II

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A veces en silencio
aún oigo los latidos
de tu cora con miedo
por entregarse al mío.
Tú que siempre viste
la vida a escala grises,
sonreías al verme
con colores diferentes.
Tú, amante del terror,
con gran miedo al amor,
luché por ti, por nosotros dos,
pero esto nunca tuvo solución.
Soñé con tu boca hace dos días,
me besabas, me reías; ¡qué alegría!
mas desperté otra vez dolida
ansiando de nuevo tu compañía.
Ingenuos son aquellos amantes
que creen que el amor es eterno;
ingenuos los versos de mi cuaderno
que ansian que tu voz pueda leerlos.

Llantos nocturnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora