Capítulo 25 | Narrado

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(Max)

  Ya era la sexta vez que leía la conversación. Lo que empezó siendo un simple juego mío, terminó de un modo que no puedo ser capaz de comprender aún. ¿Novios por Whatsapp? ¿Siquiera existe eso?

Si, acepto.

  Ese mensaje me agarró desprevenido. No estaba preparado para algo así. Además, estoy hablando de Mery. Si la comparo con otra, nada relevante. Pero aún así, del mismo modo que cuando fuimos al súpermercado, sus palabras desataron una guerra en mi interior. Mi corazón se aceleró, al tiempo que  elestómago no dejó de movérseme. Esos padecimientos me preocuparon algo.

  En cuanto llegue aquel día a casa investigué mis raros síntomas en internet, y al parecer es una enfermedad inusual, pues me salía como respuesta que estaba enamorado. A ver, estamos hablando de Max, Max Smith. Traducción, yo no me enamoro. Así que amor, descartado.  Mi única explicación es que estaba en presencia de una enfermedad que todavía no ha sido descubierta por la ciencia.

—¡Hey, bicho! ¿Que tu crees, será que me gusta Mery?

El chucho, que está entre mis piernas me mira y responde con dos ladridos sonoros.

—¿Es eso un sí?

Nuevamente me da dos ladridos, ahora sí me estoy volviendo loco. Lo que me faltaba. ¿Ahora hablo con un perro?.

   Se levanta de mis piernas y se baja de la cama.

—¿No planearás orinarte ahí? —se agacha un poco sobre la alfombra— Hey, ¡ahí no!

  Reacciono rápido y agarrándolo fuerte para no dejarlo caer desde un segundo piso, lo asomo por la ventana e instantaneamente comienza a liberar el pequeño chorro de orine.

  Un grito se escucha desde el piso de abajo, asomo mi cabeza y Rosa la sirvienta de la casa de enfrente no deja de vociferar mil maldiciones al viento. Una tarta en su mano tiene la apriencia de haber sido destruida por el chorro "perdido" de Buddy.

  Comienzo a reír. Rosa mira hacía mí, pero así de rápido como saqué a Buddy, me escondo para evitar la culpa. Escucharla maldecir me hace reír aún más. Esa señora y su "adorado niño", son unos pesados. Aún así mi madre le acepta los postres que ella "amablemente" le regala. Capaz y un día nos envenene.

  Acaricio a Buddy, y le doy el "en ahora buena" por hacerme pasarla tan bien.

  Recojo el móvil de sobre la cama, para leer nuevamente la conversación de ayer.

  En la barra de notificaciones hay la señal de nuevo mensaje.

N.e: Hola creído (20:03)

«Ya era hora de que escribieras» pienso

 

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