El hombre parece desconcertado, pero aun así consigue articular algunas palabras.
-Guardias! Apresadla, una ladrona-dirige la mirada hacia Anne- Mi hija murió a los seis años.
La biblioteca empezó a llenarse de guardias y ella al quedarse desconcertada por la respuesta y por qué en verdad el rey parecía su padre no se resistió, incapaz de defenderse por el shock. Los guardias la llevaron a las mazmorras que a aquellas horas de las noches se encontraban en una oscuridad absoluta, pero por suerte para ella el guardia que le llevaba sabía quién era.
-Shh, ven por aquí, te ayudaré.
A la chica le extraño que un guardia del rey con lo cruel que era le ayudase sabiendo que este se estaba jugando la vida, así que decidió preguntarle el motivo.
-Por qué?
-Shh- le puso la mano en la boca y señaló la puerta alumbrada. Ella asiente y prosiguen el camino.
El guardia que no tendría más de 22 años la llevo por pasadizos que a ella le resultaban familiares hasta que llegaron a una pequeña habitación.
-Por hoy quédate aquí, será difícil escaparse hoy, los guardias están alarmados. Tranquila nadie entrará aquí. Es el ala oeste el rey desde la muerte de su esposa prohibió su entrada. Aun que tú lo deberías saber no es así princesa Ana.
La muchacha abrió mucho los ojos entonces aquel hombre si era su padre y ella no estaba confundida. Por su cabeza rondaban preguntas sin respuesta ¿por qué el rey no la reconoció? ¿Estaría tan rodeado de odio que no podría reconocer ni a su propia hija?
-Tu…
-Yo soy Edgar, sir Edgar a tu servicio. Mi padre vivía en el castillo y nos criamos juntos hasta la muerte de tu madre donde tu desapareciste en extrañas circunstancias y el rey… tu padre te dio por muerta.
Ahora para ella cobraba sentido todo, no recordaba muchos momentos de su infancia y los poco que recordaba no le tenían sentido y acabo creyendo que eran simple sueños. Pero es por eso que tenía un collar de oro donde aparecía la foto del rey, la reina y un bebe que era ella.
-Descansa. Mañana te vendré a buscar.
Anne se acuesta en la grande cama con dosel. A la mañana siguiente la claridad que se filtra por la ventana de la estancia la despierta. Sentado al lado de la cama se encuentra el guardia.
-No quería despertarte. Toma, a reponer fuerzas- le entrega una bandeja con comida que desprenden un dulce olor.
-Huele de maravilla, ¿qué es?
-Un poco de todo, no sabía que te gustaba- dice encogiéndose.
-El rey se ha enterado de que escapaste, ha puesto precio a tu cabeza. Deberás buscar un escondite. Conozco una cabaña en el bosque donde vive una vieja anciana que te dará cobijo si le explicas la situación. Y si le agradas
-Pero yo… mi ca….
-Todo lo que ahora viviste olvídalo, forma parte del pasado. Debes sobrevivir es la única forma de demostrar que tu sigues viva, que la princesa sigue viva y acabar con el mal de esta tierra.
-Está bien pero necesito que me hagas un favor-escribe una carta con un folio que hay en el escritorio de la habitación- entrégasela a William Michaelson.
Ethan se levanta y abre la puerta del armario
-Es un pasadizo que conduce al bosque. Una vez allí sigue todo recto hasta llegar al rio. Cuidado, el bosque puede ser peligroso.
LA muchacha se adentra en el pasadizo, pero antes de que Ethan cierre la puerta del todo se da la vuelta, indecisa. Se fija en un reloj de cuco, lo recuerda, era el de su madre, esa habitación era la de su madre. El reloj empieza a sonar dando 12 soniditos indicando que son las 12 de la mañana. Una vez que llega al bosque sigue todo recto tal y como le indicaron hasta llegar a un rio donde hay una vieja anciana que cuando se acerca le dice.
-Princesa Ana, te estaba esperando
