El Principio del Fin

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Rodeado por toneladas de arena, me encuentro en el desierto en el que supongo, por fin podré cambiar este mísero destino... encontraré la manera de regresar y salvar a mi gente.
Es poco probable, pero es la única esperanza que tengo. Lo único que aún me mantiene en pie y por ahora lo único que puedo hacer.
Claro, dejando de lado el hecho de que podría acabar con mi vida ahora mismo.
Inmerso en mis pensamientos, perdí la noción del tiempo y cuánto caminé.
Frente a mi hay una especie de cúpula ,que según pergaminos que he leído a lo largo de mi viaje en las distintas ruinas del mundo actual, podría contener lo que busco. El libro que cumple que permite "reescribir tu historia". Con el cuál podré modificar el pasado de hacer 300 años. Ya bastante he vivido y entrenado mi cuerpo y mente lo suficiente para poder enfrentar los retos que me depare el interior de la cúpula.
Toco con la palma de mi mano, el gran portón que, al parecer, es la única cosa que me impide el acceso al interior, pero... Me doy cuenta de que no estoy solo.
Desenvaino entonces mi espada. Una gran sombra me cubre ahora y debajo de ella hay cientos de monstruos.
Lo que más me preocupa no es el ejército de estos; si no, de donde proviene esa sombra. No termino de pensar en que podría ser, cuando la criatura que producía esa sombra emerge de un montón de vapor y aparece frente a mí.
Un dragón....
-Hace bastante que no veo a alguno de tu especie volar.
-Es porque asesinaste a muchos de mi especie -gruñe-
-Ellos se lo buscaron, solo se la pasaban atacando ciudades y pueblos de mi país, yo solo los defendí. ¡Dejaron todo en ruinas!
-Solo buscaban comida ¡Escoria! -ruge-
-Si hubiera sido eso, simplemente les hubiera bastado con cazar en los bosques. Aún hay criaturas de las cuales un dragón podría alimentarse. Tu especie solo quería que los humanos sufrieran, hasta casi dejarnos al borde de la extinción.
Decido que lo más interesante será pelear con el dragón así que con un conjuro explosivo trato de eliminar al monstruoso ejército.
-¡Desaparezcan!
Invoco un gran rayo que golpea de lleno en el lugar donde se encuentran los monstruos, levantando una gran cortina de arena.
-Ahora tú, respetaba a los de tu especie, por el gran poder que tienen, pero después de todos sus ataques, el sufrimiento que causaron y dado que tengo que conseguir "El libro de las Profecías"... No me queda más remedio que acabar contigo.
-Suerte con eso, miserable humano.
-gruñe, mientras aletea sus escamosas alas rojas y sus fauces liberan humo-
Pero en lo que él decía eso, la cortina de arena se desvanecía y mostraba los restos del ejército.
Solo un monstruo sobrevivió y parecía haber salido ileso, era una criatura de forma humanoide, con piel blanquecina, era  más alto que yo, tal vez mide dos metros. Su rostro, si es que así le puedo llamar, era cadavérico y sus ojos tenían un color rojo blanquecino, su nariz grande y caída y con los labios esbozaba una sonrisa macabra, aquel rostro acompañado de un cuerpo robusto y bien formado, podía notar que era fuerte con solo estar frente a él. Tiene una espada clavada en el piso, un tanto grande, parecía una mandoble pero él tenía solo una mano sobre ella tomando una postura para combatir con una sola mano en la espada.
-Eh, tú ¿Qué eres?
-...
No respondió.
-Vamos, no es tan difícil hablar.
-...
Sin respuesta
No lo intento nuevamente y me abalanzo contra él, empuño mi espada y con un corte certero en su cuello, acabo con su vida.                                                                                                                                            -Soy Indominus. Y soy el jefe de este ejército.                                                                                                       ¿Qué? Realmente sentí que corté a través de él. Estoy seguro que lo hice.                                                Cuando pronuncia esas palabras la arena a su alrededor se comienza a mover y muestra que su ejército no estaba vencido.                                                                                                                                                -Bien, parece que esto no será fácil.

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