CAPÍTULO 33

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DRAC©
Capítulo 33

DRAC

Una pequeña gota de lluvia cae sobre el pequeño puente de mi naríz, ésta se desliza hasta caer al suelo en donde se pierde en un pequeño charco de agua bajo mis pies. Un hombre vestido con una sotana blanca recita unas cuantas palabras sobre que el cielo lo recibirá en sus brazos o una mierda así, aprieto mi mandíbula junto con mis manos detrás de mi espalda, dejo salir un sonoro y audible suspiro mientras una ráfaga lluviosa de lluvia se pasea por el ambiente, el tiempo es enternecedor y llego a la conclusión de que la naturaleza lo hace a propósito.

Una gran urna de madera cobriza se encuentra frente a nosotros,  su forma es peculiar y un pequeño lazo violeta cubre a ésta.

—¿Alguien quiere proporcionar algunas palabras o despedirse?

Observo al hombre del gran manto blanco junto con un pequeño rosario que cuelga en su cuello. Me acerco hasta la urna y saco una pequeña caja de cigarrillos, la coloco adentro de esta y le doy un último vistazo, recordando todos los momentos que hemos pasado juntos como una verdadera familia. Porque a decir verdad, Derek para mi no significaba un simple amigo, colega o en todo caso jefe, el era mi familia, mi única familia y para mi eso era más importante que cualquier cosa.

—Nos veremos en el infierno, compañero—susurro en voz baja para que nadie pueda escucharme.

Siento un apretón en el hombro y observo a Alessia con unas pequeñas lágrimas debajo de sus ojos. Me enderezo y comienzo a irme, no quería ver el momento en el cual lo pusieran bajo tierra, el no merecía esta mierda, el no merecía morir.

Un sentimiento de culpa invade mi cuerpo, es lo que suele pasar con las personas que se relacionan conmigo, ya estaba acostumbrado.

Camino a través de los pequeños caminos de tierra y pasto que tiene el cementerio, dejo fluir mis pensamientos los cuales me guían hasta una lápida, fría y abandonada en particular.

Robert A. Sullivan.

Un padre, hermano, hijo y colega.

Me coloco de cuclillas hasta quedar frente a ellas, abrazo mi cuerpo mientras los recuerdos vuelven a mi cabeza.

—Lo lamento mucho, Robert—murmuro, tratando de reprirmir los sollozos—Se que he sido un maldito que ha acabado con tu vida, he acabado con la vida de tu hija, he acabado con mi propia vida, pero...—muerdo mis labios y aprieto mis manos mientras una sensación extraña se aloja en mi estómago—pagaré por lo que te he hecho. Estar sin tu hija es peor que un maldito castigo.

—Drac...

Me giro sobre mi hombro para encontrarme con Amber. Ella me observa con su pequeña naríz respinganda más roja de lo normal, enormes ojeras se alojan debajo de sus orbes cafés. Me levanto frente a ella con firmeza, mis ojos se encuentran perdidos en el ambiente, en el entristecido paisaje.

—Te has ido de pronto, pensé que tú...

—Estoy bien—la interrumpo, secamente.

Ella frunce sus cejas y cruza sus brazos sobre su pecho.

—Yo no creo que estés tan bien  como sueles decir, sabes que no tienes que fingir conmigo...

—Córtalo, Amber. No me conoces en lo absoluto,  así que deja de hacer comentarios de mierda sobre mi vida.

—Yo solo...

—Necesito estar solo. Yo...—me alejo lentamente mientras su mirada se entristece y se vuelve mucho más fría—Solo, déjame en paz.

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