Me sentía culpable por Sophie, nunca le había hecho daño y jamás le haría daño. Pero esta vez era diferente. Ella no entendía que por primera vez, a diferencia de ella, me había enamorado. Por primera vez me permití sentir el amor, y ella había querido arrebatarme eso.
Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no me di cuenta de que Andrew seguía manejando. Callado, parecía no haberse inmutado por lo que había sucedido. Siempre envidié eso de el, siempre tan sereno y calmado, como si nada en el mundo le afectara. Se veía tan guapo al volante, se veía mayor de lo que en realidad era. Por un segundo recordé que no sabía a donde me estaba llevando.
-Eh, Elaine ¿tengo algo en el rostro?- rió por lo bajo
¡Oh por Dios, lo había estado mirando mientras pensaba!
-Eh, no. Es sólo que, te veías muy atractivo manejando- dije mientras me sonrojaba.
¿Qué rayos ha sido eso Elaine? No puedo creer que haya flirteando con mi mejor amigo.
-Gracias- dijo mientras guiñaba el ojo- Pero apuesto a que no me veo ni la mitad de atractivo que tú con ese vestidito que llevas puesto.
Me sonrojé, no tuve opción. Sentí un millar de choques eléctricos en mi cuerpo, me quedé sin palabras, sólo pude sonreir.
Cuando por fin encontré que decir, Andrew detuvo el auto.
-Elaine, apuesto a que no sabes donde estamos y en tu cabeza te has formulado mil preguntas que estás esperando que responda- dijo
-Eh, no realmente- dije con la mejor imitación de una persona calmada
-Vale, vale. Si no quieres saber nada, me callaré- dijo, haciendo un gesto exagerado de dolor, como si se le rompiera el corazón.
Nos bajamos del auto, había una ligera brisa. De esas que te hacen sentir como modelo cada vez que caminas. Era la ciudad, seguíamos en ella. Eso lo sabía a la perfección. Pero, no lograba identificar en que parte de la ciudad estábamos. Era un lugar alejado, se notaba por el eco de los sonidos de la ciudad. Las patrullas eran apenas perceptibles en esta parte. No había demasiados edificios, eran más, cabañas. Pero no las cabañas que nos presentan en los cuentos, eran cabañas un poco más modernas. No habían espectaculares, ni tampoco las miles de luces que te ciegan en las calles principales. Se podía escuchar una especie de corriente acuática, seguramente había un río cerca. Estábamos rodeados de árboles, sequoias para ser exactos. Se veía la metrópolis a lo lejos, con sus luces y su hiperactividad tradicional. Lo único que nos separaba de ella, era un basto campo de lavanda. Era simplemente bellísimo, no hay palabras suficientes para describir lo que en ese momento presenciaban mis ojos. Sin embargo, por más que intenté, fracasé al recordar aquel lugar.
-¿No te da miedo Andrew? Es de noche, y no sabemos donde estamos. ¿No, no sientes alguna especie de temor?- dije, mientras me juntaba a el.
-¿Miedo? No Elaine- sonrió- A veces, sólo a veces, es bueno no saber donde estás. Es necesario perderse para encontrar, necesitas salirte un momento del mundo para contemplar los pequeños detalles desde otro punto- dijo, mientras veía el suelo
-Pero, Andrew ¿Sabes regresar a casa?- dije, con el corazón palpitando fuertemente en mi pecho
-Elaine, no necesito regresar a casa si te tengo a ti. Tú eres lo que yo necesito, por ti me perdí y es ahora que me he vuelto a encontrar. Me encontré en tu mirada y en tu sonrisa coqueta. En tu voz y en cada palabra que dices. Jamás sentiré miedo, si estoy a tu lado- dijo mientras contemplaba el campo de lavandas.
No pude decir nada. Sólo lo abracé, con todas mis fuerzas, como si jamás en la vida lo fuera a abrazar de nuevo. El, me abrazó con la misma intensidad, y me besó la frente. Fue un beso cálido, un gesto tan normal entre nosotros, pero esta vez, tenía otro significado.
-Andrew- dije temerosa
-Elaine- contestó con cierto tono burlón
-¿Por qué me has traido aquí?- pregunté, con cierto tono de tristeza
-Porque quería que conocieras mi lugar feliz. Todos tenemos uno, como en las películas. Este es el lugar al que vengo cada día que siento que ya no puedo más. Este lugar oculta más secretos del que un cerebro humano podría soportar. Este lugar ha escuchado mis mayores dolores, ha visto mis peores lágrimas, pero sobre todo ha presenciado cada caída que he tenido. No espero que lo entiendas Elaine, sé que lo tuyo no es buscarle lo poético a la vida. Y es normal, sólo los corazones más rotos transformamos el dolor en algo bello. Y bueno tú, te has librado eternamente de sentir el dolor que provoca el haber amado a quien no te amó- dijo mientras me miraba directo a los ojos- La vida no es exactamente como la crees Elaine, la vida no es un título universitario y mucho menos una calificación. La vida es sentir, enamorarse, entregarse, romperse, llorar y gritar, enojarse y reir. Eso es vivir, conocer y experimentar. Tu no vives Elaine, es por eso que te traje. Para que salgas unos minutos de tu rutina y vivas.
