Lección aprendida

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Los pasos apresurados de Kenzie son el único sonido perceptible en la desolada acera, es la única persona en el lugar. No debió haber salido tan tarde de casa de Kennan, su mejor amigo, y eso lo tiene muy claro; aunque su casa esté a menos de un kilómetro. La lámpara del poste de luz empieza a fallar, causando que los latidos de su corazón se conviertan en un constante martilleo. La adolescente apega más los libros a su pecho, intentando convencerse a sí misma que nada ocurre, que solo es su imaginación jugándole una mala pasada. Un nudo se forma en su garganta, impidiéndole respirar regularmente. Sus padres se lo dijeron, no debía estar sola a altas horas de la noche, pero ella pensaba que jamás le iba a suceder nada. Un par de ojos oscuros se encuentran fijos en ella, escrutándola de pies a cabeza, esperando el mejor momento para atacar. Kenzie aprieta los ojos, ignorando la gota de sudor frío que corre por su espalda. Sus piernas se sienten como gelatina, como si en cualquier momento fueran a fallar y dejarla caer. Un chillido escapa de sus labios, al mismo tiempo que todos sus libros caen al suelo, su ritmo cardíaco se eleva hasta las nubes, haciendo que casi pueda escuchar los latidos de su corazón en sus oídos; ni siquiera siente el piso bajo sus pies, como si un hueco la estuviera tragando. Al observar hacia el suelo todos sus músculos se relajan, una oleada de alivio la recorre. "Tanto susto para nada, solo un bello gato" piensa con altanería.

— ¡Ay! Pequeña, Kenzie... —el aire parece haber abandonado sus pulmones, su cuerpo no responde las órdenes enviadas por su cerebro. Un voz gruesa, tosca, ha hecho acto de presencia; enviando cientos se impulsos nerviosos a su sistema. Con paso lento se da la vuelta, encontrándose de frente con un encapuchado; lo único perceptible son sus ojos, tan oscuros como la mismísima noche. Su cuerpo fornido no hace más que intimidarla, al igual que esa sonrisa socarrona, como la de un lobo a punto de atacar a su presa.

Los ojos de Kenzie comienzan a picar, produciendo que su vello se erice por completo, sus padres tenían razón, no debía estar sola tan tarde. La sangre parece haber abandonado su rostro, dejándolo tan blanco como una hoja de papel. El hombre no pronuncia una sola palabra, lo único que hace es acercarse a la chica, la cual no deja de temblar. Ella intenta gritar, pero su voz parece haberse esfumado. En un abrir y cerrar de ojos el hombre la toma en brazos, cubriendo su boca con un pañuelo apestoso. Las lágrimas antes acumuladas en sus ojos caen libres, humedeciendo sus pálidas mejillas. Al hombre parece no importarle los forcejeos de la chica, como si de cosquillas se tratara. Ella lo sabía, sus padres lo sabían, no debía estar a esas horas en la calle, ahora debe pagar las consecuencias. Kenzie era tan ilusa, decía que si alguien intentaba secuestrarla ella solo le daría un golpe y gritaría para huir, tal como muestran en las películas; pero la realidad está muy alejada de la ficción. Aquí tenemos un claro ejemplo, al enfrentarte a este tipo de situaciones es como si tu cerebro se desenchufara y el miedo te carcomiera.

¿Qué sucederá ahora? Es lo único que puede pensar, el hombre solo la lleva a cuestas hacia algún lugar desconocido. No hay nadie quien pueda ayudarla, es demasiado tarde, todos deben estar dormidos.

—Kenzie... —la voz del hombre hace que mas lágrimas rueden por sus mejillas, sin decir más la baja de su hombro, depositándola frente a él. La chica no dejar de temblar, incontables sollozos salen de su garganta—. No llores, ya pasó, soy Kennan —esa frase hace que Kenzie levante la mirada, observando como el hombre se deshace del pasamontañas, dejando ver a su mejor amigo. La confusión mezclada con alivio la invade, lo único que hace es romper en llanto.

—Tranquila, fue un plan de tus padres, para que no vuelvas a salir hasta tarde _sin más la rodea con sus brazos, la chica no hace más que sollozar en su pecho, humedeciendo la camiseta de Kennan con lágrimas. Fue solo un juego, un susto, tremendo susto; pero en el fondo sabe que lo merecía. Esto fue como una segunda oportunidad que tuvo para hacer las cosas bien, no todos tienen la dicha de que su secuestro sea un juego para que entren en razón, no todos correr la misma suerte.

Okay... nuevo proyecto, espero que les guste.

 nuevo proyecto, espero que les guste

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Cam V.

Cuentos que no son cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora