Después de tu partida, cinco años pasaron de aquel fatídico día, día en que nuestros colores se extinguieron, donde nuestras almas se separaron y en donde la mitad de mi alma se fue contigo. Ese día comenzó a llover y con esa rosa en mi mano, me dirigí a aquel lúgubre cementerio, donde se encontraban los restos de mi amado, aquel que hacía latir mi corazón con fuerza, a velocidad descomunal, casi inhumana. Pero hoy, hoy no era así, mi corazón dolía en demasía.
Caminé hasta llegar a ese lugar y caminé por esos pasillos estrechos llegando a divisar esa fría pieza de mármol, y al llegar frente a donde yace una placa con tu nombre, mis piernas fallaron, terminando de rodillas en el suelo, sintiendo a través de mi ropa el frío que caló hasta mis huesos.
—Hola —le dije al mármol creyendo que me escuchabas —. ¿Sabes? aunque pasen los años, no dejo de pensar en ti; y cada día que pasa trato de superar tu partida, pero me resulta tan difícil —suspiré y comencé a sentir mis mejillas húmedas —. Cada día pienso en las cosas que hicimos, en cada travesura, en cada beso y en cada una de tantas veces que me entregué en cuerpo y alma —dije al aire —. Pero siempre que recuerdo todo eso, más daño me hago, porque duele aquí —señalé mi corazón —. Duele porque te llevaste la mitad de él, o tal vez te llevastes mi corazón entero —reí melancólico —. Mira, te traje esto —posé la rosa en su tumba —, aún recuerdo que son tus favoritas y que entre nosotros significa mucho, mucho porque con una rosa fue con la que me pediste ser tu novio y con una rosa también me pediste ser tu esposo —suspiro —. Sonará tonto, pero aún no comprendo porque te fijaste en mí, porque te fijaste en este chico tan patético, débil, tan…, tan yo —más lágrimas salían de mis ojos deseando no haber venido —Te amo, te amo —besé mis manos, y las coloqué en su tumba imaginando que el beso le llegaría a él —, y te extraño, pero a pesar de eso es hora de dejarte ir y comenzar desde cero; ¿y sabes? ya no estoy sólo, estoy con él —sujeté la mano de mi actual pareja, quien me miraba de forma triste, pero a su vez de una manera tan especial —.
—Prometo cuidarlo —habló Dylan —, desde que lo conocí en aquel parque, bajo un frondoso árbol, me cautivó y me enamoró de una forma única —dijo haciéndome sonrojar —, también te agradezco, porque gracias a ti, pude conocer a mi Alex, que es un ser tan bello y maravilloso, que con tan solo sonreír me hace tan feliz —hizo una pausa —y algo más…, lo amo con todo mi ser — unió sus labios con los míos, en un beso lleno de amor y dicha.
Luego de salir del cementerio, me dirigí a casa con mi pareja, ya que no hace más de cinco meses que decidimos vivir juntos. Era una agradable sensación despertar a su lado y sentirme protegido. No niego que aún me da pena despertar con él abrazándome con sus fuertes brazos y suaves a la vez.
—¿En qué piensas? —preguntó haciéndome salir de mis pensamientos.
—No, no, en nada —dije apenado, ya que en realidad pensaba en él y en sus rasgos tan bellos y en tan, tan, tan él.
—¿Seguro? Porque te veía tan distraído y tan pensativo que creí que pensabas... —no dejé que terminara lo que iba a decir, ya que uní mis labios con los suyos, en un beso demandante de amor y pasión.
—Tú, eres el único en quien quiero pensar desde ahora en adelante, ¿me oyes? —dije cuando me separé del beso que le di.
—Te amo Alex —dijo tratando de esconder su sonrojo.
—Te amo más Dylan —le susurré en su oído, para luego morderlo lentamente —. Vamos a casa, quiero ser tuyo otra vez —le dije pícaramente mientras besé su cuello sacándole un jadeo.
—Ngh… vamos —me dijo levantándome como tal cual princesa, logrando que mi rostro se sonrojara totalmente.
Varios minutos pasaron, hasta que llegamos a nuestra casa. En el camino no fue aburrido, ya que fue entre besos y caricias, haciendo que la lujuria despertara en ambos; una vez dentro de la casa, los besos se hicieron más fogosos, logrando que choquemos con los muebles, así hasta llegar a nuestra habitación.
—Desvistete —me dijo Dylan de forma sensual, mientras comenzaba a sacar su ropa frente a mí. Una vez que él estaba desnudo, inicié a quitarme mi ropa con tono un bermellón por la pena que aún me causa.
Las caricias comenzaron a tomar lugar en nuestros cuerpos, provocando que el calor aumentara, sacando gemidos de mis labios y jadeos de los suyos.
—Mmngh… Dy-Dylan hazlo por…, por favor —dije entre gemidos.
—Mmm…, esta bien mi enano —me dijo, logrando que me sonrojara por ese apelativo tan hermoso, que me dice desde el día que me pidió ser ser pareja y acepté; además quién soy yo para quejarme, amo que me diga así.
—No me digas así —oculte mi rostro sonrojado con la almohada.
—Amo hacer que te sonrojes —comentó acomodándose entre mis piernas, rozando su miembro en mi entrada haciéndome estremecer de placer.
—Ngh… se suave —dije, pensando en la última vez que lo hicimos, ya que no pude caminar bien por varios días.
—Lo prometo enano —me dijo comenzando a entrar en mí, luego de haberme preparado entre besos y caricias, causando que mi cuerpo comenzara a sentir espasmos por el placer y lujuria con cada centímetro que iba ingresando en mí, con cada caricia que me daba, una nueva corriente eléctrica recorría mi cuerpo.
—Listo —comentó una vez terminó de entrar en mí, esperando unos minutos para que mi entrada se acostumbrara a su miembro.
Una vez me acostumbré, comenzó a embestir lento, pero de forma profunda, haciéndome gemir fuertemente.
—Ngh Dy-Dylan ahh… mas fuerte.
—¿Con qué mi enano quiere que sea rudo? —preguntó pícaramente entre cada embestida que iban en aumento, sacando cada vez más gemidos de mi boca, y entre ellos decía su nombre, logrando que sintiera un hormigueo en mi parte baja del abdomen, que al parecer Dylan notó.—Aguanta un poco más bebé —dijo mientras tomo mi miembro para comenzar a masturbarlo.
—N-no doy más —dije sintiendo mi miembro estallar, soltando toda mi esencia en su mano.
—Mmmm que rico —llevando su mano a su boca haciéndome apenar —. Mmm sí, bebé, ya no doy más — gritó él, comenzando a sentir espasmos, haciendo que su semen inunde mi interior.
—Si llego a quedar embarazado, te castrare —bromeé mientras salía de mi interior cuidadosamente y un suave jadeo de mi parte se escuchó.
—Si me castras, no te divertirás después amorcito —me dijo riendo —. Te amo enano —dijo para terminar besándome tiernamente.
—Te amo mi grandote —comenté, viendo un tono carmín en todo su rostro.
—Vamos a dormir, fue un día muy agitado —dijo mientras se acomodó en la cama, palmeando a su lado para que yo me acomodara, cosa que hice ya que también moría de sueño.
—Duerme mi dulce príncipe —besó mi frente, mientras me quedaba lentamente dormido.
Mi vida cambió después de tu partida, pero cambió para bien. Conocí a varias personas extraordinarias, inigualables y únicas; cada una de ellas me ayudaron a poder superar aquel día de dolor y tristeza, haciéndome juntar fortaleza para decir adiós, pero yo en lo muy profundo de mi ser, sé que no era un adiós, sino, un hasta pronto, que no tardaré mucho en llegar, porque cada facción tuya, la encontraba en Dylan, que no eras tú, sino que era alguien único y que me hacía olvidar todo el dolor del pasado, ¿y sabes? esta vez no te diré adiós, sino que te diré… hola.
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Soltar tu mano
Short StoryHistoria de amor entre hombre donde veras él.dolor de uno de ellos al decir adiós a su ser amado...