Capítulo 1.

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Hay situaciones en la vida en las que no te das cuenta de cuándo sobrepasas la línea entre lo mohíno y lo realmente trastornado; y ese era exactamente el tipo de situación en el que yo me encontraba. Parado en medio de un pasillo interminable, esperando a que Melissa apareciera. Muchos adolescentes de todo tipo de edades caminaban por mi lado, sin rumbo alguno, hasta llegar a su clase perteneciente. Pero ese, no era mi caso. Apenas tenía gana alguna de entrar en aquella clase dónde Melissa y yo compartíamos ratos de alegría y risas.

Habían pasado semanas desde la tragedia. Semanas desde que mi insomnio había vuelto a ganar la batalla contra mis pesadillas; en parte, lo agradecía. Pero, por otra parte, las violáceas ojeras que aparecieron bajo mis ojos expresaban lo contrario.

Aún recordaba como su sonrisa podía iluminar mi día completamente; era ella quién hacía que siguiera luchando contra la cruel vida que se me había presentado, era ella la que convertía mi infierno en un sueño completamente distinto. Era ella la que mi corazón se había ganado y de la que profundamente enamorado estaba. Era, simplemente, Melissa.

—¿Peter? —Me repite una voz, impaciente. —¿Podrías volver al planeta Tierra, por favor?

Me seco, con fuerza, el sudor de mi frente. Mi cabeza está a punto de estallar.

—¿Qué? —Me limito a decir. —¡Ah, sí! Claro.

Dominic se encuentra apoyado en su casillero, mirándome fijamente a los ojos. En ellos me puedo reflejar con claridad: un chico desganado, perdido entre sus abrumadores pensamientos y dolido por una reciente pérdida. Sí, ese soy yo. El chico del que todos hablan durante la semana.

—Deberías irte a casa, Peter. —Siento que su voz se quiebra. —Todavía es muy reciente y además...

—No—Le interrumpo—es...estoy bien, te lo prometo. Tengo que asistir a clases, los exámenes están próximos, ¿recuerdas?

Mi amigo asiente entristecido y golpea suavemente mi hombro dos veces. A Dominic también le afectó su muerte, a todo el mundo; pero a ninguno como a mí. Melissa no era una chica más en el planeta, no. Melissa para mí lo era todo. Era mi sonrisa cuando la tristeza vencía; era la mano que me levantaba cuando la piedra me hacía caer. Pero ninguno me entiende cuando de la nada comienzo a llorar, susurrando su nombre. Cuando observo su asiento, vacío, y miro a los demás sonreír. ¿Cómo podrían estar así de felices cuando una compañera había sufrido hasta morir?

—¡Hola, chicos! —Gritó entusiasmada nuestra querida amiga, Selena. Dominic le devolvió el saludo, algo más animado. Pero yo, ni siquiera me molesté en mirarla. Seguía dolido porque ella era uno de los motivos que llegara tarde a salvarla. Era ella quién causó una de nuestras grandes discusiones y, probablemente, una de las causas de su muerte.

—Selena—advirtió Justin—, acuérdate que hoy tienes que venir a mi casa.

Justin, un célebre jugador de fútbol, guiñó el ojo a nuestra amiga y se fue corriendo dirección a sus compañeros. Selena se enrojeció por un momento y sentí pena por ella; de verdad le gustaba ese tipo; pero Justin, con sus dieciocho a la vuelta de la esquina y sus ojos marrones, conquistaba a cualquier chica que pudiera. Y, tristemente, Selena era una de ellas. Como lo fue Melissa. Y tampoco lo niego, Justin era el típico chico que podía permitirse llegar a cualquier lado.

Dominic golpeó su frente con desdén y miró a Selena como si fuera su padre. Por un momento, tuve miedo de lo que podía pasar. Bien sabía que a Dominic le gustaba Selena y que, por culpa de Justin, Dominic casi ni se hablaba con ella. Y no, no era por sus largas discusiones con ella y su cruel comportamiento en muchas ocasiones, no. Era porque Justin quitaba mucho tiempo a Selena de estar con nosotros. Algo que nos jodía a ambos.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2017 ⏰

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El último suspiro [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora