Prologo
Existen libros para todo. Los hay para calmar el corazón, alimentar el alma o ejercitar el cerebro; también existen algunos para entretener o sólo para divulgar alguna información. Sea cual sea el motivo, el conocimiento que guardan entre sus hojas es un tesoro para la posteridad. Somos una especie evolucionada porque encontramos la manera de hacer de lo efímero algo perdurable. Lo único malo es que durante algunas etapas en la historia del hombre, la furia cegó nuestros ojos e hizo desaparecer un vasto conocimiento que si hoy pudiéramos leer, seguramente estaríamos un paso más cerca de la perfección. Era nuestra oportunidad y la echamos a perder.
Ya muchos estarán aventurándose a decir cuál fue este acontecimiento. Dirán: "Tiene que ver con los griegos, ellos siempre están metidos en todo". Sí, aciertan dos veces con aquella sentencia. A la cultura griega le debemos casi todos los conocimientos fundamentales de Occidente y este relato sigue esos pasos. Comenzaré diciendo lo que ya todos saben, que en la ciudad de Alejandría, en la última etapa de su existencia, se creó la más grande e importante biblioteca de todos los tiempos. No hay recinto que se compare en cuestión de conocimiento.
Ni siquiera Internet podría competir con los saberes que ese recinto resguardaba, porque la Biblioteca de Alejandría contaba con pergaminos únicos que databan de siglos antes de nuestra era, cuando el humano vivía para conocer y no para dominar o destruir. Había conocimientos de Grecia, Egipto y Babilonia mezclados con grandes descubrimientos de tierras áridas persas, hindúes y otras tierras lejanas de Oriente. Se preguntarán cómo consiguieron albergar hasta 700 mil pergaminos de diferentes temas en tan poco tiempo de su existencia. La respuesta es copiando. No en el sentido de plagio, sino en el acto primitivo de leer y transcribir el texto. Entonces había decenas de personas que sólo se dedicaban a copiar texto en pergaminos de 25 y 31 cm de alto, y 610 cm de largo. Un rollo de tales características podía contener, por ejemplo, el "Banquete", de Platón. Aunque se tardaran meses en tener un libro-pergamino propio, era tanto su amor al conocimiento que no importaba lo cansado que fuera escribir a mano, cada palabra era igual a una moneda de oro.
Así se llegó a tener el lugar más importante para la filosofía y las ciencias de todo el mundo. Todo iba muy bien hasta entonces, pero un suceso trágico destruyó el sueño de la cultura más prolífera de la Tierra. No se tiene certeza de cuál fue el acontecimiento que destruyó la enorme Biblioteca de Alejandría, sólo hay varias especulaciones alrededor de su destrucción. Algunos señalan a Julio César como el inquisidor que dio la orden de desaparecerla. , 96 años después del hecho, menciona que cuarenta mil libros fueron quemados en Alejandría, sin hacer comentario adicional del asunto.
Los libros que a continuación se presentan en esta segunda parte de Libros Malditos II, tienen la peculiaridad de ser verdaderamente extraños al momento de contrastarlos con la realidad inmediata. Con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría se perdieron más del 80 % de textos, donde quizá se encontraban las respuestas al "Manuscrito Voynich" o "The Smithfield Decretals". Con esta catástrofe, nos condenamos a desconocer importantes cosas que existieron en nuestro mundo. La desaparición de dicha biblioteca aún sigue siendo un misterio, si quieres conocer otros acontecimientos históricos que aún son inciertos, te invito a investigar del tema.
ESTÁS LEYENDO
© Libros malditos II
RandomExisten libros para todo. Los hay para calmar el corazón, alimentar el alma o ejercitar el cerebro; también existen algunos para entretener o sólo para divulgar alguna información. Sea cual sea el motivo, el conocimiento que guardan entre sus hojas...