Capitulo 3

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Lunes 15 de abril.              3:00 p.m.
Comenzamos a recorrer las calles lo mas rápido que podíamos, cientos de autos abandonados se hayaban en estas, miles de personas corrían intentando ponerse a salvo, mientras mas personas veíamos en esa condición nuestros nervios comenzaron a elevarse hasta tope, no podíamos dejar de pensar lo que pasaría si no logramos llegar al bunquer a tiempo. ¿Mi familia estaría bien?, ¿estarán en casa esperando por mi?, ¿estaremos bien en cuanto lleguemos ahí?. Miles de preguntas no dejaban de rondarme por la cabeza haciendo que me distrajera por completo, al punto de no darme cuenta cuando llegamos a casa, hasta que Jonathan aparcó la moto en la acera frente a su hogar.

-Si quieres espera aquí, iré por todos y por el auto de mi papá.- se apresuro a decir mientras entraba a toda velocidad a su casa.

En lo que el iba por su familia, tome mi celular y marque a casa, con la esperanza de que alguien me contestara.
-¿Hola?
- Miranda, ¿eres tú?, ¿donde éstas?- respondió de madera histérica.
-Tranquila, estoy en casa de Jonathan, pasamos por su familia para que estemos todos juntos en el bunquer, ellos no tienen donde ponerse a salvo- le respondí tratando de tranquilizarla.
-Esta bien, pero de prisa, no sabemos en que momento puede llegar a pasar algo.
-Si, tranquila, llegaremos a tiempo- al terminar de decir eso le colgué para que no se alterara mas.

Escuche el sonido de la cochera, una camioneta negra salio con la familia de mi novio abordo, esta se detuvo frente a mi.
-Sube amor, mi padre no esta en casa pero nos alcanzara en tu bunquer, no hay tiempo que perder.

Llegamos a casa después de mas tiempo del que nos temíamos, todo el camino fuimos escuchando la radio para estar enterados de lo que ocurría y para saber, si en el peor de los casos, no lograríamos llegar al refugio.

En cuanto entre corrí a abrazar a Alex, a mamá y papá, estaba tan feliz de que todos estuviéramos bien. No tardamos en agarrar unas cajas de cartón llenas de provisiones de comida y agua, además de algunos otras cosas esenciales extras, no sabíamos que tanto tiempo sería necesario estar encerrados en ese lugar, así que también llevamos varios paquetes de baterías para poder escuchar las noticias por la radio y para unas cuantas linternas.

Se sentía deprimente tener que estar demasiado tiempo en ese lugar sin nada que hacer y solo esperando lo peor, tome una manta y me dispuse a ir a sentarme en una de las camas tipos literas que estaba en una esquina, al principio solo me senté y abrace una almohada junto con la manta, pero después de un rato termine acostada en posición fetal, la verdad era que me aterraba lo que podría llegar a ocurrir, nunca en mi vida había estado en el bunquer por alguna situación parecida, ni siquiera por un simulacro; cuando era niña solamente llegaba a entrar con mis amigos para jugar, todo estaba lleno de risas, diversión y felicidad, sin embargo, en estos momentos lo único que se puede sentir en el aire es el miedo y la desesperación.

Despertar en el fin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora