasta la planta baja. ¿Qué iba a decirle? Mi cabeza era un completo caos e iba viéndome los pies al caminar, tratando de encontrar la respuesta correcta a todo este dilema.

Justo cuando iba a salir por la puerta, donde la luz taciturna del sol escaso ya comenzaba a alumbrar, un brazo me cerró el paso.

El pecho agitado de Justin se movía de arriba abajo bajo su sudadera negra y su respiración irregular me movía los cabellos de tanta cercanía. Tenerlo así de cerca después de tanto tiempo hizo que me debilitara por completo, pero me obligué a sacar fuerzas de dónde no las tenía para mantenerme de pie, aun cuando mi corazón estallara contra mi pecho.

- No escapes de nuevo –musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.

- No escapes de nuevo –musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.

- ¿Qué? –logré decir.

- Es lo que dice el cartel –hizo ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa -. No vuelvas a escapar, ______. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.

- ¿Qué estás haciendo aquí? –pregunté, aun incrédula de que estuviera allí, hablándome.

- Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no ves? –me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes - No eres fácil de olvidar, te he buscado como un loco por cielo, mar y tierra.

- Dos meses, Justin –musité, con apenas un hilo de voz -. Dos meses han pasado. Si has
estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?

- Tampoco eres fácil de encontrar –su mirada se angustió -. Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Venecia, _____. Esa misma noche tomé un vuelo a un país cercano, pensando que tú estarías allí.

- ¿A qué país?

- Egipto.

- ¿Qué?

- ¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas –su voz comenzó a agitarse -. Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, ______.

- Pero sabías muy bien que volvería a California. Tú lo oíste de mis propios labios –no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco. Pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Kristen.

- ¿Y quién me aseguraba que fuera verdad? –cuestionó, sin soltarme las manos - A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte.

- ¿Mentir? –la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas recorrieron mis mejillas - Justin, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.

- ¿A no? –Me miró, incrédulo y sarcástico - ¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas? –

Enterró su mirada miel en mí y el corazón se me colapsó - ¿Fue mentira o fue verdad?

- Eso fue distinto –dije, con voz ahogada.

- ¿Por qué distinto?

- ¡Por Sharon! –su nombre hizo doler mis labios.


Manual de lo prohibido [Justin Bieber] AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora