Todo lo hago por amor

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Advertencia: El fic contendra lemon, mención de violencia, maltrato, turtura y violación. Si sos sensible a estos temas os pido no leer, todo con el fin de evitar ofensas. Gracias.

Autor: Haruka Eastwood

Lentamente movió sus manos; se encontraban atadas tras su espalda por unos pesados grilletes que amenazaban con cortarle la circulación, aunque en esos momentos era su menor preocupación, ni siquiera estaba interesado en el intenso dolor que sentía en todo el cuerpo debido a la golpiza que le propinaron horas antes. Tan solo levantó la vista, dejándose guiar por aquellos malditos demonios, que le conducían por un camino lleno de piedras, y conforme avanzaba, un calor sofocante se iba haciendo presente, era tan abrasador que parecia lacerarlo y su cuerpo empezó a transpirar, pegando su flequillo a su frente.

Finalmente se detuvieron al llegar a un enorme portón oxidado que ardía al rojo vivo, dándole un tono anaranjado y amarillento al metal, logrando que diera un par de pasos atrás, siendo detenido por uno de sus custodios, que afianzó el agarre sobre su brazo, obligándolo a caminar mientras lentamente se abría el portón; sintiendo como un aíre caliente le quemaba la piel, asfixiándolo conforme avanzaba.

El lugar era iluminado por unas inmensas llamas, mismas que le permitieron apreciar el arenoso suelo caliente bajo sus pies; a su alrededor había varios pares de ojos contemplándolo atentamente, al asecho como bestias salvajes a punto de devorarlo, y frente a él se encontraba un estrado de piedra similar al mármol de tono negruzco, en donde permanecía sentado una imponente figura, de la cual solo se distinguían unos ojos rojos, sedientos de sangre, despiadados y hostiles. Y a su costado, varios demonios encapuchados de los cuales solo lograba ver las largas uñas negras, tamborileando con impaciencia los dedos sobre la liza superficie.

—Es hora de iniciar el juicio —sentenció con un imponente tono de voz el demonio mayor, haciendo callar los molestos murmullos de los que le acechaban y pedían que fuera desollado lentamente—. Tráiganlo —demandó.

Ciel observó como de su lado derecho se formaba un portón exactamente igual al que uso para entrar ahí, por el aparecía Sebastián en su verdadera forma, portando lo que parecía ser un casuit de cuero, botas altas y guantes. Su largo cabello azabache cubría parte de su rostro, aun así pudo ver claramente todas las heridas que tenía, lucían tan similares a las de él, sin embargo Sebastián apenas y podía mantenerse en pie.

Aquellos demonios que sujetaban de los brazos a su amante le arrojaron a unos dos metros de él, antes de obligarlo a arrodillarse de forma violenta e inclinar la cabeza ante aquel imponente demonio que afiló la mirada, como si fuera a saltar en cualquier momento para asesinarlos con sus propias manos. 

Sebastián tosió un poco de sangre mirando de soslayo a Ciel, para dar un suspiro de alivio en cuanto comprobó que estaba en mejores condiciones que él. Y por primera vez sintió miedo, terror de lo que pudiera pasar, sin embargo en su condición actual era incapaz de hacer algo por Ciel, por él… por ambos.

Sus preciosos ojos azules se abrieron de la impresión, su boca se secó y la voz le abandonó en cuestión de segundos mientras veía a aquellos seres apresar con fuerza bruta a su amante, a aquel demonio que había demostrado amarlo aun sobre su naturaleza sádica... yendo en contra de quien fuera necesario para mantenerlo a salvo, arriesgando su vida, mientras él… él solo le había traído problemas tras problemas pero, le amaba tanto que ansiaba permanecer a su lado por siempre pese a lo egoísta que eso fuera.

Simplemente eso no podía estar pasando, ¿por qué ahora que finalmente había encontrado la felicidad pasaba eso? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Su único crimen era haberse enamorado profundamente de un demonio, una criatura completamente diferente, única y extrañamente perfecta: su Sebastián. Suyo para amarlo hasta el fin de la eternidad.

Crimen de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora