Si te vas...

Capítulo 2.- Adrenalína

Advertencia: capítulo contiene escenas lemon. Les doy las gracias a quienes comentaron el capítulo anterior.

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120, 130, 140, 150 veía los números pasar, hasta alcanzar el 180, se movía a 180 kilómetros por hora, sabía que debía parar, que debía disminuir la velocidad, pero nada parecía real, la única prueba de la velocidad que alcanzaba eran aquellos números. -¡Más! -se dijo a sí misma -Solo un poco más- presionó un poco más el acelerador, forzó el motor, y logró ir un poco más rápido, pero no era suficiente, necesitaba ir más rápido, necesitaba sentir la adrenalina correr por sus venas, necesitaba ir más rápido, necesitaba el viento golpeando su rostro, necesitaba... necesitaba que la adrenalina reemplazara a la angustia, que por sólo un minuto, su cerebro olvidara... era su culpa... fue su culpa ... siempre acababa así... el final siempre era el mismo.

Ya era de madrugada cuando Toby llegó a su departamento, jugueteaba con las llaves entre sus dedos, mientras tarareaba una tonada que había escuchado durante la velada; la cita con el Sr. Alberto Smith y con Camila había sido un éxito, se había pasado un par de horas hablando con el hombre acerca de su hija, de cómo había iniciado la enfermedad, su desarrollo, y él le había planteado los posibles caminos que podía tomar su tratamiento experimental, el hombre se mostró sumamente interesado en su trabajo como parte de Scorpion, y el rol que cumplían como equipo en algunos casos relacionados al gobierno, de la manera más diplomática que pudo, Toby evitó el tema, y a los interlocutores les resultó bastante notoria su incomodidad, por lo que no volvieron a tocar el tema. Había olvidado aquella sensación, aquella que lo embargaba cada vez que la gente quedaba deslumbrada ante su desplante de inteligencia, y aunque hace mucho tiempo que había dejado de importarle sentirse así -durante los últimos meses sólo le había importado deslumbrar a una persona- había sido un cambio agradable por unos minutos.

Cuando llegó a la puerta se alarmó al ver que esta estaba entreabierta, su primer pensamiento fue que se trataba de algún corredor de apuestas o de algún apostador no muy feliz con el resultado, pero un segundo más tarde recordó que hace mucho que no apostaba, y que ya no tenía deudas de juego, ¿un ladrón?, en primer lugar no tenía mucho de valor, excepto su colección de libros especializados , pero dudaba que un ladrón fuera por eso; y segundo, la cerradura no estaba forzada, eso solo dejaba una opción, solo una persona entraría a su departamento a escondidas, sin llaves, sin forzar la cerradura y sin avisar ¡Happy!. Entró con precaución, ella no tenía motivos para ir, no lo había hecho desde la última noche que habían pasado juntos, una noche que le parecía que había sucedido hace mucho tiempo, lo había evitado desde la noche de la proposición ¿porque dejaría de hacerlo ahora?, -quizás sólo es un ladrón muy idiota y hábil con las cerraduras- se dijo a sí mismo, al notar como su pulso se aceleraba ante la sola idea de que ella estuviera ahí. Iba a encender la luz cuando se vio empujado contra la pared con violencia, antes de que pudiera reaccionar se vio atrapado en un beso hambriento y exigente, ya no había duda de quién era el intruso, las manos de Happy se movieron rápidamente de sus hombros, bajando por sus pectorales hasta la cintura del pantalón, fue directo a la hebilla de su cinturón, con dedos ágiles la abrió y procedió a bajar el cierre del pantalón.Durante los primeros segundos Toby intentó librarse, para hablar antes de cualquier otra cosa, después de todo aún estaba enfadado con ella, realizó un par de intentos sin mucha convicción, pero cuando Happy introdujo su mano en el boxer perdió cualquier rastro de cordura, llevaba semanas sin besarla, sin tocarla de aquella manera y sin hablar siquiera, -por unos minutos- se dijo -¡Solo unos minutos!- gritó su conciencia, se dejaría llevar sólo por unos minutos, disfrutaría, ambos disfrutarían y luego hablarían sobre que la había llevado hasta ahí. Mientras la besaba notó el sabor a alcohol, y se percató de la forma inusual en que ella se aferraba a él con su mano libre -¿Happy?- la llamó.