The Reason - CAMREN ( EDITANDO).

CAMILA

Camila Cabello podría decir que a sus veinticinco años tenía una vida perfecta hasta hace diecinueve meses atrás cuando su automóvil había quedado sin frenos provocándole casi la muerte. Había caído en coma por ocho largos meses y para cuando despertó, se dio cuenta que su vida ya no sería igual, ella ya no sería la misma nunca más. Sus sueños y metas habían quedado destrozados justo cómo su automóvil había quedado, ella ya no soñaba más con un futuro como lo había anhelado. 

Camila sentía que su vida se había terminado en aquel accidente pues después de meses de rehabilitaciones sus funciones motoras y su habla no habían sido recuperados como ella deseaba, convirtiéndola en una mujer ermitaña que odiaba la vida.

Odiaba no tener el control de su motricidad, no poder formular frases sin tropezar con las palabras, odiaba que le hubiese pasado eso cuando había sido una buena persona, había sido buena hija, buena hermana, buena amiga, buena pareja, y todo aquello de nada le sirvió pues había terminado siendo un deshecho.

Si había sido tan buena entonces, ¿Porqué a ella? 

Su familia y amigos se preocupaban por su bienestar, temían por que la morena un día tomara decisiones estúpidas dado su estado negativo, lo entendían y no se rendían pero, ¿Cómo ayudar a una persona que no quiere ser ayudada?

—¡Camila! ¿Qué diablos pasó aquí? - Dinah, su mejor amiga había llegado al departamento encontrándose con un desastre total. Camila estaba tumbada en el suelo con una botella de whiskey en sus manos. 

—D... déjame...  —Gruñó y golpeó el suelo con su puño ante la frustración de su tartamudeo. 

—Ven aquí... - Dinah trató de colocarla de pie pero la morena la alejó con brusquedad logrando que se diera un buen golpe. 

—N.. n..o - Camila seguía empujando a la rubia. Aquello fue el colmo para su mejor amiga. 

Dinah la amaba como una hermana, verla destruirse de aquella manera la estaba destrozando, y no sólo a ella. 

—¡Basta! Deja de sentir lástima por ti misma - Soltó mientras la apuntaba con su dedo índice —Estás frustrada por que no te haz recuperado al cien por ciento pero, eso no sucederá de la noche a la mañana. ¡Estás viva maldita sea! - Camila la miraba sin decir una sola palabra. Ella sabía que jamás se recuperaría al cien por ciento. Odiaba tener te usar muletas para caminar, odiaba tener que utilizar una prótesis para que su columna dañaba no le doliera como el infierno. —Así no ganarás nada... alejándonos cuando te queremos ayudar, destruyéndote cómo lo estás haciendo... 

—Lo... ss..siento - Apenas susurró. Dinah negó.

—Dile lo siento a tu hermana que llora cada vez que llega a casa después de verte, dile lo siento a tus padres que sufren por ver en la persona que te has convertido, dile lo siento a ti misma.. Que te destruyes con toda tu negatividad - Para ese punto las lágrimas de ambas ya corrían por sus mejillas.

—Y..yo

—No Camila - Levantó su mano —Eres mi mejor amiga, eres una hermana para mí... no voy a quedarme para ver cómo te matas de a poco, no puedo soportarlo... hasta luego Camila.

Y sin más, salió del departamento dejando a la morena hundirse en su soledad y miseria. 

Aquella noche lloró hasta que ya no pudo hacerlo más, su mejor amiga tenía razón, estaba viva y ella simplemente se dedicaba a desperdiciar cada minuto de la nueva oportunidad que la vida le había regalado. Aborrecía la idea de hacer sufrir a sus madres, a su hermana menor.

Haría un mejor esfuerzo por ellos, por ella misma, aunque supiera que nada volvería a ser como antes.

Los días se convirtieron en semanas y nadie volvió a visitarla, no los culpaba. 

Camila se había propuesto mejorar aunque sea un poco cada día, y lo estaba logrando, se las arreglaba para ir a sus distintas terapias y ahora por lo menos, su cuerpo tenía un poco más de fuerza. 

—Ya es suficiente de sumirte en tu miseria, ¿No lo crees, Kaki? - La voz de su hermana le arrancó una sonrisa de inmediato —Oh dios, ¡Sí sonríes!

—Ci...cierra la la b..boca - Le lanzó el control remoto de la TV desde el sofá.

—Dinah nos aconsejó que te diéramos un poco de espacio... por lo menos se ve que te duchas - Camila mordió el labio inferior con nerviosismo tras la mención de su mejor amiga. 

—¿D.dónde es..está ella? - Se frustró un poco ante su mal habla.

—Aquí estoy... sé que no puedes vivir sin mí - Entró la rubia con paquetes de comida para las tres chicas.

—Las quiero - Abrió los ojos sorprendida al igual que las otras dos chicas. Era la primera vez que hablaba sin trabarse con las palabras, y aunque había arrastrado un poco las últimas letras se sintió orgullosa de su logro. Sonrió con esperanza. Tal vez no todo estaba perdido.

—Nosotras también te amamos - Dijo su hermana.

—Bueno ya, basta de sentimentalismos... es hora de comer, Camila tiene que recuperar fuerzas, estás toda delgaducha y demacrada - Sofía reviró los ojos —Apuesto a que ya ni siquiera se te para... - Camila se ahogo con el bocado de fideos que había metido a su boca. 

—¡Dinah! Por dios... Camila es mi hermana - Sofía estaba alarmada y muy sonrojada.

—Vamos Sof... cómo si no hubieses visto uno nunca.

—D..Dinah... por... por ff..favor - Suplicó la morena. Lo que menos quería era enterarse sobre la intimidad de su hermana MENOR.

Dinah reviró los ojos aburrida. 

Pasaron la tarde acompañando a la morena, escuchando con atención cómo había ido a todas sus terapias e incluso hablaba sola todo el día tratando de mejorar su habla. Se sintieron felices por ella, la morena siempre había sido un increíble ser humano, y ellas se encargarían de hacerla aprovechar su nueva oportunidad de vida. 

Por ello, cuando meses después la morena decidió salir nuevamente ante el mundo no dudaron ningún segundo en complacerla. 

Camila se sentía lista después de tantas caídas y malos ratos cuando sus terapias no eran las mejores, Camila se sentía lista después de meses de esforzarse sin descanso, se sentía lista para explorar un nuevo mundo.

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Primera publicación 2017

Edición 2022