El sospechoso

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Ya habían pasado un mes desde aquel dia en el que Darcy conoció su historia, un mes desde que su brazo de dolió de la forma más extraña posible. Desde ese dia se había sentido rara, decaída, desanimada y no sabía el por qué. Remus no la ayudaba mucho. Se pasaba los días encerrado en su despacho mandando cientos de lechuzas a quien sabe nadie. Y Darcy no sabía que hacer, solo se animaba hablando con Draco a través de un viejo teléfono de los 60s que Arthur había arreglado a base de magia (regalo que ni Draco ni Darcy debían desvelar a no ser que quieran ser descubiertos y que a Molly le diera un ataque). El joven rubio le decía lo mucho que la quería, las ganas que tenía de abrazarla, besarla... cosas típicas de un dieciseisañero loco de amor. Darcy pensaba que estaba en su gran mansión feliz con su madre, pero la realidad era muy distinta.

Para hablar con su novia, Draco se escondía en su habitación y sacaba de debajo de la cama aquel teléfono verde descolorido y algo sucio que esta le había regalado. Por suerte no tenía que hacer mucho ruido ya que este raramente conseguía funcionar con magia. Mientras tanto, su madre vigilaba que nadie entrara en la habitación de su hijo, ni mucho menos Lucius... Ni mucho menos Voldemort. Y, para cuando conseguía escuchar la dulce voz de su novia del otro lado, tenia que hacer el gran esfuerzo de mentirla, de decirla que todo iba bien cuando en realidad se sentía horrible, sucio y arrepentido de llevar esa marca en su brazo izquierdo y ese gran peso en su espalda, el peso de una vida que dependía de él: Dumbledore.

Una noche, a finales de agosto, un Lupin pálido y con ojeras le pidió a su ahijada que hiciera las maletas.

-A casa de los Weasley. Estarás más segura allí. - le dijo tajante cuando Darcy preguntó el porqué.

La muchacha guardó en sus dos baúles todas sus pertenencias e hizo una pequeña mochila con sus libros de lectura, su pequeña máquina de escribir, las cartas de su novio, una poción para su ansiedad y sus gafas negras. En cuanto estuvo preparada, se aparecieron en el jardín de los Weasley.

La noche estaba cerrada y nublada. No se veía nada, tan solo las pequeñas luces que salían de la cocina y el salón de los pelirrojos. Molly estaba en la cocina guiando con su varita mágica a los platos y colocándolos en su sitio mientras que Ron estaba tumbado bocarriba en el sofá mirando el reloj impaciente por la llegada de su mejor amiga. En cuanto llamaron a la puerta, Ron se levantó rápidamente y abrió la puerta. Ni siquiera escuchó la charla de su madre con su antiguo profesor de DCLAO. Abrazó a su mejor amiga efusivamente y sin decir nada, subieron a la habitación del pelirrojo a ordenar sus cosas.

-¡Ron para! - dijo Darcy alterada al ver como Ron le preparaba su cama junto a la de él a la velocidad de la luz.
-Tienes razón, lo siento, lo siento. - dijo colocando finalmente la almohada y mirándola fijamente con las manos en las caderas.

Darcy le miró igual de serie pero finalmente no pudieron aguantar la risa y abrazarse dulcemente.

-Oh Ron, te he echado de menos. - dijo Darcy dulce. - ¿Sabes? Lupin me contó mi historia: mis abuelos, mis padres, mis tíos...
-Eso es increíble, es... - dijo Ron.

No pudo acabar la frase ya que su mirada se dirigió hacia la cama de la muchacha donde estaba su mochila de la que salían trozos de pergaminos con la letra D en ellos. Ron se acercó a ellos y cogió uno. Darcy corrió todo lo que pudo hacia él pero era tarde: había descubierto sus carta con Draco.

-¿Qué hacías hablando que él? - dijo Ron mosqueado.
-Ron... por favor, déjame explicarlo. - dijo Darcy desesperada.
-¿El qué Darcy? - dijo Ron preocupado.

Ron se sentó en la cama y la miró expectante sin saber muy bien que ocurría. Darcy se sentó a su lado con las cartas en sus manos, tomó aire y le contó todo lo de Draco. Ron le escuchaba atentamente. Al finalizar el relato, Ron estaba muy sorprendido. Siempre había visto a Draco como el chulo hijo de papá, no como ese que Darcy le estaba describiendo: dulce, protector, etc.

-¿Qué piensas sobre ello? - le dijo Darcy nerviosa.
-¿Le quieres?
Darcy asintió nerviosa.
-¿Te cuida?
-Mucho.
-Entonces, sigue con él. Yo te apoyo, te apoyaré siempre. - dijo Ron finalmente.

Darcy se lanzó a su cuello llorando de alegría al ver que su mejor amigo apoyaba su relación. Siguieron hablando durante varios minutos mas sobre como le cuidaba Draco hasta que Ron le preguntó algo que le descolocó totalmente.

-¿Harry y Hermione lo saben?
-No, eres el único... Por favor, no les digas nada. Aún no. -  le suplicó Darcy.

Ron asintió y le volvió a abrazar. Después de eso, Molly les llamó para cenar pese que Ron ya lo había hecho. Darcy cenó en silencio. Molly estaba ausente mirando cada 5 segundos por la ventana. Los gemelos se habían ido a vivir a su tienda Sortilegios Weasley en el Callejón Diagón, Ginny estaba durmiendo y, por lo que había oido en la radio, Arthur pertenecería a ese numero de trabajadores del Ministerio obligado a hacer horas extra. La verdad es que jamás había visto La Madriguera tan vacía, y eso le apenaba. Se fijó más detenidamente en Molly y Ron, los dos con grandes ojeras y cara de cansancio. La vuelta de Voldemort había cambiado a su familia de una forma que Darcy no era capaz de descifrar.

Pasaron dos días y llegó Hermione, decaída y cansada.Y después Harry. Ninguno se esperaba que llegara aquella noche. Ginny fue el que le descubrió en el jardín al ver sus pertenencias en la cocina. Ron, Hermione y Darcy, ya dispuestos a acostarse en sus camas para ir mañana al Callejón Diagón, bajaron asombrados a la llamada de Ginny. Ayudaron a Harry a acomodarse y se sentaron en la habitación de Ron a hablar.

-Dumbledore me ha traído hasta aquí. - dijo Harry nada más sentarse.

Después les contó que Dumbledore le había llevado al pueblo en el que vivió para conocer a su nuevo profesor de pociones... aunque Harry sabia que era por algo más.

-Mi madre no quería que este año fuéramos a Hogwarts. Mi padre la convenció. - dijo Ron de repente.
-Mis padres que son muggles también saben que hay algo que no va bien. - dijo Hermione.
-Remus también ha estado raro los últimos días pero, ¿dónde vamos a estar mas protegidos que en Hogwarts con Dumbledore? - dijo Darcy intentando animar las cosas.
-Dumbledore me ha dicho que ya está mayor... - dijo Harry.
-¿Cuántos años tiene? ¿150? Año arriba, año abajo... - dijo Ron riendo.

Los demás no pudieron dejar de reír mirando ese fragmento de El Profeta hecho una bola arder. De pronto, mientras Darcy apuntaba con su varita al periódico, vio la cara de su novio y su madre arder y llegó a leer.

"Esposa e hijo de Lucius Malfoy expul..."

No pudo llegar a leer más ya que el periódico se consumió del todo. Siguieron hablando durante un rato mas hasta que se quedaron dormidos, cada uno en su cama. A la mañana siguiente, los cuatro amigos junto con Ginny, fueron al Callejón Diagón a comprar las cosas nuevas para el curso que viene. Entraron a visitar a Fred y George a Sortilegios Weasley. La tienda estaba a rebosar de gente, era increíble. Los gemelos les estuvieron enseñando toda clase de artilugios de broma y demás. Darcy se fijó en los filtros de amor cuya función era enamorar a alguien. Ron se acercó a ella y levantó una ceja.

-No lo necesitas. - le dijo riendo al oido debido al gran barullo de gente.

Darcy soltó una carcajada y después abandonaron la tienda. Nada más salir, los ojos de Darcy se encontraron con los de su novio y una alegría recorrió a la joven. El joven le sonrió dulcemente con la misma felicidad que su novia, pero su sonrisa se esfumó unos instantes y miró a su madre. Esta dedicó una sonrisa triste a la muchacha y se fueron por el callejón Knockturn. Darcy agradeció unos segundos que nadie les haya visto, hasta que Ginny lo arruinó.

-¿Qué harán Draco y su madre por el callejón Knockturn?
-Ni idea, pero vamos a seguirlos. Esto es sospechoso. - dijo Harry comenzando a andar hacia el callejón.

Darcy miró a Ron con miedo y este le cogió por los hombros para que no se preocupara. Les siguieron la pista hasta Borgin y Burkes, donde Draco y su madre entraron rápidamente. Darcy se llevó la mano al pecho y sintió que le faltaba el aire, pero ella tenia motivos para ello. Estaba extraña. Los chicos se subieron al tejado y observaron desde arriba. En cuanto miraron por las cristaleras, Darcy ahogó un grito. Su novio estaba rodeado de mortifagos que observaban como este examinaba un armario. De repente, un mortifago se asomo y por poco los pilla, suerte que Darcy había agarrado a todos y se había desaparecido de allí con unas ganas de llorar inmensas y mucha incredibilidad.

Corazón de Profecía (Draco Malfoy & Darcy Healey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora