Te conocí en ese tiempo de la vida en donde nada era permanente.
En el que los amigos pueden cambiar cada semana, y la música es efímera.
Éramos tan osados, tentabamos a la vida con nuestras ansias de conquistarlo todo, de saberlo todo y aún conservar las pocas responsabilidades de nuestra ignorancia.
Ahora sé que estábamos equivocados, que aunque contemos las estrellas toda una noche el sol saldrá otra vez, y eventualmente, volveremos a empezar.
Cometimos errores, pero, ¿Qué sería de nosotros si no los hubiéramos hecho?
Seguiríamos dejando que el alcohol nos sedujera a la inconsciencia, perdiendonos de lo que hacemos, y rezando por que las consecuencias no fueran graves. Porque si, cuestionamos la religión hasta que era a lo que nos aferrabamos. Cuestionamos la autoridad, hasta que la necesitamos.
Tan inocentes, tan torpes.
Y entonces te ví.
Parecidas ser la única cosa correcta del mundo entero, con un propósito y un plan trazado.
Me entraron ganas de sacudir tu mundo, tan fuerte, tan rápido. Pero poco me imaginaba que serías tú quien me sacudiera a mi.
Te veías tan inocente e imperturbable. Nada te tocaba. Eras irreal.
Quise correr hacia ti y derrumbarte, solo así serías humana. Solo así podría tenerte.
Pero tú, me sonreiste. Y te pertenecí.
¿Cómo iba a luchar contra esa horrible sonrisa de dientes blancos?
Tenías los dos dientes delanteros un poco separados. Lo odiabas, yo lo amaba.
Tu espalda estaba llena de pecas, tan lindas. Te dije que era tu cielo personal, ¿Y tu? Casi lloras al oírlo.
Era tan fácil hacerte feliz en esos tiempos.
Pero crecimos, y el mundo real nos alcanzó.
Vendimos mi motocicleta y la guitarra, ¿Los vestidos que tanto amabas? Ya no te quedaron más. De pronto la trenza de sirena que llegaba a tu cintura se volvió un recuerdo, y el percing de mi labio también se fue.
Lloraste la primera vez que un niño te llamo señora. Pasabas horas frente al espejo, preocupada de lucir alguna imperfección, usabas maquillaje, y tú siempre lo odiaste. La mentira tangible le llamabas.
No habías estado en este mundo medio siglo, pero tú ya te estabas preocupando por como te irías.
Estabas loca. Pero yo también.
Creo que eso fue lo que nos mantuvo juntos.
Un día, mientras preparabas la cena oíste en la radio la canción que cantamos a gritos un cuatro de julio, sonreiste.
Recuerdo que subiste el volumen al máximo y saliste al jardín, llovía, pero no te importó. Lloraste, las gotas de lluvia disfrazaron tus lágrimas pero yo sabía que ahí estaban.
Te encontraste. Y ni siquiera te estabas buscando.
Eras tan hermosa. Tan imperfecta.
Consumiste la vida de la manera en la que se debe hacer, sin escalas, y hasta el final.
Bailamos en la sala de estar solo porque si.
Cenamos helado y desayunamos pizza.
Te regalé esas perlas porque te recordé, preparaste mi cena favorita porque era martes.
Jugamos Scrabble con palabras que no existían. (Un secreto: siempre te deje ganar)
Vivimos, vivimos mi amor.
Y el día en que te fuiste, hacia sol.
En tu funeral use aquella camisa hawaiana que me regalaste, y conté mis mejores peores chistes. Habrías estado orgullosa.
No lloré, no frente a ti.
Te plante un árbol en una reserva ecológica, y tus cenizas las disperse en el mar.
Aún cuando tú querías las montañas, no lo lamento linda, sabes lo mucho que me gusta molestarte.
Pero hay algo que debo confesar, si lloré.
Es que ¿Cómo no llorarte? Eras la voz que cantaba en la ducha, eras el olor del café recién hecho. Eras las cosas buenas, eras mis cosas buenas.
Cada año te escribo una carta, en días, meses, y horas distintas. Pero siempre te escribo.
Este año mi cielo, te escribo desde lo más cerca que puedo estar de ti.
Mi caligrafía no es la mejor, mi mano tiembla y he tardado escribiendo está carta más del tiempo que debería.
Pero me alegra. Así habrá partes que no entiendas y tendrás que preguntarme. Y te la leeré, leeré todas las cartas que te he enviado si eso es lo que quieres.
Incluso, si estoy de humor, te leería poesía, de esa cursi que te encantaba.
Te extraño, te extrañe.
Te conocí en ese tiempo de la vida en que nada era permanente. Pero nosotros logramos serlo.
Fuimos permanentes y eternos, y seguiremos siendo.
Como debe ser.
Te veré pronto, con amor.
-Yo.
P. D. Si, aún firmo así, y no. No es infantil.
P. D. 2 Te amo.
ESTÁS LEYENDO
Eterna
Short StoryTe escribo cada año. Te cuento que tal va mi vida, y escribo chistes que te harán sonreír. (Malos chistes, te reirás por lastima) Pero eso tú ya lo sabes, me conoces bien. Y yo te conozco a ti. Ahora, ésta es la última vez que te escribo. Mi mano...