Me quedé callada. Eso me había dolido. Saber que mi mejor amigo me tomaba como máquina sin capacidad de sentir, dolía en el pecho. Se sentía como un vacío, no podía hablar. La vista comenzó a nublarse y las lágrimas corrieron desmedidamente por mis mejillas. Lloré en silencio, no quería que Andrew viera que tenía el poder de lastimarme. Sólo me fui, tranquilamente. Me subí al auto, no deseaba saber nada de nadie en ese momento.
Andrew sabía lo que había hecho, por eso decidió no subirse al auto. Se veía tenso, sus ojos brincaban de un lado a otro sin control. Estaba nervioso. Su cabello estaba despeinado, y sus labios estaban pálidos. Seguramente había frío afuera. Yo seguía en el auto, mis lágrimas habían cesado y mi mente estaba tranquila. Había decidido ignorar todo lo que dijo, porque al final, yo sabía que no era cierto.
Pasaron 20 minutos para que Andrew tocara la ventana.
-Elaine, ven- me miró con los ojos más tristes que podían existir
-Vale, ya voy- le dije mientras le ponía seguro a mi puerta
-Elaine, no seas así. La he regado ¿de acuerdo? Lo siento, no quise decir eso
-Pero lo hiciste, es lo que sientes y percibes de mi. Llévame a casa Andrew- dije con tono severo
-No te puedo llevar si no abres el auto Elaine- dijo con un dejo de tristeza en su voz
Al quitar el seguro del auto, abrió mi puerta y me jaló hacia el exterior.
-Maldita sea Elaine, caíste en su estúpido juego- pensé.
Vaya que sí había descendido la temperatura, la brisa era más fuerte en cada ráfaga y el sonido del aire atravesando las sequoias era ensordecedor.
-¿ANDREW?- grité con desesperación al ver que ya no estaba junto a mi
-Eh, calma amor, estoy sacando unas cosas de la cajuela- dijo mientras se acercaba y me daba un beso en la frente
-Me has asustado, inútil- dije mientras sonreía
Andrew sonrió y siguió sacando cosas de la cajuela. Estaba tan oscuro que no lograba distinguir que era lo que sacaba. Tampoco lograba escuchar por el sonido del viento. Me puse a pensar en qué estaría tramando, mientras veía las flores de lavanda ir de un lado a otro con el viento, era como si bailaran. Era simplemente espectacular.
Cuando finalmente acabó, estaba trepado en el capirote del auto. ¿Cómo demonios había llegado ahí? No lo sé. Pero fue hasta entonces que percaté que mi temperatura corporal había disminuido a tal grado en el que mis manos estaban comenzando a quedar moradas.
-Ven Elaine, ¿no has escuchado que hoy es la lluvia de estrellas?- me gritó desde donde estaba
¿Lluvia de estrellas? No podía ser cierto. La lluvia de estrellas era lo que más amaba en la vida, siempre había querido ver una.
-Eh, Andrew- dije con voz ronca, casi inaudible- No puedo moverme, estoy demasiado helada
-¡Elaine!- bajó corriendo por mi y me levantó en sus brazos- Estás muy fría, déjame ayudarte
Desenrolló unas sábanas que ya había preparado y me envolvió en ellas. Seguido de esto, sacó una taza con té de rosas, (mi té favorito) y me dejó sorberla. Hmm... Es el mejor té que he probado, pensé. Sin embargo, yo seguía titiritando, aunque ya no de forma exagerada. Andrew no pudo evitar notar que aun tenía frío, así que me abrazó. Sentí su cálido cuerpo contra el mío. Podía sentir su corazón latir mientras estábamos sentados en el capirote.
Una hora después, el viento había cesado. La brisa ligera había vuelto. Estaba tan distraída pensando en el viento que no vi que Andrew había sacado unos paquetitos con sushi.
-Bueno Elaine, creo que tienes hambre. Después de tanto titiritar a quién no le da hambre- dijo riéndose
No pude evitarlo, me acerqué y recargué mi cabeza en su hombro. Y así nos quedamos, no sé si fueron horas o segundos. No importaba. Estaba con el y eso era lo único que importaba en el momento. Estabámos viendo las estrellas, pero ninguna fugaz pasaba. Creí que era porque estaba comiendo y no estaba lo suficientemente concentrada como para notar las estrellas que caían. Pero al cabo de un rato noté que no era eso, simplemente no caían y no caían. Había perdido la esperanza de ver una estrella fugaz. Pero entonces pasó. Vi una estrella fugaz caer. Y en ese preciso momento, cuando mi corazón se detuvo, Andrew me besó.
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Ps. Me enamoré
RomanceNarra lo imperciptible y espontáneo que es el amor. una historia verdadera, basada en sentimientos reales, crudos y duraderos. Con Andrew siempre fue igual, desde el momento en el que lo vi, mi cuerpo supo que era él al que quería a mi lado, no com...