Es de noche cuando todo esto se desata.
Cerramos los ojos, abrimos el alma.
perdemos segundos intentando centrarnos
para acabar pensando en lo que nos hace daño.
Somos así, humanos que pecan en mente
por pensar demasiado y sentir suficiente.
Queremos, amamos, odiamos... ¿y vivimos?
Sé que en cuanto esto acabe pensaré en ti,
en que toda esta mierda tiene tu nombre,
y no me arrepentiré porque sé que así soy feliz.
Te quiero, sí, qué bien, que alegría,
¿no te parece todo apasionante?
Como meter un gol en un estadio gigante,
o como besarte,
o abrazarte,
o siquiera tenerte...
Una pesadilla envuelta en papel de sueño,
que esconde un futuro de lágrimas, auxilio, desvelo.
Puedo jurar y jurar que ahora mismo te quiero,
y planteármelo, pensar que realmente no es para tanto.
Sentir que quizás sea un sentimiento más entre tantos...
Te convertiste en el rey de mis sueños [o pesadillas],
en ese personaje que todos aman pero es antagonista.
Te has vuelto mi príncipe, cambiando el cuento
porque ahora soy yo el sapo que precisa de tus besos.
Te transformaste en tantos factores de mi vida...
Que,
maldita sea,
ya vuelvo a estar perdida.