El cuento

26 3 0
                                    

Eran las tres de la madrugada, acariciaba mi conciencia una noche despierta y me camine todo Rosario con la cabeza cabizbaja, recordando como caminar, tambaleándome de un lugar a otro con la vista celosa de mirar, yo quería encontrar un taxi y esos taxis, no paraban, me dejaban solo y así seguí, caminando, unas veinte cuadras desde el bar hasta mi casa. Los pasos son algo interesante, puede que nunca te olvides de como caminar pero de un momento a otro, todo se vuelve mas complicado y te hace dudar, muy para tus adentros, si es la derecha la que tiene que pisar o le sigue la izquierda. Tal vez ambas. Piso mal y me caigo, de lleno al piso. Con toda la cara marrón del barro me acomodo un poco y me reflejo en una vidriera de artículos para el hogar, totalmente oscura, recordándome como es que todos acomodamos nuestras cosas en nuestro hogar, todo con un único fin, morir solos.

No fue hasta las cuatro que me deslice por un cordón hasta una estación de servicio, las luces brillantes en medio de la noche me dejaban casi ciego pero podía ver las caras de los empleados, mirándome desde lejos, como si fuera yo un ser extraño. Les intento hablar pero de mi boca salen telarañas, y me tienen miedo, se nota. - ¿Estas bien flaco? — me acuchilla con "la pregunta" el playero.

Y como contesta uno a una pregunta tan existencial y a la vez, banal. La pregunta mas doble cara que la lengua puede darte, dejando para uno mismo la respuesta y contestando sin mas preámbulos, cualquier cosa. Nadie responde con la verdad cuando se trata de uno mismo.

Me siento, me acomodo en un borde de la estación de servicio y el empleado ya me veía bien, del miedo a la lastima y es que así somos. Un prejuicio que cambia en el constante de nuestras acciones. El tiempo no es consistencia cuando hablamos de sobornar la mente con ideas. Se sienta conmigo y me toca le hombro, ¡Vamos macho, vos podes! y ¿qué se supone que tengo que contestarle?. Lo miro, de reojo, con lagrimas por supuesto y le digo...

— No se como te llamas, no se quien sos, no se donde estoy, no se quien soy. Y no tomes como ofensa, pero no se que estamos haciendo ni que miramos cuando vemos, no se si las cosas son así o las formas de los objetos son como las vemos, todo cambia mientras caminamos y es tan perceptiva la forma que tenemos de entendernos que parece casi entropíco que nos conozcamos; efímero casi tanto como la existencia de un ser imaginario que nos acompaña entre sombras. No nos dibujamos las manos como de chicos, no miramos a nuestros padres amándolos ¿y sabes que flaco? Ya la gente no sabe sentir, ahora todos toman ejemplos y los imitan, ya nadie esta triste por necesidad sino que esta así por conveniencia, lo triste, es que las personas tristes necesitan seguir tristes para que la gente les preste atención, no puede salir de su comodidad, de ser los bichos raros, lo necesitan y les nutre. Perdió el sentido deprimirse, porque hoy quien se deprime, no quiere estar solo sino que quiere comentárselo a todas las personas con las que se relaciona, con las redes sociales, todo dejo de ser lo que era.

— Si, la verd...

— Déjame terminar, porque uno nunca termina de escupir una verdad que tampoco es verdad. ¿Quien carajo dice que lo que yo digo esta bien? Nadie, y si, todos contestamos para quedar bien con quien tenemos en frente. Veo flaco y te lo digo porque no te conozco, como es que personas que no se conocen tienen sexo y se acarician, imitando un contacto, cuando en realidad están mas lejos que nunca. Respondiéndonos unos a otros en lugares digitales, donde nadie te responde. Creo que esta decadencia esta destinada porque todos sabemos que nadie es nada y hoy, todos vemos que no somos lo que crecimos frente al espejo. Hoy, la generación de la depresión te avisa que hagas lo que hagas estas destinado a estar solo y triste. Y la verdad flaco es que para mi, la tristeza es ver morir a tu vieja, a tu perro, verlos sufrir, esa es la verdadera tristeza. Hoy todos estamos débiles. Apenas nos dejen plantados sin respondernos un par de textos, enloquecemos, nos tensamos casi como el acero ante un frío extremo. Nos "curtimos".

— Pero vos hablas de una verdad que todos sabemos que es verdad, mas allá de que todos nos demos cuenta, ¿Por qué crees que pasa?

— A la gente le gusta estar sola -lo miro fijamente a los ojos, sincerandome, estallo en llanto- y no hay como entenderlo. Yo amo estar solo pero es porque como decía Becquer, estoy acompañado. Uno nunca siente la soledad tan profunda que cuando realmente solo queda. Cuando gritas y nadie te escucha. Esa soledad, no la tienen todos los que creen tenerla. Se sienten miserables porque constantemente se fijan si el vecino compro lo que ellos no podían, y en eso flaco, en eso confunden todo. Se sienten solos solo por la simple acción de comparar.

— Y te voy a decir algo -me dice el flaco, con la voz quebrada, con los ojos llenos de agua, no sabiendo adonde mirar-

— Prefiero que no me digas nada, no quiero escuchar otra cosa que no sea a mi mismo por hoy, si es que no te molesta. Yo, estoy acá hoy y me cruce con vos no por el destino ni por la alineación de las estrellas, simplemente fui alguien que no quise ser y te conocí por el simple acto de caminar por lugares donde no conozco, y vi luz, vi tanta luz que frene el paso y me metí entre este tumulto de pilares y chapas.

— Mi mujer me dejo, se fue y no con otro, se fue para estar "sola"... -rompe el llanto-

— Es lo que te quiero intentar decir y tal vez no se entienda, la "gente" no entiende que es estar solos. Ellos, creen que dejar de lado responsabilidades y obligaciones dejando un mundo atrás, van a estar solos aunque tarde o temprano, van a estar rodeados de personas que nunca se hubieran imagino de conocer y se miran, miran el lugar en donde están, las charlas que tienen, las palabras que usan y se preguntan a si mismos ¿Por qué confundí todo? Y ahí, ahí están solos. Y vos flaco, vos que ahora te sentís mal, tu tristeza es real y es perfecta, se siente y te digo que la conserves, que les una probada a la soledad y abraces como el viento lo hace un día de tormenta, todas las cosas que no entiendas. Vos no podes retener a alguien que no sabe quien es. Ellos confunden algo básico que a mi me sirve para ser quien soy, irse solos no es encontrarse...

Llego un auto todo polarizado al ritmo de una música agresiva, no pude distinguir que era y tampoco me importaba. Estaba en ese momento donde uno luego de discutir necesita unos segundos de silencio para entender que todo lo que se dijo, se va a perder, porque no es arte, porque no esta escrito, porque nadie quiere saberlo.

Mientras volvía el playero caminando, le grite,

— Todos vivimos en una fantasía y creemos que es real.

Me mira, se acomoda la gorra y llega una moto casi cuando se estaba por llegar a sentar. Putea por lo bajo. Se seca las lagrimas, mira la moto y me mira...

— Gracias

No le contesto, supe que esa era la invitación a seguir caminando, me levanto y me acomodo un poco, levanto la mano como señal de saludo y a seguir hablando para mis adentros. Mareandome entre las calles que no conozco, a escucharme y saber que todo lo que digo no es mas que una justificación a mis causas y consecuencias. Estoy solo hoy, estoy solo ayer, estoy solo mañana, siempre estoy en un presente constante donde siempre voy a estar solo.

A veces duele un No, a veces quiebra un SiWhere stories live. Discover now