Por muy ancha que sea la distancia,
por mucho que mis cadenas resistan,
aunque los cielos nublen mi paso
y aunque las mareas me traguen con sus lenguas saladas,
no cederé.
Tal vez sea imprudente,
incluso un sin sentido
pero nunca aprendí que fuerza debía mover mi destino.
Viví en una prisión de hielo,
cómoda y solitaria,
ausente ante el mundo,
ausente ante la gente que me rodeaba,
rozandome sin verme,
viéndome sin saberlo,
sabiéndolo sin quererlo
e ignorándome queriendo.
Nunca me entendí a mi misma,
no le encontraba el sentido:
ese funcionamiento vacío
lleno de esperanzas y sueños,
ansiando alcanzar su meta,
alejandose de ella por ello.
Por eso, ¿qué intento lograr?
¿Cruzar el mundo?
¿Volar?
Mi razón no comprende,
mi corazón entiende
que no se trata del destino,
sino del viaje,
el camino.
Pero me pierdo en la confusión,
entre un paso y el otro,
que si verdes bosques de abetos,
que si fría nieve en el pueblo.
Lo sé,
estoy perdida,
hace tiempo que lo vi.
Lo sé
y sonrío,
porque, como alguen dijo:
<<Para encontrarte a ti mismo,
debes haberte perdido>>.
13 años

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Primeras poesias
De TodoDesde pequeña la poesía me ha servido para expresar esas sensaciones a las que no puedo poner nombre y para darme claridad en los momentos que me siento perdida. Gracias a ella he descubierto que la melancolía es bastante agradable, aunque a veces l...