Capítulo 1-¡Bienvenido a Racoon City!

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29 de Septiembre de 1995- Racoon City.

Leon bajó del coche y abrazó a su abuela que había salido a su encuentro.

-¡Qué guapo estás!-dijo la señora emocionada por tener allí a su nieto.

-Gracias nana.-le dijo el joven cariñosamente mientras la mujer no dejaba de acariciarlo y besarle las mejillas.

-¡Leon!-exclamó su abuelo saliendo de la casa. -Me alegro que estés aquí y sobretodo que vayas a seguir nuestros pasos.-dijo el hombre mientras miraba con orgullo a su nieto.

Leon se acercó a su abuelo y lo abrazó. La anciana pareja eran los progenitores del padre de Leon y de su tío, tanto el abuelo como los dos hermanos habían sido policías de Nuevo York y de ahí venía que su abuelo comentara que había seguido sus pasos. Leon había decidido no estudiar en la academia de su ciudad natal porque un amigo de su padre le había comentado que Racoon City era una ciudad tranquila y donde el joven se sentiría muy bien. Sus abuelos se habían mudado allí por esa razón y la verdad es que estaban muy contentos. Racoon City era la cuna de Umbrella, una de las mayores farmacéuticas que se dedicaba a investigar nuevos virus y curas para ellos. A Umbrella se le atribuían muchos de los mejores avances en medicina de los últimos años y ciertamente había hecho que aquella ciudad fuese segura, con un alto nivel de vida y además un buen lugar para vivir que no tenía nada que envidiarle a Nueva York.

-¿Traes mucho equipaje?- le preguntó el hombre.

-No,  solo traigo cuatro maletas.- dijo Leon sacando una del maletero de su coche un Ford Mustang de color negro. El abuelo cogió la maleta que Leon había sacado Leon y esperó a que el joven le tendiera la segunda.

-Scott, te vas a hacer daño.-le dijo la mujer a su marido.

El hombre no hizo caso a la mujer y empezó a caminar hacia la casa.

-¿Cómo se encuentra abuela?-le preguntó Leon a la mujer. Hacía unos meses a su abuelo le había dado una angina de pecho, aunque no había llegado a ser nada grave, el médico había dicho que debía cuidarse mucho, y por lo que sabía el hombre no estaba por la labor y seguía haciendo su vida como antes. Su abuela se enfadaba constantemente y llamaba a su padre para desahogarse e intentar que éste amenazara al hombre para que así comenzara a hacer caso a los médicos. Por más amenazas que se le hacía jamás hacía caso.

-Sigue sin cuidarse, no deja los puros y no quiere comer sano.-dijo su abuela preocupada.

Leon cerró el coche y cogió las maletas para entrar en casa de su abuela. -Bueno, abuela poco a poco entre los dos conseguiremos que cambie, ahora no estás sola.-

La mujer sonrió y acompañó a su nieto.

Hacía solo una hora que había llegado a aquella ciudad, ya se había instalado en la habitación que su abuela le había preparado y ahora tenía que visitar la academia para verificar que estaba apuntado y concretar cuando debía comenzar. 

-¡Buenos días!-dijo Leon al entrar al lugar. 

-¡Buenas!-le respondió la muchacha que se encontraba en la recepción del lugar. 

Leon observó el lugar, la academia estaba situada dentro de la comisaría, al parecer se habían habilitado un par de habitaciones para ésta y allí era donde pasaría los últimos cuatro años de su vida. 

-Me llamo Leon Scott Kennedy, me apunté hace unos meses para comenzar la academia este curso....-

-¡Ajá!-dijo la joven interrumpiéndole.

-Quería comprobar si todo está correcto y saber cuando debo comenzar.-

-Kennedy...Kennedy...-dijo la mujer buscando entre una montaña de papeles que había en su escritorio. -¡Ah si! Aquí, empiezas mañana a las ocho de la mañana.- dijo la joven teniéndole un papel con el horario y algunas directrices a seguir.

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