El noveno día uno de los presos empezo a gritar, era un grito desgarrador y penetrante. Después de tres horas se rompió las cuerdas vocales.
Los demás presos se comportaron de manera muy extraña: arrancaban las hojas de los libros y las enganchaban en las paredes con sus heces y hablaban a los micrófonos contando cosas sobre los demás presos como queriendo ganarse la confianza de los militares.
Al dia siguente dijeron por los micrófonos
- ¡Vamos a entrar cumplid nuestrad ordenes y liberaremos a uno!
Pero ellos respondieron:
- No queremos ser liberados...