Capítulo 9 (parte II)

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N/A: este capítulo largo, porque el final está más cerca que nunca. Disfruten :)

Josh 

Bajo del coche y camino apresuradamente hacia este edificio abandonado. Es inmenso, con ventanas de vidrio polarizado. Parece que pertenecía a alguna empresa porque para estar abandonado está en perfectas condiciones. El ambiente está lleno de tensión, adrenalina, incertidumbre. Me siento ansioso, enérgico, con ganas de cortar algunas cabezas. Voy pensando en todo lo que le haré a Will una vez que lo tenga en mis manos porque de ninguna manera permitiré que se la lleve. Hoy recuperaré a mi mejor amigo y me iré con ella, está decidido. 

Atravieso la puerta principal visualizando un enorme mostrador, el suelo está lleno de tierra y papeles. Una gran escalera se encuentra en la parte trasera del vestíbulo y los pocos sofás que quedaron están destrozados. No sé qué hora es pero la luz de la luna es suficiente para poder ver. 

Deede saca, con disimulo, una granada y silenciosamente la reprendo pidiendo que se quede quieta pero ella no hace más que insultarme.

Suspiro de frustración mientras subo por la escalera con ellos siguiendo mis pasos. Resuena horriblemente bajo nuestro peso.

No puedo explicar lo que siento, pero tengo la sensación de caminar hacia la muerte. Ruego en silencio porque él esté vivo, que haya aguantado. No merece morir, no todavía. 

Hay hojas por donde se mire, las paredes tienen grafittis con insultos y algunas ventanas y puertas están destrozadas. La luz de la noche también me permite ver botellas, cajas y colillas de cigarrillos, hasta puede que haya jeringas. Este es el escondite de las ratas, de los cobardes. Tiemblo un poco estando aquí, porque el infierno está por todos lados. 

Llegamos hasta una puerta de madera, supongo que aquí está él. Will mencionó algo de un primer piso y tercer despacho. Tiene una placa que dice "Departamento de marketing". Coloco mi mano sobre la perilla de cobre pero no tengo la valentía suficiente para girarla. Nunca sentí tanto miedo como ahora. 

—¿Quieres que lo haga? —pregunta Deede con un susurro. 

—No —contesto después de unos segundos, tratando de sonar firme y convenciéndome de hacer lo correcto por una vez en la vida—. Ustedes esperen aquí, si necesito algo —giro mi rostro para observarla— lo haré saber. 

Se limita a asentir y se aleja hasta quedar al lado de Lion, quien la abraza por los hombros. Ambos me observan serios, con miedo diría yo. Ella tiene el ceño fruncido y sé lo que está pensando: no sé jugar a ésto. Y tiene razón, nunca sé jugar sus juegos. 

Con mi corazón alocado y adrenalina en mis venas, giro la perilla. La puerta se abre sin poner resistencia dejándome ver el interior; hay un pequeño escritorio contra una de las paredes, un monitor y un teclado yacen sobre él. Al final de esta habitación hay otra puerta con una gran x de pintura negra. Me adentro con pasos lentos y sin hacer mucho ruido mientras maldigo mentalmente por estar desarmado. 

Toco la última puerta y se siente fría, pero a pesar del estado de este lugar, la madera sigue brillando como el primer día. Antes de que pueda abrirla, siento un olor nauseabundo, como si fuera sangre y algo podrido. Volteo un poco hasta ellos pero Deede sólo se limita a encojerse de hombros. Investigo un poco por la habitación, buscando algún animal en descomposición o algo pero ese olor asqueroso proviene del interior de lo que sea que esté detras de esta habitación.

Sin más rodeos giro la perilla y la abro. El interior de esta sala es peor que el resto del edificio: los pocos muebles están esparcidos por todos lados, hay manchas de sangre por el suelo y varios cartuchos de balas. Me acerco hasta el centro mientras giro en trescientos sesenta grados. 

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