1:30 p.m
De repente, por el sonido de la bocina de un carro, desperté.
Lo primero que hice, fue ver el reloj que estaba al frente mio. Eran las 1:30, me levanté, me bañé, le pedí a mis padres el permiso para salir y ellos accedieron. Les agradecí, me despedí, dije que volvería pronto y salí pitando. En el camino hice una pequeña conversación con José.
Yo: Oye, dormilón, despierta. Mientras tu te fuiste, Rafael propuso la idea de jugar fútbol en el descampado desolado. Vamos a ir Sam, Juan y yo. Solo faltas tú.
De repente, José responde de inmediato.
José: ¿Jugar Fútbol? ¡Soy un desastre en ese deporte! Además, dicen de que ese descampado esta maldito, lleno de fantasmas a la madrugada, buscando a una victima.
Yo: Tranquilo, si quieres puedes estar de espectador. Lo del descampado es mentira, los fantasmas no existen.
José: ¡No quiero ir! ¿Acaso no te preguntaste porque las casas alrededor de el descampado están en ruinas?
Yo: Sabes perfectamente que antes hubo un gran sismo que destruyó como media ciudad, hay que aprovechar este momento para jugar fútbol sin preocuparnos de los vecinos.
José: Bueno, voy para allá.
Yo: Va, te veremos.
Apagué el celular, y fui corriendo hacia el descampado, al llegar, vi a Rafael, Sam y Juan. Los saludé y echamos un mini-partido hasta que viniera José. Llegó poco después de hacer el partido.
José: ¡Disculpa por llegar tarde! Hubo una congestión horrible en la calle.
Yo: Pensaba que ibas yendo a pata.
Sam: Eso no importa, José. Como castigo por llegar ultimo te toca lanzarte a ti fusiladas.
José: ¿Dolerá?
Sam: Hehe. No sé bro disculpa.
José: Hijofruta.
Le hicimos fusiladas a José. Primero fui yo, después Sam, después Juan y finalmente Rafael. Pero el tiro de Rafael era tan potente que lo llevó volando al bosque que estaba al lado del descampado. Creo que le dejamos con el culo rojo a José.
Echamos piedra papel tijera para ver quien va en busca de la pelota.
