Capítulo Único

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Sobre las calles de Yokahama incidían los fuertes rayos de sol acompañados de una leve brisa veraniega. La gente caminaba feliz y tranquila por las calles sin tener la más remota de idea de quien podría ser la persona que pasaba por su lado, cuanta felicidad o tristeza podría albergar en su interior, pues con ese cálido y bonito paisaje ¿Quién pensaría que podría haber alguien sumido en la tristeza?

Entre las calles, camuflados por el tumulto de los caminantes, paseaban dos miembros de la Agencia Armada de Detectives. Osamu Dazai y acompañándolo, Atsushi Nakajima.

Dazai movía su mano ante su propio rostro moviendo el aire para que esté golpease su cara y eliminase el calor que sentía por todo su cuerpo. Por supuesto, fue un movimiento inútil.

—Creo que va siendo hora de sacar las vendas de verano —Susurró a la vez que trataba de aflojar la venda que rodeaba su cuello.

—Antes de ir al trabajo... ¿Iremos a ver a Nakahara-san? —Preguntó Atsushi.

—Sí, claro, hace tiempo que no voy a verlo, seguro que se habrá enfadado conmigo...

Frente a una de las tantas floristerías de la ciudad los detectives se detuvieron. Dazai llevó sus manos a los bolsillos de su chaqueta y después golpeó los bolsillos de su pantalón buscando, en ellos, su cartera.

Dazai chasqueó la lengua un poco irritado por haberla perdido precisamente en ese momento.

Con una triste sonrisa observaba detenidamente aquellas flores, no conocía su significado, al menos, no de todas, pero le hubiese gustado comprar, por una vez, algunas para Chuya.

—¿Crees que Chuya se enfadará si no le llevo flores?

Atsushi nunca lo conoció tanto como para saber si se molestaría por lo que no supo que responder.

—N-no sé ¿Tal vez?

Dazai volvió a mostrarle su alegre sonrisa.

—No te pongas nervioso, anda, vamos al cementerio —El suicida le golpeó la espalda para que comenzase a caminar y juntos, llegaron a las puertas del cementerio.

Por mucho que le insistió Atsushi se quedó fuera, no quiso acompañar a su compañero en aquel paseo por el lugar donde habitaban los fallecidos, aquel sitio le infundía demasiado respeto.

Dazai, en cambio, entró sin borrar su enorme sonrisa. Muy poca era la gente que se encontraba en aquel lugar, pero él y solo él, era capaz de llamar la atención de todos por mostrarse tan feliz de estar ahí y, además, saludar con descaro y sin ningún tipo de vergüenza a todo aquel que le dirigía la mirada.

Intentaba mostrarse amable con todos los presentes.

Como siempre, se detuvo frente a la tumba con las flores más hermosas del cementerio. Siempre se preguntó qué clase de persona dejaba ese tipo flores, estaba seguro de que fuese quien fuese, debía querer mucho al hombre ya enterrado.

A su lado, dos señoras mayores lo observaban con tristeza y con ganas de preguntarle, una de ellas se armó de valor para hacerlo.

—¿Le conocía? —Preguntó la más bajita de las dos.

—Era mi amigo —Intentó mostrarse lo más sincero posible— Vengo aquí a hablar con él de vez en cuando —Rió fingiendo un nerviosismo impropio de él.

Eran señoras amables, pero él quería librarse de ellas cuanto antes, no quería hacer esperar a Atsushi demasiado.

Se agachó para coger el ramo de flores y mostrárselo a las señoras.

—Son preciosas ¿No creen? —Ambas señoras asintieron con una sonrisa y observaron al chico con tristeza.

—Por supuesto, deberías ponerlas en agua para que no se marchiten y duren más tiempo.

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⏰ Última actualización: Apr 22, 2017 ⏰

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Flores (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora