Deseaba cada vez más hacerla mía. Era una fuerte adicción la que me invadía cuando decidía hundir los dedos en su interior, sacarlos impregnados de su textura. Era mi placer pecaminoso.
Y se desgastaba cada vez que lo hacía, otorgándome la gloria del sabor de su parte más profunda, causándome una severa dependencia a ella. Nunca me podría faltar si no quería hacer que me volviese loca. O podría volverme igual solo al pensar en su existencia.
Era la causa de las manchas en mis labios, el disfrute de cada vez que pasaba la lengua por ellos y su esencia recorría toda mi boca de nuevo, recordándome una vez más todo aquel goce que me había hecho sentir.
Nunca te agotes si no quieres desesperarme,Nutella.
