31

30 4 3
                                    

Por muy ancha que sea la distancia,

por mucho que mis cadenas resistan,

aunque los cielos nublen mi paso

y aunque las mareas me traguen con sus lenguas saladas,

no cederé.

Tal vez sea imprudente,

incluso un sin sentido

pero nunca aprendí que fuerza debía mover mi destino.

Viví en una prisión de hielo,

cómoda y solitaria,

ausente ante el mundo,

ausente ante la gente que me rodeaba,

rozandome sin verme,

viéndome sin saberlo,

sabiéndolo sin quererlo

e ignorándome queriendo.

Nunca me entendí a mi misma,

no le encontraba el sentido:

ese funcionamiento vacío

lleno de esperanzas y sueños,

ansiando alcanzar su meta,

alejandose de ella por ello.

Por eso, ¿qué intento lograr?

¿Cruzar el mundo?

¿Volar?

Mi razón no comprende,

mi corazón entiende

que no se trata del destino,

sino del viaje,

el camino.

Pero me pierdo en la confusión,

entre un paso y el otro,

que si verdes bosques de abetos,

que si fría nieve en el pueblo.

Lo sé,

estoy perdida,

hace tiempo que lo vi.

Lo sé

y sonrío,

porque, como alguen dijo:

<<Para encontrarte a ti mismo,

debes haberte perdido>>.

13 años

Primeras poesiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora