CAPITULO III

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La mañana siguiente me levante con muchos ánimos, solo que mi mentalidad no era respaldada por mi cuerpo, me sentía tal cual se siente una persona que acaba de empezar el gimnasio, solo que en ese entrenamiento yo fui el saco de boxeo. Cuando abrí los ojos tuve un choque de energía y una extraña sensación de paz, pero todo desapareció 5 segundos después de levantarme de la cama, momentos después de la "pelea" a decir verdad yo la llamaría atentado de asesinato, no se notaban tanto los golpes alrededor de mi cuerpo, pero ese dia mi tez blanca no ayudo en nada a camuflar todos los hematomas que afloraron por aquella faena, parecía que me hubiesen quemado en forma desigual, en intervalos alternados de colores morado, verde y negro, cualquiera que se me cruzase conmigo podria decirme que había salido de una lucha contra Rocky Balboa, tenía un ojo tan cerrado por la hinchazón que casi no podía ver, gran parte de mi labio inferior era pura costra y ni hablar de mi torso que por suerte no se vería por la ropa pero que fue quien se llevó la peor parte, la mayor parte de los hematomas aparecierón en esa área y con un pequeño rose causaban un dolor inmenso. Pude bañarme a duras penas y hasta levantar mi brazo para cepillar mis dientes fue una odisea, en general mi estado era pésimo y no mejoraría cuando llegara a la universidad, estaba seguro que recibirá las típicas burlas que le tocan al perdedor de una pelea que tendría que resistir puesto que en situación contraria yo haría lo mismo

Pude vestirme con mucha dificultad, esta vez no fui muy selectivo a la hora de escoger prendas de vestir, me puse lo más cómodo que tenía a la mano, que en este caso fue una camiseta deportiva con un color verde fosforescente que me hacía parecer un faro, unos pantalones para hacer jogging negros y unas zapatillas para correr, más que ir a la universidad parecía que fuese a hacer ejercicio. Justo cuando acaba de prepararse para salir de mi casa, mi madre me interceptó antes de salir, ella no me había visto nunca en un estado como en el que me encontraba y es que por lo general no soy una persona conflictiva, noto mi convalecencia al caminar y me paro con la mano, me levantó la cabeza tomándome de mi mentón, analizo mi rostro por unos treinta segundos y me pregunto en un tono muy preocupado:

-Seria mucho pedir que me contaras que te sucedió y que animal te hizo esto-

En ese momento no lograba articular palabra alguna, tal vez por el dolor que me causó ese simple gesto que hizo mi madre para levantar mi mirada o por la extrema vergüenza que me causaba que me viera en ese estado, en resumidas cuentas ella esperaba una respuesta y un silencio no podía ser la mía, quite su mano de mi cara y muy desconsideradamente le conteste:

-Mamá ya yo soy mayor de edad, mis problemas son mis problemas, cuando quiera que me ayudes te lo haré saber-

-A mi no me hables asi Pascual Alejandro, soy tu madre y merezco respeto- Replicó ella alterada

-Mamá, en serio, despues hablamos, voy tarde a un examen- afirme

La forma de zafarse de aquella discusión no fue la mejor pero en efecto ya iba tarde para una prueba, aunque eso no excusaba mi comportamiento, sabia que al llegar me esperaría una acalorada discusión, pero en ese momento no quería pensar en ello, ya mas tarde lidiaria con eso. Para ser honesto de camino a la universidad no sentí mayor dolor y no paso mayor inconveniente que el de una tranca que causó un tráfico nefasto, a pesar de esto pude llegar faltando cinco minutos para el examen, estacione rápidamente el auto, sorprendentemente el apuro no inhibió mis cualidades al volante y esta vez aparque correctamente, pude escuchar un "ahora sí verdad" en tono de burla cuando baje del auto, no le preste mucha atención y proseguí mi camino. Al igual que el dia anterior no tenía tiempo para preocuparme por saludar y mucho menos para buscar a Isabella aunque tampoco me hacía mucha ilusión verla en el estado en que me encontraba, todo el trayecto desde el estacionamiento hasta mi salón de clases pareció un calvario, fue sin lugar a dudas uno de los trazos más largos que me ha tocado recorrer y no porque estuviera a una distancia enorme, sino porque cada paso que daba se sentían como mil, logre llegar a mi salon de clases y estaba vacío, me pareció muy extraño dado que el examen ya estaba pautado y el catedrático no es un profesor de muchas faltas. Fuera del aula de clases pero dentro del bloque de las mismas, se encuentran una especie de cubículos informativos que a su vez cumplen funciones como área común para los profesores, fui a preguntar en ese lugar para saber qué sucedía, lo más probable era un cambio de salon de clases o algo por el estilo, pero para mi sorpresa no era para nada lo que yo creía, resulta que mi brillante, querido, adorado e ilustre profesor, Sir Iosif González de la mancha, había faltado porque tenía °gripe° y nótese mi tono altamente sarcástico. como puede ser posible que yo fui a la universidad en un estoico acto de responsabilidad y ese ser no pudo presentarse por una mediocre gripe.

LuciferWhere stories live. Discover now