Yoonmin. ✨CANDLES✨

TERCERA VELA.

19 de octubre.

Cuando despierto, sé que no va a ser un buen día.

Olvidé escribir mi informe de literatura.
La profesora no tiene compasión.

Aunque tal vez si le muestre mis poemas sobre
las mil y un expresiones que te enamorarán del chico de cabello plateado,
logre obtener un punto por obsesivo.

[...]

Cuando salgo de clases, lo primero que hago es ocultar mi cabello verde debajo de mi gorro.
Mis gafas oscuras en plena llegada del invierno me hacen ver como un estúpido.
Ni siquiera hay sol del cual ocultarse. Sin importarme, también me pongo un cubre bocas.
Cuando camino hacia el colegio de mi hermano, me digo que él no me reconocerá.
Aunque de todas formas me escondo detrás de la gran muralla que rodea el edificio.
Sé que llegué a tiempo, cuando veo a chicos y chicas salir del gran portón.

Puedo recordarme en ellos.
Más feliz y sin tantas preocupaciones. ¿Podré volver a ser quién era antes de conocerle?

[...]

Por fin lo veo entre las personas. Camina hacia la salida, riéndose, hablando con sus amigos.
Me da la espalda.
Pero sé que es él al ver su cabello platinado desgreñado brillar y ondearse con el viento.
Sé que es él cuando se voltea, al ver su sonrisa.
Al escuchar su risa limpia y contagiosa.
Su voz aguda y suave.

Sé que es él incluso sin verlo.

Porque ninguno de ellos brilla de esa forma ante mis ojos.

[...]

Si te digo que te vez irresistible con ese chaleco café, ¿Pensarías que soy un acosador?

Lo veo sonreír.

Lo veo sonrojarse y mirar a su alrededor.

Logra encontrarme.

No sé cómo lo hace.

Pero aun entre tantas personas, siempre parece ser él quien me encuentra primero.

Pensaría que tú también te ves irresistible vestido de negro.

Le sonrío.
Y cuelgo, al ver como rápidamente se despide de sus amigos y se dirige hacia mí.
Al verlo, sé que me voy arrepentir.

Porque ningún amor flameante como la llama de una vela dura para siempre.

[...]

¿Qué tanto escribes ahí?

Me pregunta, quitando la vista de su cuaderno y sus resoluciones de matemática.
Levanto la vista, fijándome en sus curiosos y bonitos ojos azules de lentilla.
Amo más sus ojos cafés.

Escribo una canción.

Parece emocionarse, porque se levanta de un salto y va hacia mí.
Sin ningún pudor se sienta en mi regazo y yo llevo mi nariz al hueco de su cuello.

¡Yo quiero ver tus canciones!

Lo pienso.